Articulos recientes

Al navegar en nuestro sitio, aceptas el uso de cookies para fines estadísticos.

Noticias

Análisis

A 35 años del golpe aparece en Chile la primera investigación científica … (II Parte)

Compartir:

Link a la Primera Parte de este artículo

I. ¿Por qué las lesiones descritas en el Informe de autopsia no serían compatibles con un disparo de tipo suicida, tal como lo señala el Informe de Autopsia? Porque de acuerdo con el análisis del doctor Ravanal en el cráneo del Presidente quedaron registrados dos impactos de bala provenientes de dos armas de fuego diferentes. El proyectil que hizo estallar el cráneo, es decir, el submentoniano, efectuado (presumiblemente) con el fusil AK, habría provenido de un segundo disparo. Mientras que el primer disparo habría penetrado por el entrecejo y salido por la parte posterior del cráneo. Pero lo que descarta que este disparo pudiera haber sido autoinfligido, es que de acuerdo con el doctor Ravanal, no correspondería a uno de tipo suicida, es decir, no habría sido hecho presionando el arma directamente sobre la piel, como ocurre, generalmente, en el caso de este tipo de disparos. ¿Como sabe esto el médico forense? Diferiremos el examen y respuesta a esta pregunta a los pasajes finales de este artículo.

Ahora, ¿cómo consigue establecer el doctor Ravanal el orden de los disparos? Es decir, cómo sabe él cuál de los disparos se produjo antes, y cuál después. Sin duda que basándose en un importante detalle registrado en el Informe de autopsia, que es explicado así:

En la descripción de los pulmones podemos constatar un hallazgo que no es concordante con una muerte instantánea, la que ocurre cuando existe una destrucción cerebral masiva por estallido de cráneo, específicamente me refiero al hallazgo que describe en los pulmones  «…pequeñas hemorragias por aspiración sanguínea «.  tal hallazgo solo seria posible de observar en caso de sobreviva, aunque breve, pero suficiente para mantener la actividad de las funciones pulmonares respiratorias, que hubiesen permitido la aspiración de sangre al interior de los pulmones, hecho que no habría podido acontecer en el caso de una muerte fulminante por estallido de cráneo y encéfalo por disparo único. Por ello no se puede descartar la posibilidad de sobrevida a una lesión cerebral o en otra localización, distinta a la originada por un impacto de bala con estallido de cráneo, lo que refuerza la posibilidad de la ocurrencia de a lo menos dos impactos de bala, separados por un breve lapso de tiempo, suficiente para permitir la aspiración sanguínea pesquisada al interior del pulmón«. (pág.24)    

En otras palabras, si hubo aspiración sanguínea es porque no hubo muerte instantánea (la que hubiera sido provocada por un proyectil único que habría hecho estallar el cráneo), sino que el Presidente recibió un primer disparo (de un arma corta, es decir, de mediano calibre), y luego de un breve tiempo, recibió un segundo disparo, el que sí provocó la explosión del cráneo.

Hagamos, ahora, una comparación, término a término, que por cierto tiene un carácter interpretativo, entre las conclusiones del Informe de autopsia y las del Análisis del doctor Ravanal, siguiendo la forma del primero de estos documentos:

Conclusiones:

Infor. de Autop.: 1. Allende fue muerto por una bala que le entró por debajo de la barbilla,

Análisis de Ravanal: 1. Allende no fue muerto por la bala que entró bajo su barbilla, sino por una que, presumiblemente, penetró por la base de la nariz, saliendo por la parte posterior del cráneo.   

Infor. de Autop.: 2. La trayectoria de la bala mortal fue de abajo hacia arriba, de adelante hacia atrás, casi sin desviación lateral.   

Análisis de Ravanal: 2. La trayectoria de la bala mortal no fue de abajo hacia arriba, sino de adelante hacia atrás.  

Infor. de Autop.: 3. La muerte fue causada por un disparo “de corta distancia”, es decir, por uno sin apoyo directo del arma sobre la piel. 

Análisis de Ravanal: 3. La muerte del Presidente no fue causada por un disparo de corta distancia, sino por una disparada a media distancia.

