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Cómo se derrota al sistema (hágalo usted mismo)

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Durante casi todos los siglos XIX,  XX y todavía en este, la idea de derrotar al sistema ha sido una constante en un sector más o menos amplio de la población. El proyecto desde los tiempos de Marx ha sido reemplazar el sistema por otro, ya sea la dictadura del proletariado, las variantes fascistas o los modelos comunitarios anarquistas y nada parece haber funcionado. LAS NECESIDADES DEL INDIVIDUO SON ILIMITADAS Y LOS RECURSOS ESCASOS. Lo hemos aprendido desde el colegio y lo llevamos grabado como el padre nuestro.

Entendemos la Economía como una ciencia natural, siendo que no lo es y es fácil olvidarlo debido a la aplicación de las matemáticas. La Economía parece seguir leyes naturales, existen puntos de equilibro, constantes, variables. Cuando un economista habla, lo hace con el mismo tono con el que el químico o el físico nos hablan de elementos y compuestos o de partículas y planetas. Lo escuchamos como si fuera un experto, un técnico. Es común que economistas de un lado y otro del espectro político se alaben mutuamente sin importar su filiación política; ellos son técnicos primero que nada, su rigor para observar las cosas es científico.

Sí esto es así ¿cómo es que existe la publicidad? Si las necesidades del consumidor son ilimitadas ¿por qué existe toda una industria destinada a crearlas? La publicidad no sólo existe en la forma de comerciales o infomerciales, la programación de la televisión es publicidad: se vende un estilo de vida, los personajes beben un licor de una determinada marca y andan en un auto de otra. Las empresas que producen el vestuario, el licor y los automóviles que vemos en las series y películas pagan para que su producto esté en las escenas… ¿por qué, si las necesidades son ilimitadas?

Si existe la necesidad de crear necesidades –excusen la redundancia –entonces es por una única razón: las necesidades NO son ilimitadas. Si así fuera toda la industria de la publicidad no se justificaría en lo absoluto, sería una pérdida de tiempo y una ridiculez y sabemos perfectamente que no lo es. Las marcas invierten en su imagen, se crean una identidad y se hacen deseables para crear una necesidad allí en donde no había ninguna necesidad. No es lo mismo cualquier zapatilla que una Nike®, ni es lo mismo usar cualquier ropa que una Benneton®, Yves Saint Lauren ®o Carolina Herrera®.

La publicidad usa todos los medios a su alcance para crear estas necesidades ilusorias. La televisión se presta especialmente para esto: penetra en los hogares y cambia la conducta de las personas, modifica sus expectativas e incluso su manera de hablar. Esta herramienta está en manos de empresas de publicidad –los propios canales SON empresas de publicidad y es especialmente escandaloso que el canal estatal también lo sea –y educa, pero educa a consumidores ávidos y dóciles.

Por esto es que la primera herramienta en contra del sistema es la inteligencia bien informada y habituada a examinar las cosas y ponerlas en duda. De pronto podemos decidir que no necesitamos el auto del año, el perfume que se anuncia con la voz susurrante de una mujer en la tele, o el Ipod® que finalmente no suena mejor que mi baratísimo MP3 y que guarda más canciones de las que realmente alcanzo a escuchar.

Una vez que damos ese primer paso de darnos cuenta e informarnos, lo segundo es crear redes sociales, para eso facebook es una herramienta perfecta, así como en su momento lo fueron los blogs o el MSN y lo siguen siendo. Intercambiamos ideas primero, actitudes después y finalmente ello se traducirá en políticas y acciones directas. La gente ya intercambia música sin pagar, pronto intercambiará soluciones energéticas.

La autosuficiencia es un problema para las grandes compañías: Endesa o Chilectra no quieren que los usuarios lleguen a producir su propia electricidad en su casa; Metrogas no quiere calefones solares que disminuyan o acaso eliminen la cuenta del gas de muchos hogares, pero, llegado el momento, no les quedará más que aceptarlo y adaptarse si quieren sobrevivir. Una sociedad informada es una sociedad libre y puede lograr lo que sea.

El primer paso es aquel que ya estamos dando. Creando nuestras propias comunidades de información al margen de la corriente oficial, el segundo será idear sistemas productivos comunitarios incluyendo, porqué no, hasta dinero local producido privadamente por comunidades pequeñas, cosa que ya se ha hecho. Comunidades pueden intercambiar bienes y servicios sin necesidad de pasar por las grandes compañías.

Si dejamos de creer en las premisas falsas del sistema, entonces podremos investigar soluciones. No se trata de instaurar un nuevo sistema al estilo soviético, sino de avanzar a través de pequeños pasos hacia una economía a escala humana. El sistema se adaptará a esto o perecerá. Por ahora, el sistema ha colapsado debido a la falta de esa regulación estatal que no debe existir según otro dogma tan preciado de la economía neoliberal. Las cosas están cambiando, Friedman ha fracasado, la revolución no es por las armas, sino casa por casa, instalando paneles solares, intercambiando información en la red y creando una red menos virtual y más real para el intercambio de bienes y servicios. No se ve como un rimbombante triunfo, así como una vez el llamado socialismo real cayó de pronto y sin ayuda, así el neoliberalismo se cae solo, cayendo en su propia trampa y conteniendo su propia negación no en sus enemigos, sino dentro de sí mismo, en ese demencial despliegue de codicia friedmanita.

Contacto con el autor: Arturo Ruiz Ortega

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