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Julio Jorge López: Te están matando

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Te marchaste sin decirnos adiós
Yo sé que tú no has podido decirnos adiós

¿No sabes tú que tampoco nosotros
Hemos podido decirte adiós?

Tiempos malditos y tristes
En los que hasta un triste adiós
Hay sombras que lo prohíben. (1)

Rafael Alberti

Sí Rafael, las sombras siempre intimidan, prohíben.
Las sombras asombran… y muchas veces matan.
Rondan, prohíben y matan.
Intimidan. Prohíben y después, matan.
A Julio con el silencio lo están matando.
Lo están asesinando…silenciosamente asesinando.
¿No lo han asesinado, ya?

El silencio, después el olvido. Y el olvidado, en sombras y en silencio, ¿les parece que está vivo? ¿Se puede vivir en las sombras y el silencio?

¿Vive el pensamiento y el cuerpo en el silencio y el olvido?

El olvido, mata. El tiempo y el olvido convierten al olvidado en un recuerdo y los recuerdos tienen memoria corta. Limitada.

Nada se sustenta en un recuerdo. Nada se construye sólo con recuerdos.

Los dueños del poder, no contestan. Silencian, olvidan, no contestan.

No contestan. No saben. Sólo… olvidan. Es esta la indecorosa forma de intentar resolver lo que se hace mal.

Los fanfarrones, cuando no tienen respuestas, atropellan sin contestar.

Los corifeos del poder, ayudan a que se escuchen los silencios. Tienen eco…, los silencios.

Pero los dueños del poder, sus corifeos y sus pandillas, olvidan la obligación que tienen de responder las preguntas del pueblo. Olvidan que el poder lo reciben por un tiempo. No es un don, es un permiso. El poder reside en el pueblo. Es un atributo que da el pueblo. El pueblo es el poder. El pueblo no mendiga consideración ni respeto. La ley lo exige. El pueblo, lo delega por un tiempo. No lo pierde ni lo alquila ni lo vende. Lo presta… y por un tiempo.

El pueblo, les recuerdo, ya que muchas cosas se fueron olvidando, es eso que ahora le llaman gente. La gente. ¡Qué pesada es esa gente!

De verdad la gente pesa. La gente es pesada. Y les pesa, que sea pesada la gente.

La gente, se convierte en pueblo, cuando sale y ocupa su lugar. Cuando sale, en la calle, es multitud. Un grito, es el grito de muchos. Un juramento, es un objetivo claro que no se abandona hasta obtenerlo.

En la calle, los pueblos encuentran los caminos que borran los que bajan las banderas. Las calles se transitan anudando compromisos. Buscando verdades. Reclamando justicia. Exigiendo respuestas, y cuanto más absurdas son las respuestas, más tiempo estaremos gritando, más alto levantaremos nuestras voces, más puños acompañarán los cantos. Porque nuestros cantos suelen acompañar las luchas más dolorosas e imposibles. En la calle la exigencia no se abandona, hasta que se haga realidad. Absoluta realidad. Tangible, concreta realidad.

El pueblo, en la calle dialoga con su historia. Se reencuentra consigo mismo, entonces la lucha sobreviene contundente, demoledora, liberadora, revolucionaria. Son los pueblos los que hablan. Y allí, la hipocresía, debe callar. Deben aprender a callar, cuando los pueblos hablan.

La realidad impostergable hoy es: Julio Jorge López vivo. En la calle. Recorriendo las grandes avenidas, los suburbios del barro y del basural, las rutas, las ciudades, las pampas argentinas acompañado del pueblo. De su pueblo, que sin precio, sin prebendas, cargado de recuerdos, triunfos y traiciones, reclama y seguirá reclamando por su vida y su libertad. Esa vida y esa libertad que es la nuestra. Que es la de todos.

Se acabaron los ruegos y promesas. Las dilaciones, guiños y sugerencias.

Ya ha pasado la hora de los discursos. Ya no es tiempo de audiencias ni componendas. Cualquier transacción es claudicación. Es traición. Cualquier trueque es miserable. Y un delito será siempre el ocultar.

La distancia, es asesina. Aísla. Tabica. Ignora. Mata. Desaparece.

Hay distancia infinita, entre las manos de Julio Jorge López, la mirada de su mujer y los besos de sus hijos. Los abrazos de sus amigos, la palabra de los compañeros, sostén de todas las horas. Que resultan imprescindibles. Que hacen triunfar la vida, que apuntalan y hacen posible el imposible. Que sostienen, aunque estén lejos. Son los que jamás pondrán límite a la solidaridad, ni cotizarán en su nombre arreglos y condiciones.

Ellos están a su lado, muy cerca… pero lejos. Sin encontrarse… sin verse.

Lo están buscando. Todos estamos buscando a Julio. Hasta los que nunca nos cruzamos, pero compartimos sus sueños, lo estamos buscando.

¿Dónde estarán buscando los que se han pasado la vida buscando? Buscando gente decente. Desapareciendo gente honrada. Despreciando la vida y cobrando por matar.