Info de Autop.: 4. Los residuos carbonosos encontrados en el orificio de entrada del proyectil permiten concluir que se trató de un disparo hecho con un arma directamente apoyada sobre la piel

Análisis de Ravanal: 4. Los residuos carbonosos no demuestran que se haya tratado de un disparo a corta distancia.

Info de Autop.; 5. Por lo tanto el disparo mortal ha podido ser autoinfligido, esto es, de tipo suicida.

Análisis de Ravanal: Las lesiones descritas en el Informe de Autopsia no son compatibles con uno ( o dos), disparos de tipo suicida.  

II. Es manifiesto que el papel del doctor Ravanal se limitaba, en este caso, al examen del Informe de autopsia, y que no le correspondía a él formular hipótesis acerca de posibles escenarios alternativos de la muerte del Presidente. Es más, aunque se revelan allí importantes detalles forenses hasta ahora desconocidos, las conclusiones del análisis de Ravanal, ni aun en el caso de que fueran enteramente correctas, pueden considerarse por sí mismas suficientes para poder resolver el enigma de la muerte de Allende. Esto solo podrá, en principio, ser resuelto a partir de una suerte de síntesis de la totalidad de la información relevante, que provendría de cinco tipos de antecedentes diferentes:         

1. Segunda autopsia de los restos.

2. Declaraciones de los testigos, presenciales o remotos. 

3. Descripción pormenorizada del estado del lugar de los hechos (Matriz).

4. Documentos forenses: 1. Informe de autopsia; 2. Informe de la Policía Técnica de Investigaciones.

5. Escritos testimoniales o interpretativos: cartas, artículos o libros sobre la muerte de Allende

Haciendo uso de la imagen concebida por Cristián Silva, el talentoso diseñador de la portada de mi libro, podría decirse que el puzzle de la muerte de Allende sólo puede llegar a  ser resuelto una vez que cada una de sus piezas, forenses, documentales y testimoniales, calcen adecuadamente en el lugar que les corresponde. Pero no cabe duda que el doctor Ravanal ha aportado importantes, nuevas, y hasta ahora desconocidas piezas a este complejo puzzle.  

Como autor de un libro de carácter interpretativo sobre este tema es natural que me pregunte: ¿de qué manera las conclusiones del análisis del doctor Ravanal  afectarían, en general, los planteamientos centrales de mi libro, y en particular la hipótesis formulada en su epílogo, según la cual el Presidente se habría dado muerte utilizando un arma corta?     

Nos parece que en esta investigación hemos sido certeros en cuanto a señalar que en la muerte de Allende hay todavía muchos misterios no resueltos, y que por tanto nadie ha dicho aún la última palabra al respecto; y podríamos agregar ahora, ni siquiera el doctor Ravanal.

Como lo escribiera yo al final del epílogo: “…me conformaría con que la lectura de este libro consiguiera despertar la curiosidad y el interés del más amplio número de personas, tanto dentro como fuera de Chile, en torno a la necesidad de reexaminar lo ocurrido en La Moneda la tarde de aquel 11 de septiembre de 1973, pues sobre la muerte del Presidente Allende aún no se dicho, ni escrito, la última palabra; ni tampoco acerca de muchos otros enigmas que rodearon el Golpe y que continúan sin haber sido resueltos”.

Hace algunos días, escuchando una entrevista al abogado Roberto Celedón en Radio Cooperativa, de Santiago, fui gratamente sorprendido  por una referencia suya a algunos datos contenidos en mi libro, lo que me hizo pensar que, probablemente, aquellas palabras mías no habían caído en oídos sordos, y que  tal vez mi propia investigación pudo haber contribuido en más de algo a que no se dé por cerrado el caso, y a que aquel abogado, junto con Matías Coll, hayan tomado la iniciativa de solicitar los expertos servicios del doctor Ravanal. 

