La educación superior gratuita es posible.
por Rafael Gumucio Rivas, Claudio Filippi Peredo (Chile)
15 años atrás 8 min lectura
José Joaquín Brunner, fue Ministro de Eduardo Frei entre 1994 y 1998. Es un académico reconocido a nivel nacional e internacional. Doctrinariamente es un adalid del neoliberalismo educacional y todas las semanas nos entrega su opinión académica en el principal bastión comunicacional de la Derecha, el diario El Mercurio.
Desde su privilegiada posición, Brunner, en la edición del domingo 27 de Septiembre, analiza los información recientemente surgida de que la contribución de las familias y los estudiantes a la Educación Superior es del 83% cifra que contrasta enormemente con la de los países miembros de la OCDE que registran cifras que va del 4% en Dinamarca hasta a un 53% en Corea, no sobrepasando en promedio el 20%.
El académico nos intenta convencer, de que es lógico y necesario, casi como un dogma de fe, el que las familias y estudiantes aporten en tal magnitud a la Educación Superior, por cuanto los beneficios que obtendrían al terminar sus estudios así lo justificarían. Además, señala, que en todos los lugares las financian los hogares y está francamente en retirada el sistema de la Educación Superior gratuita.
La opinión de Brunner, refleja la clásica y antigua visión de los defensores del modelo económico neoliberal, en cuanto a Educación Superior se refiere. Es decir, de la justificación económica de la inversión pública en Educación.
En efecto, cuando a mediados de los setenta en América Latina se vive el auge de las dictaduras, se comienzan a impulsar y presentar estudios que cuantifican lo que recibe el Estado vía impuestos comparándolo, con lo que gastó en formar a una persona hasta el nivel básico, medio o superior. Esos estudios, muestran que el retorno de la inversión es mayor en los niveles básicos y medios que en el nivel Superior. Aún más, si se compara lo que esa persona y/o su familia gasta en educarse hasta esos mismos niveles, versus lo que retorna de la inversión en términos de ingresos, nuevamente esta cifra es mayor en el nivel superior. Por otro lado, al comparase lo que retorna a la persona en términos de ingresos y lo que le retorna al Estado por concepto de impuestos, es mayor el ingreso personal que los impuestos.
De ello concluyen que es más rentable para el Estado invertir en Educación Básica y Media que en Educación Superior.
Esa lógica argumentativa, es la que utilizaron los organismos financieros internacionales para impulsar los cambios en los sistemas de financiamiento universitarios, focalizando la inversión pública en los sectores básicos y medios e implementando sistemas de becas y créditos, para la Educación Superior. Los mismos organismos financieros internacionales, son los que señalaron que los países eran libres para seguir sus directrices en materia educativa, pero aquellos que no las siguieran no recibirían asistencia crediticia, pues no cumplirían con garantizar el modelo económico-educativo, impulsado por ellos, que no es otro que el modelo neoliberal en su extensión educativa.
La Dictadura, como alumna aventajada en el “experimento neoliberal”, impuso el cambio a inicios de los ochenta, y aún en la memoria de algunos está nítido el recuerdo de un spot comercial gubernamental, hecho en base a dibujos animados, diseñado tal vez para una audiencia infantilizada, y en el cual se nos mostraba la conveniencia de que la Educación Superior se financiara en base al esfuerzo personal y no en base al “aporte de todos”.
Indudablemente, no hubo quien pudiera argumentar lo contrario, en una época en que disentir era peligroso.
Y ese es el sistema, que arreglos más o arreglos menos, vivimos actualmente y en el cual se ha alcanzado un nivel intolerable de sangría económica para los hogares que quieran y/o puedan financiar una educación, no siempre de la mejor calidad y, la mayoría de las veces, con un incierto futuro laboral.
Y ahora que surgen esas cifras, indudablemente aparece una fisura en el modelo planteado, pues de justo y equilibrado no tiene nada, como de más saben los chilenos. Estos estudios comparativos recientes sólo entregan datos, a la experiencia común de la mayoría de las familias chilenas y hacen concreto su legítima indignación frente a un sistema que nunca les fue consultado.
Por eso no es difícil entender, que uno de los defensores del modelo se apresure a argumentar de antemano de que el financiamiento público, en un sistema más justo y solidario, de carácter gratuito o de mínimo aporte personal o familiar, sería financiado por los ciudadanos en último término, vía altas tasas impositivas. Así dejan entrever la opinión de que sería lo mismo, pues en ambos casos provendría el financiamiento de los mismos ciudadanos.
Por último, Brunner, nos dice que “el próximo Gobierno debe escoger entre aumentar el gasto vía mayor tributación o reasignado fondos públicos y empleándolos de manera más eficiente”.
