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Chávez, febrero y la fertilidad: de las fiestas lupercales a la Revolución Bolivariana

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Ayer el presidente venezolano Hugo Rafael Chávez logró su propósito de incorporar a las normas constitucionales la cláusula de la reelección indefinida. Por la noche pronunció un discurso durante el cual reiteró una y otra vez la palabra febrero, justamente un 15 de febrero. Chávez ha demostrado a lo largo de sus alocuciones casi cotidianas que es un hombre que conoce de historia, por lo menos en lo que hace al terruño iberoamericano. Sus menciones a Simón Bolívar, José Gervasio de Artigas, Antonio José de Sucre y otros están basadas en hechos ciertos y en reflexiones bien fundadas. ¿Pero en sus invocaciones de anoche a febrero habrá tenido conciencia el jefe de la Revolución Bolivariana de las connotaciones míticas de ese mes que, hasta el año 153 Antes de Nuestra Era (ANE) fue el último del año luego devenido en el segundo?.

El 15 de febrero, precisamente en la misma fecha en que Chávez obtuvo su derecho a la reelección indefinida, en la antigüedad clásica se conmemoraba una de las fiestas claves prerromanas y luego romanas. Vinculada con un período lluvioso, la fecha señalada era la de la "purificación", de febrarius (purificar), con lo que el mes de febrero era el de la purificación. El 15 se conmemoraban las fiestas Lupercales, en homenaje a Lupercus, un animal mítico que también era conocido como Pan. Este animal, de notable vigor sexual, no dejaba de aplicarlo a cuantos pasaran por el bosque donde habitaba. Era el equivalente del Chuzalongo de la civilización andina, con la que más tiene que ver culturalmente Chávez. De las andanzas de Pan o Lupercus surgió la palabra pánico, por el temor que causaban las mismas.

Lupercus, mitad macho cabrío mitad hombre, dotado de un tridente, fue identificado luego por los romanos con el dios Neptuno y, más tarde, por los cristianos, con el diablo. Los sacerdotes el 15 de febrero sacrificaban un macho cabrió y cortaban el cuero en tiras. Esas varas de cuero se denominaban februum y con ellas se purificaba a las gentes para expulsar los males de dentro de ellas y otorgarles el vigor del macho cabrío para generar una vigorosa descendencia. Las mujeres eran golpeadas hasta que sus espaldas quedaran moradas, algo que hoy se vincula conque el movimiento feminista haya tomado en su momento el morado como color simbólico.

La conmemoración, de origen etruco, se practicaba desde antiguo en la Gruta Lupercal, la gruta del lobo (lupus), devenida luego por los romanos, tras recibirla vía los sabinos, en la Gruta Ruminal (por los míticos hermanos Rómulo y Remo donde la leyenda dice que los amamantó la loba. Los jóvenes corrían pos las calles y practicaban el sexo sin pudor alguno, para lo cual eran alentados. Hasta se practicaban concursos para asignar parejas. Era, naturalmente, una fecha propicia para la multiplicación de la sociedad.

Pero también febrero era el mes en que se debía limpiar a fondo todo el ámbito social, incluyendo la poda de los árboles. Se acercaba la primavera y todo debía estar pronto para un renacer de la vida. Los festejos se mantuvieron aún en plena era cristiana. Su transformación tuvo que ver cuando en el 270 el emperador Marco Aurelio Claudio Agusto (Claudio II, "El Gótico") prohibió los casamientos. El estado estaba en crisis y los jóvenes se negaban a alistarse en el ejército amparados en su derecho de esposados. El obispo Valentín salió al cruce de ello y comenzó a realizar casamientos secretos, por lo que fue decapitado, al parecer un 14 de febrero. De resultas de ello, dos siglos después, el papa Gelasio prohibió las lupercalias y un día antes, instituyó el "Día de los enamorados".

Seguramente Chávez, en sus reiteradas invocaciones a febrero, no pensó en las lupercalias y en sus efectos de purificación de los viejo y reproducción de lo nuevo. En tanto, para sus adversarios, seguirá siendo el diablo tridentino provocador de pánico.
16/02/09

-El autor es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UBA en “Historia Económica Argentina” y subdirector de la carrera de “Periodismo económico” y colaborador de la cátedra de grado y de la maestría en “Deuda Externa”, de la Facultad de Derecho de la UBA.

* Fuente: Rebanadas de Realidad

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