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Se corre riesgo económico al entonar el himno «La Internacional»

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Este hecho me hizo recordar y desempolvar un artículo antiguo, que dice relación con un hecho anterior, no sucedido aquí en Chile, y que hace referencia al grado extremo de aprovechamiento y afanes de comercialización a que hoy día se ha llegado, en todos los ámbitos, de lo cual, ni el  himno ”La Internacional”, ha podido escapar a la rapacidad de esos afanes.

Para graficar  el asunto, nada mejor que transcribir la noticia, tal cual se dio en su momento, con el respectivo comentario de mi autoría, nota que,  si mal no recuerdo, alcanzó a publicarse en algunos medios alternativos electrónicos,  de cuyos nombres en estos momentos no recuerdo.


TRANSCRIPCIÓN DE LA NOTA:

En mi diario recorrido de navegación por las páginas de internet, que almaceno en mis archivos, como mis favoritos, hubo una noticia que me llamó poderosamente la atención, publicada en www.tercerarepublica.com, y cuyo tenor transcribo a la letra:

“Los gestores franceses de los derechos de autor han pedido mil euros al actor y realizador francés Pierre Merejkowsky y a su productora, Les Films Sauvages, por silbar durante siete segundos “La internacional” en una película, según informó Le Monde”.

“La sociedad para la administración de los derechos de reproducción de autores compositores y editores (SDRM), que gestiona los derechos de autor en soporte cinematográfico, han reclamado la citada suma por reproducir “La internacional” sin autorización.”
“La música fue compuesta por Pierre Degeyter (1848-1932), siendo autor de la letra Eugene Pottier (1816-1887), y no podrá usarse libremente hasta el 2014 (según los demandantes). La película “Insurrection, résurrection”, estrenada en una sala de arte y ensayo, sólo vendió 203 entradas”.

“El compositor Pierre Degeyter murió prácticamente en la miseria, sobreviviendo en sus últimos años mediante una pensión abonada por la extinta Unión Soviética”.

Ahora bien, apenas leída esta noticia me salió de inmediato toda la bronca, lo que me llevó, de inmediato, a sentarme frente a mi computador  para redactar una nota, para hacer sentir mi protesta. Un hecho  deplorable que, en mi opinión, desde el punto de vista cultural, resulta inaceptable,  aún sea haya sucedido en una sociedad tan mercantil, podrida y miserable como la que nos encontramos viviendo.

Ahora bien, yo creo que los cobros de derechos de autor son legítimos cuando éstos derechos van a parar directamente a los bolsillos del autor o sus herederos directos por un tiempo que no puede ser indefinido. Eso está fuera de toda duda. Pero ya  fallecido el autor, y cuando ha transcurrido  más de un siglo, como es el caso de la nota,  y siguen subsistiendo intermediarios de por medio,  pretendiendo seguir cobrando derechos de autor, respecto de una obra de un creador del cual ni siquiera conocieron, ni aún a sus familiares más directos que le sucedieron, la cosa desde el punto de vista de la lógica y la misma ética, se empieza a complicar transformándose en un asunto muy feo.

En el caso de «La Internacional» el cobro de los derechos por parte,  de los nuevos chupa sangre,  que quieren usufructuar respecto de las creaciones de otros, es lisa y llanamente propio de  sinvergüenzas que quieren apropiarse y usufructuar del trabajo creativo ajeno.

Por lo demás, hay creaciones que, por su propio carácter, pasan a ser obras patrimoniales de la humanidad, como es el caso de «La Internacional».

Personalmente he asistido aquí en Chile a muchos  actos en donde al final se canta la Internacional. Incluso, recientemente, en los funerales de Gladys Marín, en el hemiciclo del antiguo parlamento, en donde se velaban sus restos, por televisión, vimos a una gran masa cantando la Internacional, a la que el propio presidente de Chile, Ricardo Lagos, no se pudo restar entonándola junto al resto.

¿Quien tendría que pagar los derechos de aquello… ¿Ricardo Lagos?… ¿El partido Comunista de Chile?… ¿O tendrían que hacer una “vaca” todos los asistentes que la cantaron?

En mi opinión, los que andan persiguiendo los derechos de autor del himno  “La Internacional”, no pueden ser sino una manga de aprovechadores y descriteriados que merecen todo nuestro repudio. Por este camino, hasta podríamos encontrarnos algún día con algún otro mercachifle, asaz de vivo, que exhibiendo añosos documentos pretenda hacerse depositario  de los derechos de autor de nuestro “Himno Nacional”, y así cobrarnos a quienes la silbáramos o la cantáramos por los medios de la televisión o el celuloide.

En uno y otro caso (uno real y el otro ficticio), creo yo, …¡Habría que darles una buena patada por el trasero!… ¿No les parece?
(06.02.08)

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