Por esto es importante, analizar las falacias argumentales que surgen del discurso neoliberal expuesto y de sus bases históricas:
* Primero: En las bases del modelo se ve que el argumento principal de un sistema de financiamiento como el actual, es el que en Educación Superior el beneficio privado es mayor que el beneficio estatal, cuantificado en términos de ingresos versus impuestos. Por supuesto, es falaz el argumento del neoliberalismo, pues no considera los beneficios, o “externalidades” positivas en términos económicos, que posee una sociedad que cuenta con una gran cantidad de su población educada, con la cual no sólo se puede producir más, sino que establecer mejores relaciones económicas con otros países, desarrollar conocimiento y cultura, vivir la democracia de una mejor manera y con un mayor nivel de estabilidad, entre otros aspectos. Todos esos son beneficios, que a la larga redundan en el cumplimiento de la función principal del Estado: Asegurar el bienestar general de la población.
* Segundo: Cuando los individuos de una sociedad adquieren un nivel educativo superior, no sólo se beneficia la sociedad en su conjunto, el Estado o el mismo individuo o sus familias. También se beneficia la empresa privada la que cuenta con técnicos o profesionales idóneos para enfrentar los desafíos del mercado. Estas mismas empresas, aportan muy poco al desarrollo educativo, y sin embargo se benefician de él. Los teóricos del neoliberalismo, obvian interesadamente éste aspecto, por cuanto es notoria la ausencia de aporte de la empresa privada, en el desarrollo educacional de los pueblos.
* Tercero: Los cambios realizados durante la Dictadura fueron impuestos, sin consulta a los ciudadanos, deslegitimando el sistema de Educación superior, que hasta la fecha no ha sido puesto en la discusión pública de manera seria y participativa. Sólo tecnocracia y la discusión de un parlamento no representativo de la voluntad popular, distorsionado en su representación a favor de la Derecha y dónde mucho de los congresales tienen o han tenido participación directa en la propiedad de entidades universitarias.
* Cuarto: El sistema se basa en el argumento de que la obtención de un título profesional posibilitaría un aumento del nivel de ingresos de la persona que lo obtiene, lo que no da cuenta del profesional que por una sobresaturación del mercado profesional, no obtiene un trabajo adecuado, permaneciendo subempleado o francamente cesante, situación agravada por la necesidad de responder a un crédito que obtuvo para financiar sus estudios.
* Quinto: El Sistema de Educación Superior, como bien saben los economistas, es un mercado imperfecto, dónde hay un gran desequilibrio entre el poder del consumidor y el poder de la industria educacional. A ello se agrega, que cualquier disminución en la variación en la demanda laboral, no se traspasa directamente a una disminución en la oferta de egresados, sino que existe una latencia de años, en los cuales se debe ajustar, si es que se hace, la cantidad de alumnos que ingresan a las carreras, los que muchas veces eligen la misma con muy poca información sobre el real futuro laboral.
Por lo mismo, no es aplicable el esquema de un mercado auto regulado y que funciona con la mano invisible de la que hablaba Adam Smith. El costo social es demasiado alto, pues significa la acumulación de una inversión que no es rentable para las familias, y que genera en demasiados casos un empobrecimiento de las mismas, así como un daño a la vida misma de esos jóvenes.
El Sistema de Educación Superior es defendido a rajatabla por el neoliberalismo, por cuanto existe un floreciente negocio tanto en la oferta académica misma, en la oferta de créditos para el financiamiento de estudios, así como en negocios asociados al sistema. No es aleatorio la vinculación de políticos y tecnócratas del poder connotados a la propiedad de las entidades que operan el sistema, como se señalaba anteriormente.
Reformar el Sistema de Educación Superior, requiere al menos ratificar el derecho del Estado para ofrecer a través de sus Universidades una Educación Superior gratuita, así como para apoyar financieramente a las entidades privadas que realmente funcionan como entidades sin fines de lucro.
Chile, en su conjunto, debe decidir con que sistema quiere para sus hijos y nadie tiene el derecho para trocar la decisión de los ciudadanos en corregir un daño histórico.
No es labor de un Presidente, ni de los Parlamentarios, ni de político alguno suplantar la voluntad del pueblo, sino que debe ser él que decida en éste y otros temas de trascendencia.
Por el momento, nos quedamos que sólo dos candidatos presidenciales se han definido claramente en ésta área: Arrate y Enríquez-Ominami.
Los otros dos, hasta el momento, aparecen como continuistas de los cambios heredados por la Dictadura y no ofrecen variaciones con respecto a la materia.
Chile no puede olvidar la educación superior gratuita es posible.
30/09/09
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