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Desde Alemania: Un trozo del mosaico de los prisioneros políticos chilenos «desaparecidos»

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A través de PiensaChile, Paul Friedrich Heller entrega este breve resumen de ese material recopilado el año 1993, como prueba de su valor. Si alguna organización de defensa de los derechos humanos, alguna institución, alguna personalidad, se interesa en acceder a copia de estos materiales-testimonios, rogamos enviar un e-mail a redaccion@piensachile.com, dándonos los datos necesarios para contactarle.


Pinochet estaba mucho más implicado y sabía mucho más de la „Desaparición” de prisioneros políticos chilenos, que lo que hasta ahora se conoció. Esto me fue narrado en 1993 por un ex oficial del ejército que vive en Europa. Yo puse a disposición de la Organización de Derechos Humanos CODEPU todo el material generado en esas conversaciones (3 casettes, fotocopias de esquemas dibujados por el oficial y mis notas) y el año 2001 declaré ante la justicia chilena. Hasta donde yo se, no pasó nada. Ahora, Pinochet, a quien el oficial acusa directamente, está muerto. No me queda otra alternativa, que publicar este texto, porque no tengo otro camino, que utilizar esa información en forma dirigida y cuidadosa. A todos los familiares de las víctimas aquí nombradas, les pido disculpas. Transcurridos más de 30 años, ese eco del infierno aún es inaguantable. Pero, como lo he dicho, no veo otro camino.

Para darle un nombre, llamaremos Roberto Ruiz al oficial, personaje de este relato. El jugaba fútbol con el hermano exiliado de un amigo chileno y hacía de vez de cuando algunos comentarios sobre su pasado. Informado de su existencia, finalmente decidí subir a un tren y luego de par de horas de viaje desde mi ciudad natal, lo encontré en un bar, donde el trabajaba.

Una vez que se decide a hablar, me cuenta del golpe de estado, de su excitación ya algunos días antes. Incluso se le ve un poquito orgulloso todavía al recordar cómo ellos derrotaron a su “enemigo” allá en Santiago. El mismo, durante los toques de queda nocturnos, “por orden de mi capitán Zapata”, mato a tiros a una figura sospechosa. Era una mujer vieja, que en forma descuidada se alejo algunos pasos de su casa. Recuerda que luego dejaron el cadáver en las puertas de un hospital. Su amigo, el soldado Claudio Guzmán, transportó igualmente cadáveres hasta la puerta de un hospital en San Antonio. El murió poco después “en un accidente automovilístico”, con un tiro en la frente. A Manuel Contreras, Comandante de San Antonio y más tarde Jefe del Servicio Secreto DINA, no le gustaban los cómplices.

En el año 1974 Roberto cumplió servicio en Tejas Verdes, la Guarnición de Contreras en San Antonio. Antes del Golpe tenía 400 soldados. Alrededor de 20-25 de ellos fueron seleccionados para el Servicio Secreto DINA en 1974, que comenzó a funcionar en Tejas Verdes. Si se cuenta el personal de guardia (soldados de servicio regular), la DINA tenía entre 35-40 personas en Tejas Verdes

Roberto me describió el subterráneo para las torturas bajo el casino de oficiales y el campamento de prisioneros, en el cual la gente estaba alojada en containers. Me contó, como los militares asesinaban a los prisioneros de un tiro en la cabeza –lo dice haciendo el movimiento- y luego arrojaban los cadáveres al río Mapocho, el cual los arrastraba hasta el mar. Algunos cadáveres eran arrojados de vuelta a la playa. Entonces comenzaron a viajar embarcaciones hasta alta mar y allí los soldados arrojaban los cadáveres al agua. Roberto mencionó helicópteros, los que desde la cercana Bucalemu volaban en dirección del mar, y a la fragata Libertadora 1, la cual navegaba yendo y viniendo entre San Antonio, Quiriquina y Puerto Montt. “Los únicos vivos eran los miembros de la tripulación”, dice, medio sonriendo, irónicamente.

Roberto tenía un problema de identidad. él cayó a la cárcel por violación de la disciplina y llegó a Europa por una permuta de la pena (Decreto 504), tal como ocurrió con los prisioneros políticos. Su hermana, que había ayudado para ello, era de izquierda y vivía también en el exilio. Y pasados 17 años de aquellos días, él quería deshacerse de lo que había vivido. El insinuó en algún momento que algunos prisioneros fueron hechos desaparecer en la provincia de Aisén. Más tarde, cuando quise de nuevo hablar sobre este tema, él negó haber dicho nada sobre el tema.

