Abril, el internacionalismo y la izquierda chilena
por José Miguel Carrera (Chile)
16 años atrás 5 min lectura
La victoria de Playa Girón en abril de 1961 fue un acto de heroísmo, una verdadera siembra de semillas de dignidad. Estábamos como pueblos acostumbrados a derrotas dignas, pero el pueblo cubano con el comandante Fidel a la cabeza, nos hicieron partícipes de una victoria plena de dignidad.
Como lo señaló en la Cumbre del Alba realizada en Cumaná, Venezuela el comandante Raúl Castro, en 72 horas la partida mercenaria debía ser derrotada, pues ya la marioneta yanqui, la OEA, estaba lista para reconocer a un gobierno títere y apoyar la invasión de Cuba por tropas norteamericanas.
Como pocas veces, la historia dijo otra cosa para los sectores populares. Cuba venció y se transformó en un faro para la lucha de los pueblos latinoamericanos.
La derrota digna de Salvador Allende obligó a los partidos populares de esa época a buscar las causas del fracaso del gobierno de la Unidad Popular. Los partidos Comunista, Socialista, MAPU y el MIR contaban en esa época con el mayoritario apoyo de los sectores populares chilenos.
Una de muchas conclusiones de la derrota fue que el gobierno popular de Salvador Allende no se pudo defender. Las consignas de estos partidos en los momentos previos al golpe eran, ¡No a la guerra civil¡ del Partido Comunista, ¡Avanzar sin transar¡ del Partido socialista y de ¡Pueblo, conciencia, fusil!, del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. A pesar de la intransigencia de las consignas que daban la impresión de una preparación mayor, la realidad mostró resultados devastadores para el movimiento popular y revolucionario chileno.
Para contribuir a la derrota de la dictadura, para defender los nuevos esfuerzos populares y asegurar que nunca más nuestro pueblo fuera aplastado, como lo fue por el golpe de estado de las FFAA, la derecha y el gran empresariado chileno en 1973, los partidos de izquierda decidieron desarrollar el elemento militar en sus estrategias políticas y a construir sus propias fuerzas militares. Aunque todos los partidos de izquierda tenían una política militar, sólo el MIR había desarrollado una fuerza militar propia antes del golpe.
Debido a los avatares políticos y a las negociaciones electorales actuales en que están abocados los actuales dirigentes de estos partidos, es probable que hoy sea difícil conocer el balance y los alcances de esas trascendentales decisiones.
Los dirigentes cubanos, encabezados por Fidel Castro, autorizaron que en sus propias fuerzas armadas se iniciara la preparación de cuadros militares chilenos que alcanzaran la categoría de oficiales. Estos militantes serían utilizados cuando los partidos a los que pertenecían lo decidieran.
Las escuelas cubanas de lucha irregular, mucho antes de abril de 1975, ya formaban combatientes chilenos que luego lucharon heroicamente en nuestra patria y varios países.
Estos militares chilenos, porque de hecho lo fueron, encontraron digno aprender el oficio de la guerra y se formaron en el espíritu del Ejército Rebelde, de la Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, que están impregnados de amor al pueblo y a los pueblos, el internacionalismo.
Observar en la época de la dictadura de Pinochet el actuar de los militares de la FFAA chilenas, reprimir y asesinar a su propio pueblo, era razón valedera para justificar el incorporarse a unas fuerzas armadas de otro país y prepararse para luchar en el propio contra esos militares golpistas.
Cientos de jóvenes chilenos tomaron esa decisión a partir de abril de 1975, inspirados en la actitud de Salvador Allende, en la firmeza de los combatientes de La Moneda y en respuesta a la valiente actitud de miles de luchadores que en el interior de sumaban a la resistencia y a la rebelión en contra de la dictadura derechista.
La victoria de Girón y el ejemplo de Salvador Allende parió a este otro tipo de militares chilenos formados en las FAR de Cuba, que al llamado de Fidel y Raúl y con la aprobación de sus partidos, acudieron a apoyar la lucha del pueblo nicaragüense en la fase final de su heroica lucha, en junio de 1979, y conocieron de la victoria.
A solicitud de nicaragüenses y cubanos, siguieron prestando su apoyo a la naciente Revolución Popular Sandinista, en el Ejército Popular Sandinista y no dudaron en participar en la defensa de la revolución ante los ataques contrarrevolucionarios inspirados y financiados por los EEUU.
Varios internacionalistas dejaron su vida en esta misión de solidaridad combativa y es nuestro deber dar a conocer su ejemplo y valor humano.
Pero como hijos de pueblo chileno, sus principales esfuerzos estaban encaminados a lograr incorporarse a la lucha en contra de la dictadura criminal de Pinochet y la derecha chilena. Y lo lograron. Se hermanaron en el combate con el pueblo que se rebelaba contra la dictadura derechista. Varios murieron en ese intento, y se han transformado en banderas de lucha del pueblo chileno.
El recuerdo de estos jóvenes que entregaron su vida en Nicaragua, El Salvador, Colombia y Chile debe contribuir a la unidad de los sectores populares y la izquierda chilena.
Hoy la izquierda chilena es diferente a la que llamó en su época a estos jóvenes a dejarlo todo por la libertad del pueblo chileno. Está desunida. No se sacude del todo de la represión estratégica que significó el golpe de Estado de 1973, y lleva en parte el estigma de haber participado de una salida negociada de la dictadura pinochetista, que le significó amarrarse a una constitución elaborada por la derecha y los militares golpistas, lo que permitió a estos últimos asegurar sus negociados y juicios por violaciones a los derechos humanos que han dilatado años y con condenas en la “medida de lo posible”.
La izquierda chilena debe luchar por cambiar la constitución y el sistema neoliberal actual.
Por eso es significativo que sectores populares y de trabajadores se unan para salir de la marginalidad política y ocupar los espacios que les corresponde por derecho. Si el esfuerzo federativo recién formado se consolida y no ve al resto de la izquierda chilena como enemiga, sino como un aliado estratégico, es un camino que vale la pena apoyar.
El espíritu de la victoria de Girón de la Cuba socialista está presente en Chile. La entrega de los internacionalistas chilenos en Cuba, Nicaragua, El Salvador y Colombia se unió a la lucha del pueblo chileno y es parte de ella. Su experiencia no es sólo para recordarla en actos cerrados y formales una vez al año, sino para usarla como herramienta de unidad de todo el pueblo y la izquierda chilena.
Construyamos un Chile Digno
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