«Tu sacrificio no es por ti, es por todos nosotros»
por Salka Embarek (El Aaiún, Sahara Occidental)
15 años atrás 6 min lectura
Amiga y hermana mía,
Muchos han sido los momentos compartidos. Tú, yo, algún compañero de lucha más, y un té, o dos, o tres. Quizás han sido menos de los que yo hubiera deseado, otros los desperdicié, imbuida en mis dificultades para aprender con la rapidez deseada a hablar hassania y tu vergüenza a equivocarte en alguna construcción gramatical del idioma español. A pesar de todo siguen siendo muchos. No es la primera vez que sufro por ti, ya tragué piedras de silencioso dolor, cuando las autoridades marroquíes te detuvieron junto a cuatrocientos saharauis más y desapareciste.
Creo que puedes entender nuestra desesperación en esos cuatro años en los que no supimos nada de ti, luego tus ojos nos contarían la oscuridad a la que estuvieron sometidos, tus manos y tu cuerpo nos mostraron las señales inequívocas de la tortura reiterada. Tampoco es esta la primera vez que temo por tu vida, ya ha habido otras huelgas de hambres, otras retiradas de pasaporte, otras protestas. Te he visto sangrar por la nariz, los ojos, los oídos… tu melfa teñida de rojo y tu pelo empapado de la sangre que brotaba por tu cabeza. Han sido tantos los momentos en los que se me ha parado la respiración al recibir la llamada de algún compañero que me comunicaba tu detención o cerraba los ojos esperando buenas noticias cada vez que regresabas a El Aaiún, a tu casa con tus hijos, tantas las veces en las que llamé a cientos de puertas pidiendo por piedad ayuda para mi amiga Aminatou, como también ahora lo hago para mi querido hermano Brahim Dahane, que tan preocupada estoy por él, amiga, a ti te lo puedo decir, ya sé que siempre me pides que mantenga la entereza ante la monstruosa crueldad que el reino de Marruecos ejerce sobre nuestro pueblo en los Territorios Ocupados del Sáhara Occidental, pero no puedo dejar de pensar en él y en cómo se encontrará en estos momentos y en el porqué de tanta locura y durante tanto tiempo!. Hablan de «pena de muerte» o «condena perpetua», ya sé que el reino de Marruecos ha sido culpable de horrores mayores a lo largo de estos 34 años desde que España nos abandonó mientras el invasor nos bombardeaba con NAPALM y Fósforo Blanco, cometiendo genocidio contra nuestro pueblo sin que nadie, ni España, hicieran nada para impedirlo, ya sé que cientos y cientos son los desaparecidos y muchas las fosas comunes y las cárceles secretas de tortura. Por todo ello, me pides ahora serenidad y fortaleza, porque nuestra lucha continúa y debo seguir trabajando para que tú puedas volver a casa y para que mis hermanos Brahim Dahane, Ali Salem Tamek, Ahmed Naceri, Idagja Lachgare, Saleh Loubbihi, Yahdih Ettarrouzi y Rachid Seghayer, logren regresar a las suyas. Ojalá también yo pueda volver algún día a la mía, unas calles más abajo de la tuya.
Están equivocados aquellos que te describen como una frágil mujer, aquellos que tan sólo ven tu castigado cuerpo, tus ojos grandes ahora hundidos en un mar de agotamiento y resistencia continuada, tus manos delgadas que se mueven en el espacio con lentitud y delicadeza mostrando las palmas rosadas al tiempo que asientes con la cabeza, cada vez que hablas. Sí, así eres tú, serena certeza de lo verdadero, pero más allá de tus premios y condecoraciones, más allá de tus reconocimientos internacionales, está la Aminatou que yo conozco, una buena amiga, que abre su maleta para regalarme una bonita melfa, tal vez tu preferida, que gasta en mis manos el perfume que le regalaron en uno de sus viajes sus muchos seguidores, una gran cocinera capaz de hacer platos exquisitos con pocos ingredientes, siempre sonriente a pesar del dolor que durante años le han causado las úlceras sangrantes de su estómago y la delicada estructura de sus huesos desgastados, una mujer culta que habla varios idiomas, con una caligrafía exquisita versada en literatura y a la que le gusta que su melfa luzca colorida.
Mi querida amiga, no sé que hacer… veo tu pequeño cuerpo envuelto en una manta en el suelo de un aeropuerto, cada día más débil, veo como los turistas que llegan a la isla a pasar sus vacaciones huyendo del frío de Europa, te miran con extrañeza y leen los carteles escritos en varios idiomas. A todos ellos quisiera decirles que esta señora se llama Aminatou Haidar y ha sido reconocida en todo el mundo como defensora de los Derechos Humanos de su pueblo, el saharaui, quisiera decirles que has sido galardonada con el premio SAJAROV del Parlamento Europeo, con el premio JUAN MARÍA BANDRÉS de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado, premiada por Amnistía Internacional, premiada con el SILVER ROSE AWARD. En Washington, con el Premio a la Libertad, premiada en varias ocasiones en España entre los que se destaca el que te concedieron las del «CLUB DE LAS 25», premiada en EE.UU. con el ROBERT F. KENNEDY de los Derechos Humanos, y por último el premio al Coraje Civil que recogiste en Nueva York hace tan sólo unas semanas, y por otros muchos más premios, en tantos países. Me gustaría decirles eso y contarles quién eres y porqué estás aquí y qué España, una vez más nos ha abandonado, a través de ti porque tú ahora nos representas y 34 años más tarde, nos vuelve a abandonar. Todo eso quisiera decirles, a ellos y a todos, porque estoy enfadada, dolida, cansada y en pie de guerra, aunque tú sólo hables de paz, solo hables de justicia a través de actos contundentes pero pacíficos, a mí me está hirviendo la sangre y desearía subirme a la montaña más alta, a la cresta de alguna ola empecinada en el océano y gritar tu nombre y el de todos mis hermanos saharauis torturados, encarcelados, gritar el nombre de mi padre muerto y el de mi tierra robada, el de la calle en la que nací, quisiera gritar mi propio nombre y el de mi amor, el de mi casa y el de mi ciudad y el de todas las ciudades de nuestro Sáhara invadido y que mi grito ensordeciera a los invasores y los cegara para que perdieran el rumbo y terminaran desactivando con sus cuerpos las minas que contra nuestros niños escondieron en las arenas del desierto. Que sí, amiga, que debes volver a casa lo antes posible, porque sólo tú y aquellos como tú, serán capaces de abrirnos el camino a todos los que esperamos en el exilio.
Tu sacrificio no es por ti, es por todos nosotros.
Por un Sáhara libre,
Salka Embarek
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