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Los Chicos del Pueblo en el techo noreste de la Argentina

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 “Desde chiquito yo me enamoré,
me enamoré de un hermoso sueño,
en el que todos podían comer,
en un país que no tenía dueño”,

así cantaron los Chicos del Pueblo después del cuarto día de su viaje al centro de la conciencia de la Argentina. Fue en Formosa, paraíso misterioso, frontera con el Paraguay, tierra estragada por masacres y robos impunes, pero capaz de seguir pariendo dignidades y alegrías.

Camino a la provincia, el casi medio millar de pibas y pibes se detuvieron en el monumento que recuerda la treintena de fusilados en Margarita Belén, el 13 de diciembre de 1976, cuando las mafias mataron para robar en su intento de exorcizar para siempre las esperanzas del pueblo. Allí hablaron las Madres de Plaza de Mayo, Víctor De Gennaro y Hugo Rodríguez, secretario general de la CTA del ChaCo, explicando los motivos de la sangre derramada a las chicas y chicos marchantes.

Contaron que allá por 1975, las Ligas Agrarias controlaban la mayor parte de la producción de la generosa tierra formoseña y que grandes pulpos como Bunge y Born solamente debían conformarse con la cuarta parte de lo que se trabajaba. Después vino la noche carnívora, y la multinacional de origen argentino se quedó con el 75 por ciento de lo que hacían las mayorías en los campos de fantasía formoseños y chaqueños. Para Rodríguez, aquella lucha de las compañeras y compañeros ultimados en Margarita Belén sigue en la Marcha de los Chicos del Pueblo.

Ya en Formosa, con cielo nublado, chicos y maestros se arrimaron para abrazar, cantar y contar. Estaban los militantes de la CTA y Barrios de Pie, entre otras organizaciones populares.

La caminata murguera y arrabalera llegó a la Plaza San Martín. Allí hablaron los niños del Movimiento Chicos del Pueblo.

“Hoy salimos a la calle para decir que el hambre es un crimen, y que no nos maten”, dijo una luminosa nena formoseña. Y otra, de Barrios de Pie, denunció en voz bien alta: “Quiero contarles que en mi provincia hay muchos niños y niñas que no la pasan bien porque no tienen casa, no tienen las cuatro comidas diarias, que duermen con mate cocido y que no se alegran todos los días, que nunca van de vacaciones”.

Después fue el turno de otra niña que desde hace un mes y un día está acampando junto a su familia frente al Instituto Provincial de la Vivienda, reclamando un lugar digno para vivir: “¿Porque somos pobres no tenemos los mismos derechos que otros niños?”, preguntó.

Por su parte, Pablo Vacazur, referente del Movimiento Nacional de los Chicos del Pueblo de Formosa, remarcó: “Hace quince años marchamos por la Masacre de la Comisaría de Formosa donde se murieron quemados ocho niños. Hoy está con nosotros el padre de Antoliano Figueredo, muerto hace dos años por la represión policial. Los pibes que mata la policía no son los pibes que andan en moto, son los pibes que andan en la calle, son los pibes que no tienen para comer”, acusó con dolor y coraje.

“Queremos una sociedad a base de ternura y niñez, eso es el Movimiento. Queremos una sociedad justa. Creemos que la sensibilidad de nuestros gobernantes es de piedra. Formosa es una de las provincias con mayor índice de mortalidad infantil. De qué nos sirve una escuela si no tenemos zapatillas para ir. De qué nos sirven 10 mil cuadras de pavimento si el pavimento no se come”, terminó diciendo.

Y al final, como siempre, sonaron los cantos de la esperanza, amasada en el compartir, con la levadura de la conciencia y la fuerza de las semillas de verdad y proyectos.

Mañana viernes la cita será a las 15 horas en Reconquista, sobre el viejo territorio que alguna vez explotara La Forestal. Será allí donde, a través de los Chicos del Pueblo, explotará la ternura con su arrasadora onda expansiva de compromiso y amor.

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