¿Quiénes son los que lo tienen secuestrado? ¿Qué patota mercenaria, es tan desconocida, para que los que hicieron del secuestro su oficio más preciado no sepan quienes son?

¿Dónde está la función de la justicia, que no ordena allanamientos?

Acaso la justicia…¿qué patota integra la justicia?

Si acompaña el delito con su silencio, se complica en el delito. ¿O no lo advierte todavía…, la justicia?

Por otro lado, están los otros. Los desconocidos de siempre. Las sombras. ¿Qué poder detentan, los personajes de las sombras?

Las sombras amenazan, no sólo a militantes y a ideologías. Dominan también a funcionarios y magistrados. Controlan y dominan al poder.

Ellos nos espían. Ellos nos controlan. Nos marcan en las calles.

Ellos hacen su “tarea”. Siempre, lo de ellos, fue “la tarea”.

Entre ellos y nosotros, hay antiguas historias. Somos viejos conocidos, casi fichas…, para ellos.

Prontuarios: tapas rosas, letras negras. Fotos: frente y perfil… y un número.

“Coordinación”, coordinó siempre, lo sigue haciendo. Viven coordinando. Espían, sin dar la cara. Es “su tarea”, espiar.

Nosotros también seguimos haciendo lo que hemos hecho siempre, pero somos muchos más. Muchos más para defender la condición humana, en ella, de frente, ponemos todo. Presumimos de militancias antiguas, sin grandes historias, pero sin renuncias ni traiciones conocidas. Sin transas. Sin precios. Sin cooptaciones cotizables.

Lo nuestro fue siempre la liberación humana. La concreción del hombre nuevo. Con el socialismo y la libertad. Por la unidad de los pueblos.

En cada marcha no se agota ni el compromiso ni la esperanza. Y no podrán. No podrán matar a la esperanza. Siempre es militante la esperanza. No se pierde cuando cae un militante. Se renueva el compromiso. Se fortifica la lucha. Quizá se endurece la tolerancia.

En cada manifestación, en cada marcha, en cada acto, exigimos la presencia de Julio Jorge López sin condicionamientos. El único…, es su vida. La vida.

Ese es también el límite que debe imponerse la justicia antes de avalar la mentira sin investigar el delito y a los delincuentes. De lo contrario la impunidad será su ley y la venganza su doctrina.

La muerte puede sobrevenir en la calle, muchas veces ocurrió. Muchas veces nos sorprende y muchas veces se decreta. Se provoca. Es entonces la noche, es el silencio. Es el muro, es la barrera, es el límite. La muerte, siempre es el límite de todo. De la prudencia, también.

Lo que sigue, es mutilación del pensamiento. Es el derrumbe. Se empieza a construir las dictaduras. El poder entorna puertas, la justicia archiva códigos. Se quita la venda y aparece la capucha.

Esperamos que los que tienen un juramento con la justicia, no se conviertan en perjuros y actúen cuanto antes. Antes de la muerte.

Que la ausencia de Julio Jorge López, no permanezca detrás de puertas entornadas. Que la ley diga su palabra.

Nosotros, seguiremos preguntando dónde está. Que lo busquen. Que lo encuentren. Que lo traigan. Investiguen ustedes, antes que se atropelle la ley y los helicópteros abran sus puertas sobre el río.

Estas son las razones: La vida y la libertad. Son las únicas e irrefutables razones por las cuales el 24 de marzo no podrá ser jamás un día de fiesta para nadie. Sobre la memoria de los 30.000 no montaremos un festival. Julio Jorge López, este año, es la memoria herida. La ilusión perdida.

Jamás podremos oír sones de fanfarrias, ni saludos de campanas ni desfiles ni marchas triunfales, en la Plaza.

Jamás sobre este suelo podrá decretarse ni el olvido ni el perdón, sin justicia, sin verdad y sin castigo.

El 24, iremos a la Plaza. A la de siempre. Iremos a la Plaza como siempre. Para no olvidar, pero sobretodo, iremos con los que quieran honrar la vida. La de todos.

Con la cabeza alta y el puño alzado. Iremos a la Plaza. No es la muerte quien convoca, la vida nos demanda. Cantaremos el himno de los hombres libres, el más internacional, como si estuviéramos en las barricadas. Defendiendo todo. Exigiendo la presencia inmediata de Julio y en homenaje a los que cayeron por el terrible delito de buscar un mundo nuevo. Un mundo sin explotados ni explotadores. Sin miserables ni asesinos. Sin fanfarrones ni carroñeros.

Los que se queden en casa, sepan que pactan con el enemigo. Los que dudan, si no lo hacen por ideología, si no lo hacen por los que no están, si no lo hacen por convicción, al menos háganlo por vergüenza.
Por todo eso, el 24, iremos a la Plaza. Todos.
www.argenpress.info

Nota:
1) Canciones del Paraná. Canción 56.
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