Un buen número de pasajes del examen metapericial se refieren, como lo hemos indicado en la primera parte de este articulo, a deficiencias y omisiones técnicas reflejadas en el Informe de autopsia, entre las que se destacan  aquellas referentes a la descripción y toma de muestras de residuos carbonosos y nitrosos de las manos del Presidente, de gran importancia  para poder determinar la naturaleza de los disparos que le causaron la muerte. Al respecto escribimos en el 2006:

“Existen dos observaciones contenidas en el informe policial que es necesario examinar y explicar a la luz de nuestra hipótesis. La primera de ellas se refiere a la existencia de restos carbonosos de cierta consideración que fueron encontrados en el arco índice-pulgar de la mano izquierda del Presidente, lo que los detectives atribuyeron al hecho de que aquel habría sostenido con esta mano el cañón de su rifle AK en el momento de dispararse. Ya nos habíamos preguntado antes en relación a esto, ¿cuán confiables pueden ser tales indicios, y su interpretación, en el caso de una persona que ha estado disparando con armas automáticas por un espacio de casi cinco horas? Lo más curioso, y que pareciera confirmar nuestras dudas al respecto, es que en la parte del Informe de autopsia titulada: Informe No. 2782, en el que se consigna el resultado del examen de pólvora de una muestra de piel de la palma de la mano izquierda de Allende, se lee: “Piel palma mano izquierda. CARBON en pequeña cantidad. NITRATOS, negativo”. Es decir, la palma de la misma mano que en el informe de la policía civil aparece impregnada de residuos carbonosos, aquí apenas si revela la existencia de vestigios de este origen.”(Las Muertes de Salvador Allende, Una Investigación crítica de las principales versiones de sus últimos momentos, Santiago, RIL Editores, 2006,  pág, 210).

El doctor Ravanal hace una consideración muy semejante en una de las páginas centrales de su Informe:

Adicionalmente el Informe [de autopsia] describe la presencia de otro tipo de mancha:

En la parte externa de la palma de la mano izquierda hay una zona de impregnación de substancia negruzca, que cubre un área de 2 por 4 cms.”               

No es posible establecer cuál es el origen y composición de esta sustancia “negruzca” presente exclusivamente en la palma de la mano izquierda, no obstante que pudiera asociarse a residuos o restos de deflagración de pólvora o de humo. En tanto, la mano contralateral, es decir, la mano derecha, revela una condición atípica si lo correlacionamos, no solo con disparos de arma de fuego o manipulación de armas de fuego, sino que con las circunstancias y escenario en el cual se encontraba el presidente Salvador Allende, durante sus últimas horas de vida, las que transcurrieron en  el Palacio de La Moneda, que ardía en llamas, un ambiente donde los residuos de pólvora, fuego y humo abundaban, lo que hacia altamente probable que existiesen en el cuerpo y en especial en ambas manos residuos de carbón y nitritos. Curiosamente, de acuerdo al informe de autopsia, no se encontraron rastros de estos elementos  en la  mano derecha ni tampoco en el dorso de la mano izquierda”. (Ravanal, pág. 13).           

Resulta satisfactorio para este autor constatar como nuestra observación sobre la poca confiabilidad de la recolección de muestras de restos de pólvora en las  manos del Presidente, así como sus posibles efectos sobre la determinación  del tipo de muerte sufrida por éste han sido hechas, también, por el doctor Ravanal.   

En lo referente a nuestra hipótesis de un suicidio con arma corta, las cosas no son tan claras ni tan simples. Basados en las observaciones del Informe de Autopsia, según lo entendimos entonces, concluimos en el 2006 que “el Presidente se suicidó mediante un disparo bajo el mentón, [porque] así lo demuestran la posición y características  de la herida de entrada del o de los proyectiles mortales, el halo carbonoso que lo rodeaba, etc., etc. Sin embargo, ninguna de las observaciones o evidencias contenidas en estos documentos demuestran, satisfactoriamente, que el arma suicida haya sido el fusil AK del Presidente. En realidad la indebida interferencia militar en el escenario del suicidio, y el desconocimiento de los calibres de las balas mortales, hacen completamente imposible esta demostración, dando pie así a la posibilidad de que en el suicidio se haya utilizado otra arma, presumiblemente un arma corta, que luego de ser disparada debió haber saltado lejos de la mano de Allende para terminar reposando sobre el piso alfombrado, a una cierta distancia del referido sillón”.(Las Muertes de Salvador Allende, pág. 212).       