El mismo trasladó a Santiago prisioneros en los transportes refrigerados de la pesquera estatal EPECH. Habían entre 10 y 12 vehículos en Tejas Verdes. El entregó los prisioneros y las listas correspondientes a oficiales de “las casas secretas”. Rara vez volvió con algunos prisioneros. Yo le pregunto por Terranova, Londres… (prisiones secretas de la DINA en Santiago). El me miró sorprendido: “Tú ya lo sabes..” Yo me meto en el tema: “¿Quiénes eran los responsables? ¿Gerardo Urrich?“ "Sí". "¿Juan Morales?“ "Sí“. El conocía un par de nombres, otros no. Ahora había quedado claro, que él no me podía mentir. “Pero tu me estás interrogando. Me doy cuenta. Yo mismo aprendí eso“, me dice él. Si, yo lo interrogué.

él conocía un trozo del aparato represivo y ese lo recorrimos. él entregaba los prisioneros a los “enmascarados”. él me dibujó sus máscaras, inmóviles, inmutables. él no conocía la gente, me dice, serían unos 20-25 hombres, con mucha infraestructura (Nota del traductor: “todos los recursos”, en castellano en el texto original alemán). Ellos descuartizaron prisioneros “de alto nivel de seguridad” (Nota del traductor: “de alta seguridad” viene en castellano, en el original alemán, pero el autor pone entre paréntesis el concepto “höchster Sicherheitsstufe” que he traducido como “de alto nivel de seguridad”) en trozos y metieron brazos, piernas, etc. en sacos de plástico, de los cuales se deshicieron en distintos lugares, para hacer imposible la identificación. Ellos operaban en Colina, él sabía dónde, pero no me lo dijo. Esa unidad no usaba camiones refrigerados.

También hubo muchos presos militares. Yo pregunté por nombres, por Valenzuela. “Sí” (él me miró sorprendido. “De la Torre en Terranova” (La “Torre” en ese centro de tortura era un estanque de agua, en el cual los presos debían permanecer semiparados durante días). “Sí…”.

Le pregunto por el más secreto de los todos los centros de detención, Monte Maravilla (en las cercanías inmediatas a la Colonia Dignidad). Sorprendido, él confirma la pregunta, casi con espanto, confirma sin palabras que allí hubo “Desaparecidos” , que la Colonia Dignidad habría sido una escuela de tortura de la DINA.

Entre tanto el bar había abierto. Una pareja en la mesa vecina había captado trozos de nuestra conversación y permanecían sentados, petrificados. Roberto tenía que trabajar ahora. Acordamos encontrarnos en los próximos días.  Pero, entonces, dejó de responder el teléfono. Un amigo chileno, con mucha experiencia en trabajo de derechos humanos había llegado para ayudar. Esperamos por horas en las cercanías de un supermercado, hasta que finalmente apareció con una mujer y un carro de compras. El nos vio, se disculpó y desapareció, con la mujer, gesticulando.

Yo telefoneé con sus amigos futbolistas, después con él. Semanas más tarde volvimos a encontrarnos, esta vez en mi casa y hablamos durante 3 días. Grabamos la conversación. él definió una línea, dijo algunas cosas y otras no. Es propio de las reglas del juego en este tipo de conversaciones, permanecer en esa línea. En lo fundamental ello consiste en que el informante no se inculpa a si mismo.

Revisamos sus anteriores informaciones otra vez, las que entretanto yo había tratado de verificar en lo que me fue posible. Sobre Bucalemu hablamos detalladamente. Bucalemu es la residencia de verano del presidente chileno, en aquel entonces una residencia de Pinochet. Contreras iba y venía casi diariamente con el helicóptero entre ambos lugares. El vivió allí, no obstante el tenía una casa en Tejas Verdes. Roberto transportó prisioneros desde Tejas Verdes hasta allí y los entregaba a la entrada a la DINA. Ellos los conducían hasta un garage, a la derecha de la entrada, una suerte de enclave de la DINA (el dibujó todo). Hasta allí fueron trasladados prisioneros desde otras localidades desde 1974 hasta mediados de 1975 y torturados durante 2 – 3 días. Los prisioneros de Tejas Verdes fueron trasladados hasta allí para ser torturados solamente por un día (al parecer esto era parte de la separación de campos de prisioneros conocidos y las cárceles secretas). En junio y (¿o?) julio 1975 trasladó tres grupos de 4-5 prisioneros  hasta allí, una vez fueron cinco, y después faltó uno, el cual apareció en la lista como “puesto en libertad”. Los prisioneros  que no volvieron, fueron llevados en sacos hasta el punto en que aterrizaban los helicópteros  y cargados en uno de los tres Pumas, los que los llevaron hasta el mar y los arrojaron. Pescadores vieron como los helicópteros arrojaban algo.

