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Hacia el desalojo de la derecha

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Ahora que el aliento de la primavera toca las cabezas de muchos y las pingües ganancias de las AFP y de los bancos, de las acciones de la Bolsa de Santiago,  provocan sonrisas de satisfacción en los magnates, a fuerza de optimismo, las autoridades de las finanzas públicas también quieren traspasar esa alegría de las clases privilegiadas al pueblo llano y corriente, que todavía la pasa mal por la falta de trabajo.  Nos dicen “viene la recuperación económica y el fantasma de la crisis se aleja”. Ojalá. Consuman, consuman, invitan a los clientes- consumidores del chilito del siglo 21.     

Para la buena memoria colectiva, sería positivo recordar las maniobras oportunistas de ese sector durante este año que aún en los mejores tiempos se queja de lleno y pide más para sí, siempre más. Muchas son las voces que desde el sector empresarial y la derecha en medio de los meses duros de la recesión – duros para los asalariados-   preconizaron diversas ‘soluciones’ para según ellos, salir de la crisis. Por ejemplo, el presidente de la Cámara Nacional de Comercio (CNC), Carlos Eugenio Jorquiera,  postuló la opción de "congelar" o "flexibilizar" el aumento del salario mínimo  para el 2009 “ya que puede ser un factor que atente fuertemente contra la contratación de mano de obra”. Sostuvo esto al abrirse la discusión del reajuste anual del salario mínimo que la CUT y el Gobierno definieron en julio. En vez de elevar a 180 mil el monto, equivalente a un 13, 2 %, que es la inflación real experimentada en los últimos doce meses, sólo hubo seis mil pesos de alza, (de 159 mil a 165 mil pesos) aumento rubricado por la firma de senadores y diputados, de la Alianza y la Concertación entre ellos los presidenciables Frei y MEO.

Cualquier chileno  percibe hoy claramente los efectos de la crisis en la escasez de dinero en la vida cotidiana – a veces crítica – y es de lógica elemental entender que cualquier reajuste es una inyección de dinero fresco para reactivar la economía. También lo entiende el gobierno que vía bonos de 40 mil pesos trató de paliar el daño de la alta cifra de desempleo y la precaria situación que se presentan todavía en muchas comunas  del país donde la tasa de cesantes se eleva por sobre el 15 %.

Pero, ¿cuál es la solución que nos ofrece la derecha? La misma de siempre, aquella que les pueda agregar aún más plusvalía a sus ya abultadas carteras y sacar provecho de los trabajadores en tiempos difíciles.

He aquí otro botón de muestra.

El director ejecutivo de Econsult José Ramón Valente, quien también es uno de los economistas cercanos al candidato presidencial de la derecha, Sebastián Piñera, propuso no hace mucho eliminar el sueldo mínimo a los jóvenes menores de 22 años- sector cuyo desempleo es superior al 20 %- como una forma de reactivar la economía. "Podría bajarse (el salario) temporalmente para ver si podemos incluir a esas personas de forma voluntaria. A nadie le gusta decir que lo conveniente es no subir el salario mínimo, porque además es bastante bajo”, afirmó el amigo de Piñera quien ojo, admite que el sueldo mínimo ya es bajo. Es decir, a sabiendas que ya es malo el poder adquisitivo de los jóvenes, sugiere, aconseja, muy interesadamente, por supuesto, en perjudicarlo aún más, castigarlo, porque sabe el señor Valente y¡¡ lo dice !!! que lo más probable es que, por necesidad, entre los jóvenes existe quien “esté dispuesto a trabajar por un sueldo menor". Para los desinformados, eso ya ocurre en el comercio con cargas horarias altas y además sin pago de horas extraordinarias. (Vease MacDonald’s, y otras empresas y cadenas del rubro de la alimentación y la gastronomía)

Lo que quiere la derecha es ver al trabajador chileno sometido al máximo, al estilo de los orientales que trabajan por un plato de arroz y dan gracias además a su patrón por la dádiva.

Los insaciables, como alguna vez los bautizó un ministro a los grandes empresarios monopolistas de nuestro país, obtienen ganancias enormes por el usufructo de las leyes laborales de Pinochet. Pero no les basta siquiera que el Gobierno les cumpla ahora su mayor utopía : que el trabajador pague por acceder a un puesto laboral.¿ Qué otra cosa es sino el subsidio a la contratación de mano de obra y el subsidio para mantener puestos de trabajo y no efectuar despidos que les gobierno les  está entregando?

Pero, claro, como son insaciables, esto tampoco les es suficiente. La oposición también ha aprovechado en esa crisis, la desazón y falta de unidad de los trabajadores, la complicidad de la Concertación para proponer la rebaja de la indemnización por años de servicio. Sólo eso faltaba, seguir quitando.

Como si esta batería de soluciones : flexibilidad laboral, rebaja o congelación del salario mínimo, rebaja de las indemnizaciones por años de servicio , no fuera suficiente  la clase de los explotadores chilenos aspira al dominio eterno sobre la clase trabajadora al mantener inalteradas la legislación laboral con sus medidas opresoras y ventajosas para el patrón..

