Cerca de mil cuatrocientos heridos y casi doscientos muertos ha costado tu sombrero tejano, José María. Ese ha sido el importe hasta ahora de tu tozuda arrogancia, de tu solitaria y camarillesca soberbia, de tu complejo de inferioridad, de tu gloria política y de tu pequeña estatura moral y física.
Doscientos muertos se han pagado por tu servilismo verbal con las hordas sedientas de petróleo iraquí. Doscientos obreros, estudiantes, hombres, mujeres, niñas y niños han costado tu presencia ante el Congreso estadounidense, los aplausos de los autores de todo terror, y la sonrisa forzada de quienes han creído –criminalmente cínicos- que estos muertos te darían la razón.
Mil cuatrocientos hijos, padres, madres, hermanos, novios y novias han servido para pagar tu apuesta y la grandilocuencia con que argumentabas tu decisión de apoyar la destrucción de la vida cotidiana de millones de iraquíes.
Mil seiscientas personas, y cuarenta millones más de ciudadanos de España, han pagado el precio de tu sordera, de tu obstinación por sumarte a la macabra estrategia de la guerra. Mil seiscientos españoles e inmigrantes, heridos de muerte y muertos en vida, han pagado tu tributo, el tributo del incauto que ha creído en armas inexistentes, en laboratorios móviles, en investigaciones con resultados preestablecidos, en destituir una tiranía que hasta hoy no es peor que tu democracia.
Dicen que hubo un silencio sordo después de las detonaciones, ¿sabes? Un silencio de sepulcro, de estupor, de angustia, de impotencia y desorientación. ¿Dónde estabas, José María? ¿Estabas acaso sentado en el mismo sillón donde reposabas tu cerebro –o tu culo, como prefieras llamarle- cuando la televisión te mostraba sonriéndole al teléfono a George Bush?
Pero ese silencio de humo denso y oscuro no duró demasiado; se fue poblando de quejidos, de llantos, de lamentos y gritos, de nombres, de personas buscándose y de teléfonos móviles recibiendo las llamadas de los familiares que buscaban saber si los suyos habrían sobrevivido a la masacre. Una y otra vez han sonado esos teléfonos, pero ya no habrá quién conteste.
Dime entonces, José María, ¿responderás tú esas llamadas? ¿Responderás a cada familiar que espera que su muerto regrese a casa? ¿Les dirás por qué otros asesinos truncaron sus sueños de una vida mejor en un país que no era su patria? ¿Les explicarás que ahora son parte de los inevitables daños colaterales de tu magnífica estrategia antiterrorista? ¿Les dirás que han muerto por una buena causa? ¿Les pedirás perdón por entregarles como Judas y ponerles en el punto de mira mientras estabas en tu sillón firmando aquellos documentos? ¿Les explicarás que fue necesario desoírles para asistir a la comparsa justiciera como máxima figura de tu gobierno?
Dime, José María, ¿contestarás cada una de esas llamadas? ¿Lo harás?
Tres tristes trenes
Artículos Relacionados
El obispo encubriendo al imperio
por Luís Agüero Wagner (Paraguay)
16 años atrás 4 min lectura
Los militares condenados por crímenes de DDHH deben ser degradados
por José Miguel Carrera (Chile)
14 años atrás 4 min lectura
La guerra de la información: Ganar los "corazones y las mentes"
por Cyril Capdevielle (VoltaireNet)
18 años atrás 5 min lectura
Candidatos “socios-listos” reciclados en progresistas
por Rafael Luis Gumucio Rivas, el Viejo(Chile)
7 años atrás 6 min lectura
Lo que la mayoría no sabe: Kennedy revela los motivos reales de EE.UU. en Siria y Oriente Medio
por Actualidad RT
8 años atrás 2 min lectura
En la vía rápida hacia la autodestrucción, ¿existe aún la posibilidad de un futuro viable para el Estado de Israel?
por David Shulman (EE.UU.)
2 horas atrás
Si Israel quiere sobrevivir, física y espiritualmente, necesita sufrir colectivamente un cambio radical en su visión de la realidad y enfrentarse a algunos hechos desagradables, aunque obvios.
25 de abril de 1975: La revolución de los claveles
por piensaChile
3 horas atrás
Se ha dicho que las revoluciones tardías son las más radicales. Seis años después del Mayo del 68 francés, pero cuatro años antes de que se pusiera en marcha una movilización de masas en el Estado español, la Revolución de los Claveles desplazó a un régimen dictatorial que llevaba casi medio siglo en el poder.
En la vía rápida hacia la autodestrucción, ¿existe aún la posibilidad de un futuro viable para el Estado de Israel?
por David Shulman (EE.UU.)
2 horas atrás
Si Israel quiere sobrevivir, física y espiritualmente, necesita sufrir colectivamente un cambio radical en su visión de la realidad y enfrentarse a algunos hechos desagradables, aunque obvios.
La «paciencia estratégica» de Irán se eleva a disuasión seria
por Pepe Escobar (Desde Moscú)
5 días atrás
Los ataques de represalia de Irán contra Israel no se llevaron a cabo en solitario. Los socios estratégicos Rusia y China cubren las espaldas de Teherán, y su papel en el conflicto de Asia Occidental no hará sino crecer si EEUU no mantiene a Israel a raya.