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Allende, el hombre y el político

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En los más de 34 años transcurridos desde la muerte del presidente Allende se han escrito, tanto en Chile como en el extranjero, una enorme cantidad de libros, de variada intención, calidad y altura, acerca de su vida, época, ideas, obra, gobierno, legado y muerte. Algunos de ellos no han sido más que tendenciosas diatribas en contra del líder popular redactadas por plumarios de baja categoría al servicio de la dictadura. En realidad en los primeros años postgolpe estos insofisticados libros denigratorios, muchos de los cuales fueron publicados en Chile por casas editoriales de extraños y desconocidos nombres, constituyeron prácticamente  las únicas expresiones escritas de cierta extensión (aparte de las periodísticas), dedicadas a  narrar  la vida de Allende y su gobierno, que circularon en Chile. Por cierto, eran parte de la campaña de falsificación y desprestigio que la dictadura se encargó de lanzar contra sus víctimas desde el mismo día de su brutal apropiación del poder en 1973.

Por muchos años no pudieron realizarse en Chile verdaderas investigaciones históricas sobre el período, ni publicarse  un solo libro medianamente objetivo, o serio, acerca del presidente y su gobierno. Como nunca debe olvidarse, los milicos fascistas y sus aliados civiles requisaron y quemaron la casi totalidad de los libros “políticos” escritos y publicados antes y durante la Unidad Popular, tanto en las bibliotecas públicas como en las privadas que consiguieron asaltar; al tiempo que, durante los 17 años de su espurio gobierno, ejercieron un férreo control y censura sobre la publicación de todo tipo de libros, especialmente de historia, ciencias sociales, teoría política, filosofía social, etc.  Se trataba, obviamente, de “secuestrar la historia” de Allende y su gobierno, en la acertada expresión de Vásquez Montalbán; es decir, de ocultar o falsificar la realidad de lo ocurrido en cada uno de aquellos “mil días” de la Unidad Popular, al tiempo que se silenciaban sus logros y se denigraba la imagen de su líder máximo.

En razón de la mencionada adulteración y censura las primeras obras biográficas o testimoniales sobre Allende y el golpe, escritas por personas estrechamente asociadas a él, sólo comienzan a aparecer en Chile a partir de mediados de 1980, es decir, en el mismo momento en que hacen su entrada en la escena política chilena las masivas y exitosas “protestas” en contra de la dictadura. Entre estas obras se cuentan, en primer lugar, el libro de Osvaldo Puccio: “Un cuarto de Siglo con Allende. Recuerdos de su  Secretario Privado”(1985) publicado en nuestra lengua cuando su autor ya había fallecido en su exilio alemán; seguido de “El Chicho Allende”, de Carlos Jorquera (1990); “Allende. Visión de un militante”, de Jaime Suárez B. (1992); y posteriormente “El último día de Salvador Allende”, del cardiólogo del Presidente, el doctor Oscar Soto. (1999) . La primera biografía del presidente, en cualquier lengua, titulada Salvador Allende, fue escrita por el historiador ruso J. Lavretski a los pocos años del golpe, pero a pesar de que fue traducida y publicada en español, ya en 1978, por la Editorial Progreso, de Moscú,  permaneció fuera del alcance de la mayoría de los lectores chilenos.  

A esta breve, aunque importante lista de libros testimoniales, vienen a agregarse hoy las “Memorias” de Ozren Agnic, que cubren los años en que fuera secretario privado de Allende (1957 a 1965), así como sus experiencias como observador participante durante los años de gobierno popular, en su calidad de Presidente Ejecutivo del Banco de Concepción, sus traumáticos 22 meses como preso político de la dictadura, hasta su final expulsión del país en junio de 1975. 

Como es imposible comentar cada uno de los aspectos, temas y pasajes de este libro de 322 páginas, nos limitaremos a  reseñar aquellos puntos que nos parecen más novedosos y relevantes, o allí donde se destacan mejor las contribuciones de su autor al conocimiento del presidente, así como a la historia del movimiento y el gobierno popular.   

El libro de Agnic se inicia con un relato de su primer encuentro con Allende en 1952, mientras cursaba el cuarto año de humanidades, que recuerda las experiencias de otros hombres que, antes y después, fueron atraídos por la personalidad y propuestas políticas de este gran líder carismático. Cinco años después de aquel encuentro, Agnic es “enrolado” por Allende para que  trabaje con él en la campaña presidencial de 1957, y posteriormente lo nombra su secretario privado en el Senado.

Este libro no sólo es un  interesante  y revelador relato de las experiencias personales de su autor en su contacto diario con Allende por más de tres lustros (en el senado, en sus innumerables campañas)  sino además una explícita apología de éste como persona, figura y líder del movimiento popular chileno. De allí que en muchos pasajes de estas “Memorias” se contrapongan a menudo a las malignas diatribas contra Allende propaladas por la dictadura, las que son contrastándolas con las significativas experiencias de primera mano del autor en su trato cotidiano con el líder popular. La imagen de Allende que Agnic va presentándonos a lo largo de estas páginas es la de un hombre incansable, altamente preocupado por el bienestar y el futuro de su pueblo, así como el de sus colaboradores inmediatos, con un gran sentido de la moralidad y la dignidad, que se manifiesta en cada uno de los detalles de su vida de hombre, político en campaña y de senador. Esto es, la visión de un Allende “de elevada conducta ética , hecha de honorabilidad y rectitud cotidiana”, para decirlo en frase prestada de nuestro Julio César Jobet.  