El director Ejecutivo del Instituto Libertad y Desarrollo y uno de los dos pilares en la elaboración del programa de gobierno de Sebastián Piñera, Cristián Larroulet, le quitó el piso a la iniciativa sobre negociación colectiva y fortalecimiento de sindicatos que el gobierno, con una finalidad más bien electoralista, pretendía enviar al Congreso antes de fin de año, enmarcada en la lógica de las políticas de protección social.

Larroulet , ex samurái de Joaquín Lavín y hombre clave en la UDI, dice que hoy es tiempo de poner los esfuerzos en el desempleo y que la negociación colectiva no es una medida prioritaria tal como antes no había consenso, mañana, tal vez. Pero además, el Udi agrega otra medida a su juicio, positiva para la economía: que los patrones rebajen el pago de las cotizaciones mensuales a los trabajadores. En su alambicado lenguaje técnico, el economista de Piñera lo dijo así: “Lo más importante es que las empresas que generan el 80% de la oportunidad de trabajo son las que tiene los principales problemas de tasa de interés y de acceso al financiamiento. Por eso nosotros decimos: rebaja del pago del PPM (Pagos Provisionales Mensuales) no al 15%, sino que al 50%. Plata a la vena de lo que genera el trabajo”.

Los trabajadores no tienen base para hacerse ilusiones de mejoramiento de sus condiciones laborales con un futuro gobierno de Piñera. Es imposible, la derecha sólo quiere rebajar el poder adquisitivo de los asalariados y aumentar el suyo,  reducir las posibilidades de acción negociadora de los trabajadores  y aumentar las facilidades de despido que ya tiene el empresario en la legislación. Y ya tiene la flexibilidad en la práctica de sus empresas, sólo necesita la firma de los parlamentarios para volverla ley.

El camino para el trabajador consciente, para el hombre de lucha, para el pueblo organizado es solamente uno: desalojar a la derecha del poder político y hacer los cambios que la Concertación no ha podido ni querido hacer en beneficio de las grandes mayorías. 

Hay que desalojar a la derecha del Estado, que subsidia a los bancos generosamente con miles de millones de dólares, al Transantiago y escamotea el justo pago a los profesores, a los empleados públicos, a los gendarmes, a la masa asalariada.

Hay que desalojar a la derecha de la educación. En primer lugar a una ministra – sostenedora del modelo, que culpa a los profesores de los males de la educación pública regida bajo conceptos neoliberales y de lucro individual . Hay que jubilar al presidente del PS, Camilo Escalona que se lamenta de la protesta de los maestros porque “lleva hacia el colapso definitivo de la educación pública”.

Hay que desalojar a la derecha de los medios de comunicación de gobierno que nos tapan de farándula nacional e internacional, banalizando la vida cotidiana, mientras mencionan, sólo al pasar, la pérdida, el despojo de los ahorros previsionales por las AFP. Hay que desalojar de la TV a quienes tapan de programas insulsos, o muestran descarnadamente las miserias de la población más pobre sin mostrar ni por un momento las delicias y placeres de la clase más opulenta del país; que muestran el robo hormiga ‘peliento’ de los lanzas en las calles y ocultan los grandes negociados de la clase más rica del país.

Hay que pasar a la ofensiva y tomar compromiso activo.

El tema es cómo hacerlo. Con unidad, con organización, se dirá. Pero también con audacia y convicción por sobre el confuso panorama electorero nacional donde el debate de los mediocres que nos gobernarán los próximos cuatro años a los chilenos no aborda para nada y lejos seriamente la situación de los trabajadores. Hay que mirar más allá y decir qué es lo que no queremos y lo que sí queremos como oprimidos y explotados, como asalariados y hacer sentir nuestra voz.

Hay que preguntarnos si usaremos el voto o nuestra adhesión  a una opción determinada para hacer fuerza hacia los objetivos de la clase trabajadora o simplemente será un nuevo regalo a quienes después de diciembre ya instalados en La Moneda y en el Congreso darán las espaldas al pueblo, tomarán acuerdos entre cuatro paredes y dirán con su sonriente cara de palo, con una cuenta corriente llena de millones y el porvenir asegurado, que sus decisiones es lo más conveniente para el país.

Superar este momento no será  asunto de discursos, como bien lo han dejado en claro las movilizaciones de los profesores, gendarmes y antes los empleados públicos. Los mapuches lo saben mejor que nadie y se enfrentan con una feroz represión policial y la aplicación de la ley antiterrorista en tribunales, pero se enfrentan aun a sabiendas de la desventaja.

Para los no sindicalizados, para los cesantes, para lo que no se sienten convocados por las cúpulas sindicales, el camino está claro : defensa de la autonomía y las posiciones de clase, la construcción de la unidad desde la base y la movilización.

Tal vez Frei tenga razón : vienen paros y protestas, y un aroma a Huelga general comienza a impregnar el aire de esta maloliente democracia ¡!

– El autor del artículo es también autor del libro “Transantiago. Humillación y negocio”

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