Las listas de prisioneros se subdividían en:
P.: preso, seguía el nombre
p.n.i..: preso no identificado, todavía no torturado y probablemente viviendo baja falsa identidad
p. det.: preso detenido…
p. lib.: preso  puesto en libertad.
p. tra.: preso trasladado

En Bucalemu trabajaba el mayor Luís Montenegro, un tipo miserable, al cual llamaban “puente cortado”. Una vez él viajó de regreso borracho de Bucalemu a Tejas Verdes. Roberto estaba de guardia y los transportaron con sus dos soldados algunos kilómetros, los desnudaron y le sacaron su pistola. A las cuatro regresó otra vez a Tejas Verdes, desnudo y sin recordarse de nada.
 
De algunos oficiales él sabía solamente su apellido: Pitalua, con el cual él estuvo en la escuela militar de Panamá. Rodríguez Diez, al cual él nombraba como el Jefe de la DINA en Tejas Verdes y que llegó la DINA porque su tarea era dejar los cadáveres delante del hospital.

Otros Militares en Tejas Verdes:
Sergio Luís Espinoza
Ricardo Soto Jerez (Casino de Bucalemu)
Claudio Cossiel Horming
Mario Jara Seguel, capitán, vivía en el balneario de la DINA Rocas de Santo Domingo.
Jorge Alarcón Villalobos (a menudo en Bucalemu)
Vittorio Orieto Teplisk (Médico militar, que asistía las torturas)

Simples soldados que trabajaban con la DINA la llamaban "corazón” (Nota del traductor: “corazón”, en castellano en el texto original alemán) y “La gartija” (sic) (un hombre).
“Soldados de Tropa”, es decir, que no pertenecían a la DINA, fueron el 2º Comandante de Tejas Verdes René López Silva y Carlos Silva Abarca.

Un soldado que transportaba Prisioneros, Hugo Holguin, el que luego desertó, terminó enloqueciendo y más tarde reapareció como evangélico.

Roberto Araya Silva fue corresponsal de guerra y después del golpe de estado se convirtió en oficial de carrera. él estaba siempre en las cercanías de Contreras y viajaba mucho con él. Roberto lo vio en el Casino de Tejas Verdes.

Nombre de prisioneros que Roberto nombró
Juan Rojas y Julio Rojas Jiménez (Padre e hijo)
Garrido
Abel Ponce
Parra
A ellos se agrega su hermano, el que después fue desterrado a Suecia y su hermana Soledad, que en ese tiempo estaba detenida en Tejas Verdes

Cuatro miembros de una familia Maureira habrían sido detenidos por Carabineros en su casa en la Isla de Maipo y luego asesinados. Roberto supo detalles del transporte. El caso ha sido comentado muchas veces, por ejemplo, en un informe de la Vicaría de la Solidaridad de la Iglesia Católica en 1993. Pero de esas fuentes Roberto no tenía idea.

En Tejas Verdes murió Julio Rojas Jiménez, el padre de Juan Rojas, el que también fue prisionero en Tejas Verdes. Un ex diputado, Matías Nuñez, fue asesinado en un fundo en Melipilla.

Revisamos el Informe Rettig el caso de tres trabajadores portuarios asesinados en el camino de Tejas Verdes a Bucalemu  (Tomo 3, pág. 295f). Roberto los había visto por 15-20 días como prisioneros en Tejas Verdes. Ellos se llamaban Armando Jiménez, Héctor Rojas y Raúl Bacciarini ("Sí, a este lo conozco”, dijo él).

Un capitán de Algarrobo hizo detener a dos Carabineros, que no habían cumplido con una orden. Fueron trasladados a Tejas Verdes, llevados a un juicio militar sumario y poco después fusilados. A partir de ese momento Carabineros, que son responsables del orden público, comenzaron a desquitarse con los soldados del ejército, exigiéndoles el carnet de identidad en los controles que se hacían a menudo en la calles.. Hubieron peleas. Una vez soldados le quitaron la pistola a un carabinero y la arrojaron a una alcantarilla. Los oficiales de Tejas Verdes preferían salir el fin de semana vestidos de civil.

Esto es un breve resumen de la confesión de vida de Roberto. Después de esto el se sintió mejor. Quedamos en que mantendríamos contacto. El no cumplió el acuerdo. Yo prometí que permitiría acceso a su información solamente a unos pocos colaboradores de los derechos humanos y a no delatar su identidad. Hoy no veo ningún motivo para mantener esa promesa. Su identidad sin embargo yo sólo la entrego para fines jurídicos. Es probable que me acuerde erróneamente de algunos nombres o que los escriba mal, no obstante hicimos mucho esfuerzo en ello. De los numerosos detalles que Roberto informó, yo solo he tomado un par en este resumen, para esbozar el carácter y el grado de credibilidad de la información

F.P.H. Marzo 2007
Traducción: Hans Silverstein
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