Descontando la inevitable cuota de idealización, partidismo y simpatía hacia su persona, la  figura de Allende como ser humano y político que ha ido  emergiendo de los testimonios que se contienen en las obras más arriba indicadas, se nos revela como sumamente creíble y consistente, pues se ha formado a partir de relatos escritos independientemente, incluso en diferentes países y oportunidades, por personas que conocieron o trabajaron junto a Allende, en distintas épocas de su vida; las que en su mayoría tuvieron acceso a libros, documentos, y archivos personales. En este sentido el libro de Agnic es diferente, porque fue escrito enteramente a partir de sus recuerdos, dado que toda la documentación que pudo haber sido utilizada en su redacción fue intencionadamente robada, o destruida, por los esbirros de la dictadura.

Mientras desarrolla su relato, Agnic se encarga también de refutar e iluminar algunos mitos que han circulado persistentemente en torno a Allende y a su nombre, por ejemplo, nos informa que el líder popular no se llamó nunca Salvador Isabelino del Sagrado Corazón de Jesús Allende, sino que ésta fue una invención satírica de Oscar Weiss, quien en realidad nunca fue amigo del presidente, como se ha dicho y repetido, sino su encarnizado opositor dentro del Partido Socialista.   

Otra interesante y significativa revelación del autor de estas “Memorias” es algo que no quedó registrado en la historia de la época , y de lo que muy pocos supieron en su momento. Y es que el presidente Carlos Ibáñez le propuso a Allende (quien había sido derrotado por Jorge Alessandri en las elecciones de 1958), a través de su emisario, el general Horacio Gamboa, que no respetara el veredicto de las urnas , y que con su apoyo y anuencia se tomara el gobierno. La respuesta de Allende ante aquella insólita propuesta, reconstruida y conservada gracias a la buena memoria de Ozren Agnic, merece ser citada aquí en su totalidad, porque es una nueva confirmación del profundo espíritu democrático y de “fair play”(juego limpio) del presidente mártir:  

“General, jamás, nunca en mi vida he oído tamaña insensatez y monstruosidad… Me extraña sobremanera que un general de la república se preste para ser el recadero de esta infame maniobra que me está proponiendo Ibáñez a través suyo. Tenga usted muy claro que mi vida personal es intachable y que jamás prestaré mi nombre ni mi posición para que corra sangre inocente en Chile. Lo aberrante de su mensaje es la antítesis de mis convicciones. ¿Han perdido ustedes la razón?, ¿no han meditado las consecuencias de lo que están planeando? Si el señor Ibáñez ha creído por un solo instante que puedo ser su pelele, se ha equivocado rotundamente. Por esencia, por filosofía, demostrada en la trayectoria de toda mi vida política, soy profundamente demócrata. Regresen [ustedes] por donde vinieron y díganle al señor Ibáñez que seré el primero en respetar el veredicto de las urnas, así como seré el primero en combatir cualquier intentona sediciosa en Chile, tal como denuncié en su oportunidad la actuación golpista del general y su conocida Línea Recta. Señores, han pasado 34 años y el señor Ibáñez sigue siendo el mismo golpista inmoral de 1924. No tenemos nada más que hablar. (Ozren Agnic, Originales, pág. 62.

En un número considerable de pasajes, el autor de estas “Memorias” alude a los dineros recibidos por la D.C. chilena de manos de la CIA, y de otros organismos norteamericanos, públicos y privados. Es oportuno señalar aquí que estos pasajes, solidamente apoyados en citas pertinentes de los documentos desclasificados sacados a la luz por las investigaciones que se resumirían en el Informe Church, provocaron los intentos de censura, y el final rechazo de la publicación de este libro, por parte del CESOC, Ediciones ChileAmérica, como lo hemos denunciado ya en otra oportunidad.  
  
La parte final del libro que reseñamos contiene un detallado relato de las terribles experiencias del autor en la Isla Quiriquina, a manos de sus sádicos carceleros de la Armada, junto a cientos de otros “prisioneros de guerra” que tuvieron la desgracia de ir a parar a aquel infierno. Conociendo los marinos fascistas la vinculación de Ozren Agnic con el presidente Allende, fue  interrogado allí en varias oportunidades acerca de las vida y propiedades de aquél, buscando, sin duda, obtener información comprometedora que les permitiera desprestigiar públicamente al líder popular.

A partir de la lectura de los últimos capítulos de este  libro, es posible comprender que el ficticio Plan Zeta no fue un puro ejercicio de guerra psicológica en contra de la Unidad Popular, destinado solo a justificar públicamente el Golpe, como generalmente se lo entiende; sino una maquiavélica invención que fue hecha realidad por la sistemática acción criminal de los propios golpistas, al servir como motivación y justificación interna de los interrogatorios, torturas y  asesinatos de muchos partidarios del gobierno de Allende.      

En fin, no cabe duda que al escribir, y hacer publicar, sus “Memorias”, Ozren Agnic ha hecho una importante contribución, no sólo al conocimiento de la vida, obra y personalidad del presidente Allende, sino también al conocimiento de la historia del movimiento popular chileno, del que éste fuera su líder indiscutido por más de tres décadas.   
                                             
Nota:
1. Ozren Agnic, ALLENDE. EL HOMBRE Y EL POLITICO, Santiago, RIL Editores, 2007, 322 pp. Prólogo de Juan Guzmán Tapia.

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