En cuanto a esto último, encontramos en el análisis del médico legista algunos pasajes en los que se alude indirectamente a aquella arma, y otros en que él se refiere directamente a ella. Entre los primeros, véase por ejemplo, el siguiente:

Las lesiones existentes a nivel de la cara, descritas en el Informe de Autopsia de Salvador Allende, son compatibles con aquellas originadas por proyectiles, en donde el orificio de bala de salida de aspecto redondeado, es altamente probable que haya sido originado por un proyectil de baja o media energía, y [que] por lo tanto no coinciden con el disparo y proyectil de alta energía que provocó la lesión submentoniana”(pág.25)

Significativamente, el doctor Ravanal cita en apoyo de las consideraciones precedentes aquellos mismos párrafos del Acta del Peritaje de Investigaciones que yo había destacado y examinado antes en la páginas 136 y en otros lugares de mi libro:   

Sobre su abdomen y antebrazo derecho, se encuentra colocada un arma automática, con el cañón dirigido hacia la derecha (ver anexos). Al lado izquierdo del cadáver y sobre el sofá se encontraba un cargador de arma automática sin munición y un casco con las iniciales J.M.F., en una de las cintas interiores de suspensión.”

Destacando además en dicho informe, el siguiente texto:

2.1.4 Proyectiles y vainillas.

El croquis No. 15.255 y foto S, señalan la posición en que los peritos ubicaron diversas vainillas y proyectiles. Además la foto R, muestra un cartucho para pistola.

No se pueden proporcionar mayores antecedentes sobre estos elementos, por cuanto fueron entregados a personal militar a las órdenes del señor general Javier Palacios R., conjuntamente con el arma antes citada”. (Negritas del doctor Ravanal).

Sin embargo, y sorprendentemente, la conclusión final de esta parte del análisis del doctor Ravanal cierra de modo categórico toda posibilidad de que el arma suicida hubiera sido la pistola arriba mencionada, cuando escribe:

“Sumadas las descripciones autópsicas, con los antecedentes del sitio del suceso, se puede perfectamente establecer que el cuerpo ha sido impactado en distintas ocasiones por proyectiles de diferente calibre y velocidad, no siendo ninguna de las heridas faciales existentes compatibles con lesiones de tipo suicida”.(pág. 26, destacado nuestro).       

Esta conclusión, que indicamos al principio, no me parece adecuadamente fundada, por las razones que expondremos a continuación. Preguntándose por el origen del proyectil que originó el orificio de salida, es decir, el que encuentra ubicado en la parte posterior del cráneo, y luego de señalar que “una respuesta definitiva a esta interrogante podría surgir de un estudio directo de los restos, el doctor Ravanal señala que su procedencia pudiera encontrarse en “una herida contusa irregular en el dorso nasal y área palpebral derecha, descrito en el Informe de autopsia como “un desgarro cutáneo que compromete el dorso de la nariz en su mitad superior y [en] la región cilio-palpebral interna derecha”. 

Y luego de constatar que esta herida ha sido descrita, también, en el Informe de la Policía Técnica de Investigaciones, procede a reproducir la totalidad de su texto, luego de lo cual concluye lo siguiente:

La herida descrita en ambos informes (autopsia y sitio del suceso), a nivel nasal derecho, es concordante con un orificio de entrada de proyectil balístico, puesto que además en proyección lineal coincide con el orificio de salida descrito en la línea media interparietal posterior (sagital)…”. (pág. 20)         

A partir de lo anterior cabe preguntarse, ¿dónde, en el Informe de autopsia, o en el de la Policía Técnica, se encontraría la información que permitiría establecer que la herida en el nacimiento de la nariz no es de carácter suicida? Los autopsistas militares le asignaron tal peso explicativo al disparo que provocó la explosión del cráneo, que incluso aquella herida nasal es descrita en su Informe como siendo, simplemente, un efecto externo del paso de aquél. Por lo que no incluyen ninguna información respecto de sus características específicas. Esto me hace pensar que las conclusiones y descubrimientos del doctor  Ravanal, hasta donde me es posible interpretarlos adecuadamente, parecieran no haber refutado mi hipótesis de un suicidio con arma corta, más allá de lo que pudiera parecer a primera vista.       

