Laura Reales, una niña de 13 años del pueblito llamado Vis Vis, en Catamarca, agonizó un mes y finalmente murió en el Hospital de Niños provincial, víctima de un extraño mal. Los médicos le diagnosticaron Addison, enfermedad también conocida como insuficiencia corticosuprarrenal primaria y cuyos principales síntomas son “un estado general de languidez y debilidad, desfallecimiento en la acción del corazón, irritabilidad del estómago y cambio peculiar en el color de la piel”.
El Addison, cuya detección precoz es prácticamente imposible, no es una enfermedad frecuente. Se registran, promedio, 110 casos por cada millón de habitantes. Con el de Laura, ya son tres los casos mortales -de niños- en una zona de Catamarca que tiene bajísima densidad poblacional, vecina al dique de cola de la mina Bajo La Alumbrera y atravesada por un mineraloducto que ha sufrido pérdidas y derrames en los últimos años.
No es necesario ser Sherlock Holmes para establecer un nexo entre la contaminación del agua de Vis Vis, a causa de las pérdidas del mineraloducto, y el Addison que mató a la niña Laura Reales. Sin embargo, para una treintena de estudiantes y profesores de la Universidad de Catamarca, quienes participaron por estos días, en el Hotel Ancasti, del acto (académico) de arrojar huevazos al diputado y cineasta Pino Solanas, nada está probado, la empresa es inocente y Solanas fue a la provincia, como se leía en las pancartas, “a hacer política” (sic)
Si no fuera porque en su misma página web la empresa cuenta que ha inaugurado en 2003 un programa de pasantías con alumnos de las universidades nacionales de Catamarca y de Tucumán y con las escuelas técnicas locales, y que fruto de ese programa, sólo el año pasado, “hubo un total de 27 pasantes, 11 de los cuales provenían de la Universidad Nacional de Catamarca”, uno podría pensar que los huevazos y que la protesta se originaron en un legítimo disenso o desacuerdo con las propuestas de Solanas. Pero la existencia de los convenios, de remuneraciones en metálico y de una promesa de empleo en La Alumbrera, para todos esos jóvenes técnicos e ingenieros, descalifica por completo su accionar: ellos fueron allí de un modo servil, indigno, a mostrarle a sus futuros patrones que cuando sean capataces y gerentes de la empresa, jamás van a pensar en las niñas como Laura Reales, ni en los viejos, ni en los campesinos de los valles y los cerros catamarqueños, pero sí pensarán todo el tiempo en los intereses de la Minera Alumbrera Limited y en los de sus socios activos: Xstrata Plc (50%), Goldcorp Inc (37,5%) y Northern Orion Resources Inc 12,5%). Ay, país.
Alguna vez, las grandes corporaciones sostenían universidades privadas para formar a sus cuadros. Pero hoy utilizan (tal vez, porque es más barato) las mismas universidades del Estado. Y así como los yacimientos minerales son entregados sin control y sin justa contraparte, en Catamarca y en otras provincias del país, también los recursos intelectuales y humanos argentinos son explotados de un modo vil, sin que el pueblo que solventa con su trabajo y sufrimientos esas casas de estudio reciba de vuelta algo de lo mucho que ha puesto.
Está claro que 30 estudiantes y/o docentes que tiran huevazos y que boicotean la proyección de un documental sobre la minería a cielo abierto no representan al conjunto de los estudiantes y docentes de la Universidad Nacional de Catamarca. Ni menos que menos, a los de todo el país. Pero resulta llamativo que la misma casa de estudios, que sus autoridades y que las autoridades provinciales, permanezcan impasibles mientras hay niños como Laurita Reales que mueren envenenados, y cuya sangre se lavará y olvidará pronto, lo mismo que el oro y la plata, impuros, que se extraen de Bajo La Alumbrera.
Martes, 16 de Febrero de 2010 09:10
* Fuente: Agencia Pelota de Trapo
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