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La Francia política y la Francia social

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Nuevamente triunfó un presidente de derecha, lo cual no es nada nuevo en la historia de la V República francesa, pues sólo una vez y por dos períodos, logró el poder un presidente socialista, Francois Mitterrand. La diferencia hoy es que Nicolás Sarkozy representa, para los franceses, lo más reaccionario, anti inmigrante y neoliberal de la derecha de ese país. Como Ministro del Interior de Jacques Chirac, se permitió tratar de canalla a los habitantes de los suburbios; Sarkozy pretendía terminar con la Francia rebelde de mayo de 1978. Se considera,  junto a Tony Blair y José Maria Aznar, uno de los pocos amigos europeos de Georges Bush que, como él, pretende reducir los  impuestos a los  especuladores  financieros, limitar la protección social, aumentar la explotación de la energía nuclear y reducir los sistemas de previsión que han asegurado, a través de la historia, la previsión social de los trabajadores.

El anti Sarkozy logró, en Francia un récord de participación electoral en estas dos vueltas de las elecciones presidenciales. Nadie podía quedarse indiferente ante el fin de la Francia tierra de asilo, de la instalación de un neoliberalismo sin piedad y de la Alianza atlantista con el fracasado gobierno de Bush. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de Ségolene Royal, el socialismo fue derrotado, en la segunda vuelta, por cantidad apreciable de votos (53% contra 46% de los votos). En la noche misma de del triunfo de Sarkozy, el rechazo explotó en la Plaza de la Bastilla y en las banlieues.

El sistema semi-presidencial francés asegura al presidente de la república, si logra la mayoría en el parlamento, un poder sin contrapeso: el mandatario designa al primer ministro y, de acuerdo con él, al gabinete ministerial; tiene el monopolio de la política exterior, puede disolver el congreso y llamar a plebiscito; es una mezcla de Luis XIV con Napoleón, eso sí, con períodos limitados. Solamente una vez en la V República se vio el caso de cohabitación entre el presidente socialista  Mitterrand y el  primer ministro Chirac. Es cierto que este absolutismo exige disciplina en la mayoría, lo que no ocurrió en el caso de Valéry  Giscard D´Estaing  que se disputo con el primer ministro Jacques Chirac obligando al presidente a  llamar a   ocupar el cargo de jefe de gobierno    a Raymond Barre. En el próximo mes de junio, los franceses deberán elegir a 577 diputados, que componen la Asamblea Nacional; se presentarán tres bloques que, según las encuestas, a cada uno le corresponde un tercio: el movimiento democrático de centro, encabezado por Francois Bayrou, el partido socialista y el partido de Sarkozy. Es muy posible que triunfe este último, dándole mayoría en el parlamento.

Es necesario reconocer que, desde la primera vuelta del año 2002, cuando fue derrotado Lionel Jospin, el partido socialista va de tumbo en tumbo: está dividido en varias fracciones personalistas y es incapaz de tener un proyecto país, menos de interpretar a la Francia social. La izquierda es marginal y está dividida; el partido comunista, antiguamente el segundo más grande de Europa después del italiano, apenas logró el 2% de los votos; así nada queda del partido de  Maurice Thorez y de Georges Marchais. El trotskismo presentó tres candidatos distintos en la primera vuelta y, así suma y sigue.

Es sabido que lo que un presidente no hace durante los primeros meses de su mandato, no lo realizará en lo que resta de su período., por eso es muy posible que Sarkozi, una especie de atropelladora locomotora francesa, (algo así como Sebastián Piñera), aplicará su política anti inmigración, la represión de los sindicatos y la economía ultra neoliberal, una vez asumido el mando de la nación; él sabe muy que uno de las causas de su triunfo fue desmarcarse del mediocre gobierno de uno de los más tontos y elegantes presidentes franceses, Jacques Chirac.

Es como reacción a esta política derechista que resucitará la Francia social, volviendo a las tradiciones de la Comuna (1871),  de la rebelión estudiantil  (1968) y las protestas de los inmigrantes en las banlieues (2005). Será El tiempo de las cerezas.
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