Consideraciones finales.

III. Nos ha llamado la atención que entre las omisiones detectadas por el doctor Ravanal en el Informe de autopsia, se haga solo una referencia casual al hecho de que en aquel documento (y también en el Informe de la Policía Técnica) se omitan completamente los calibres de las armas mencionadas, así como  su identificación especifica, incluso en el caso del fusil AK (2) con el que, supuestamente, se habría dado muerte el Presidente. Esta nos parece una irregularidad mayor de aquellos documentos, de la que he dejado constancia en mi libro en los términos siguientes:   

“Ninguna de las armas allí mencionadas (ni el rifle AK de fabricación soviética del Presidente; ni la misteriosa pistola que se nombró en el apartado 2.1.4), aparecen identificadas de modo preciso, es decir, indicando su calibre, número de serie, procedencia y manufactura. Lo mismo ocurre con los cartuchos y vainillas, indicadas en el referido apartado, de las que ni siquiera se indica su número o cantidad exacta, así como el cargador de “arma automática” que fue encontrado sobre el sofá, al costado izquierdo del cuerpo de Allende”. (Las Muertes de Salvador Allende, pág.141)   

Tampoco pareciera concederle gran importancia el doctor Ravanal  al hecho, que yo también destaco en mi libro, de que en Informe de la Policía Técnica quedó constancia de la interferencia militar en el escenario de la muerte del Presidente, así como de la indebida apropiación de evidencia balística en la que incurrieron soldados golpistas. El doctor Ravanal cita estos pasajes, como lo mostramos más arriba pero, aparentemente, no le concede a estos hechos la importancia y significación que evidentemente tienen.  

Para terminar, es manifiesto que los custodios de la “versión oficial” han preferido denostar el trabajo del doctor Ravanal, en vez de reconocer públicamente que la muerte de Allende no ha sido, hasta ahora, adecuadamente investigada y estudiada, y que en 18 años no han tenido, ni demostrado, el menor interés en que se establezca científicamente la verdad de los hechos.

En vez de denigrarlo, deberíamos felicitar al doctor Ravanal  por haber incorporado a la investigación en curso sobre la muerte del Presidente Allende una serie de nuevos e importantes elementos forenses que, esperamos, nos ayuden, en el mediano o largo plazo, a resolver, finalmente, los principales enigmas de este extraordinario caso.

Notas.

1. En la primera parte de este artículo escribimos erróneamente que el día 9 de septiembre El Periodista había publicado una entrevista al doctor Ravanal, cuando en realidad lo que aquel medio hizo fue reproducir un largo extracto del Informe del médico forense, junto con algunos datos de su vida y currículo. Agradezco a Francisco Martorell, director de El Periodista, por haberme sacado de aquel error. La misma publicación, en su último número, el 157 del 26 de Septiembre de 2008 (páginas 33 a la 38), ha reproducido en su totalidad el capítulo IV de Las muertes de Salvador Allende, bajo el título de: ¿Qué ocurrió el 11 de septiembre en La Moneda? 

2. Ni siquiera existe certeza de que el fusil encontrado en el Salón Independencia, y requisado  con posterioridad por los golpistas, sea, efectivamente, un AK 47. Yo me inclino a pensar que se trata más bien de un AKMS, fusil de asalto modernizado (1959). Max Marambio, quien sabe de armas, se refiere al fusil del Presidente como a un AKM, que yo interpreto como una manera abreviada de referirse al AKMS, puesto que no existe otro fusil con aquella denominación. Véase el libro de Max Marambio, titulado: LAS ARMAS DE AYER, Santiago, La Tercera/Debate, 2007, pág. 87.

Compartir:

Artículos Relacionados

Deja una respuesta

WordPress Theme built by Shufflehound. piensaChile © Copyright 2021. All rights reserved.