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Surrealismo: Solamente en Chile somos tan originales

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Solamente en Chile – somos tan originales – podía a estas alturas ser imaginable el espectáculo difundido por los medios, y especialmente por el llamado “decano” de la prensa nacional, tras la muerte del ideólogo nazi Miguel Serrano. En cualquier país civilizado – sin ir más lejos, acaban de echar de Argentina a un cura que se permitió en una declaración poner en duda la verdad histórica del holocausto – no sólo no se habría permitido realizar homenajes públicos a un personaje de la calaña de Serrano, sino que él mismo no habría gozado de privilegios e impunidad tras la repetida difusión de imágenes en las que aparece grotescamente disfrazado de führer criollo o emitiendo continuamente declaraciones en las cuales propugna la eliminación física del pueblo judío.

Sin embargo, el delincuente Miguel Serrano, discípulo de genocidas y sedicente filósofo esotérico, que no se cansó en toda su vida de celebrar en público y en privado las hazañas de monstruosos criminales de guerra y que se rodeó de espeluznantes personajes del hampa político internacional, fue conmemorado en Chile hasta por escritores y periodistas que se dicen habitualmente progresistas, quienes han sostenido sin que se les mueva una arruga ni se les caiga un diente que no hay que confundir las ideas políticas con la literatura surrealista. Nadie les ha respondido, silencio total en el campo intelectaul y político. ¿La comunidad judía está demasiado ocupada en encontrar justificaciones a la masacre de Gaza y no tiene tiempo para denunciar a Serrano? Estoy de acuerdo, no hay que confundir la literatura con las ideas políticas, en la cárcel se han escrito libros maravillosos, y nadie hubiera protestado si Serrano hubiese elaborado sus interesantes elucubraciones tras las rejas de un penitenciario, lugar donde tendría que haber pagado su complicidad en delitos de lesa humanidad y en primer lugar por ensalzar públicamente y propugar activamente el genocidio, no en gestos propios de un pecado de juventud (justificación esgrimida por los comunistas para explicar las Odas a Stalin de Neruda) sino, repito, durante toda su existencia.

Pero concedamos que personajes como Miguel Serrano sean en realidad inofensivos y no hayan representado un peligro para la convivencia civil, porque las sectas nazistas en Chile, aparte la experiencia pinochetista, siempre han sido minoritarias y folklóricas. Lo que en cambio deja muy sorprendido, por decir lo menos, a cualquier observador externo, es esta especie de solapada solidariedad mostrada por los llamados exponentes de la cultura que parecen no darse cuenta de la enormidad de sus afirmaciones. La presunta “alta calidad literaria” de sus libros no es más que una risible opinión teñida del inefable nacionalismo y provincialismo del milieu chileno. En realidad la mayor parte de sus escritos bien podrían figurar en el catálogo de la infamia expuesto por Roberto Bolaño en “La literatura nazi en América”.

¿Cuáles son los méritos que se atribuyen a Miguel Serrano y que se enarbolan para disminuir como actividad secundaria lo que en cambio fue el centro de sus pasiones terrenas, el nazismo militante? El que haya sido amigo de personajes connotados de la cultura universal y de políticos de gran fama (que a decir verdad se limitaron a recibirlo y a dejarse fotografiar con él como con miles de otras personas). La provincia es la provincia, se dirá, no tenemos remedio. Los amigos de Miguel Serrano fueron otros, aquellos que lo acompañaban en las ceremonias y actos políticos nazistas, sujetos buscados por la justicia europea, pistoleros y terroristas franceses, alemanes, italianos, españoles, rumanos, recibidos en suntuosas mansiones santiaguinas y en recónditos fundos donde realizaban instrucción militar por cuenta de la Internacional Negra. Para no hablar de sus complicidades con el régimen de Pinochet, que más de alguien ha pretendido desmentir, en un alarde comprensible de hipocresía.

Éste es el personaje que los lectores de prensa y espectadores de televisión chilenos se han visto hacer pasar por respetable y profundo intelectual, ayudado, claro está, por su apellido y su alcurnia (y para algunos, en el colmo del descaro, por haber sido sobrino de Vicente Huidobro, en Chile al final de cuentas todo se resuelve entre familias). Es bien sabido que el nazismo y el estalinismo contaban entre sus filas con simpatizantes que fueron refinados intelectuales, el totalitarismo es parte integrante de la tradición cultural occidental. Pero creo que ninguno de ellos se arrastró tan bajo como este especimen de la sub-fauna del fascismo chileno. Vergüenza para quienes se han dejado llevar por sentimientos de bajo nacionalismo hasta ensalzar la borrosa y ensangrentada figura de este fallido aspirante a caudillo de la raza.   

Vea video publicado por La Tercera

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