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Comentando a Lula

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"Si una persona muy adulta es de izquierda, es porque tiene problemas. Si una persona muy joven es de derecha, es porque también tiene problemas"

Debo confesar que estas inesperadas declaraciones recientes de Lula me dejaron bastante intrigado. Hasta  me pareció, en un primer momento, que el presidente brasileño se había hecho merecedor a una felicitación por su sinceridad (¿de cuántos pseudo-izquierdistas chilenos pudiera esperar uno declaraciones semejantes?); pero de inmediato comprendí que no se merecía tal reconocimiento, porque aquellas palabras fueron hechas públicas no antes sino inmediatamente después de haber sido reelegido, en unas elecciones presidenciales donde, precisamente, se presentó como el candidato de la izquierda. No se necesita ser muy avispado para comprender que el resultado de aquella contienda electoral sería otro, si Lula hubiera sido verdaderamente sincero. 

Pero ¿a qué tipo de problemas se refiere Lula? ¿Está afirmando él que a aquel que es izquierdista en la edad adulta lo afectarían verdaderos problemas psicológicos, o de adaptación, quizás? Por implicación, ¿dejar de ser izquierdista en esta etapa de la vida significaría que uno es psicológicamente sano, o equilibrado? Esto, aparte de ser muy mala psicología, correspondería a una visión no sólo socialdemócrata (posición que Lula dice suscribir hoy), sino francamente conservadora de la conducta humana.      

Tal vez Lula quiere decir algo mucho más simple y razonable, como sería afirmar, por ejemplo, que quien ha llegado a la edad adulta (sea hombre o mujer) y sigue siendo izquierdista es porque tiene, o muy pronto tendrá, serios problemas. El primero de ellos es que, en los hechos, esta persona ha puesto los intereses y el bienestar de los pobres y los postergados por sobre sus intereses meramente personales o familiares, lo que significa (si es consistente) que su vida no podrá girar centralmente en torno a la búsqueda egoísta del enriquecimiento o del poder, sino que con su conducta buscará, utópicamente, poder contribuir a la disminución, o eliminación, de las injusticias y desigualdades que plagan nuestras sociedades. Todo lo cual traerá, necesariamente, innumerables dificultades y problemas en su vida y la de los suyos.

En primer lugar, se ganará la enemistad de los poderosos, es decir, de aquellos que pudieran ayudarle a conseguir una buena posición dentro de la sociedad. Esto es tan de perogrullo que hasta Pinochet, QENPD  (Que En Paz No Descanse), con sus escasas luces, lo supo desde siempre, y así lo declaró en más de una oportunidad. Pero, además, el o la izquierdista de edad adulta se expondrán a ser alcanzados por el largo y poderoso brazo de la represión policial, o judicial, arriesgando la perdida de sus trabajos, la persecución o el encarcelamiento (como le ocurrió, por ejemplo, a Antonio Gramsci, quien fuera un izquierdista toda su vida),  justo en aquella etapa crucial de sus vidas en la que deberían estar acumulando para su futuro y el de sus familias. Por su temeraria e inmadura conducta, el hombre o la mujer izquierdista, de edad adulta corren, así, el riesgo de sumarse al enorme ejército de las víctimas (económicas y penales) del sistema dominante, lo que casi siempre redunda en miserias y sacrificios para ellos y para sus familias. Todo esto es perfectamente razonable, si es que entiendo correctamente la frase de Lula. 

Pero, por otro lado, ¿porqué ser derechista y joven significaría que también se tiene problemas? Desgraciadamente Lula no nos aclara esto, por lo que no nos queda otra opción que intentar interpretar el sentido de sus palabras. ¿Se supone que el izquierdismo y la juventud se asociarían siempre de modo semejante a como ocurre entre la juventud y las espinillas? ¿Acaso el izquierdismo correspondería a una etapa de inmadurez vital, e intelectual, que tarde o temprano se superaría por el simple paso del tiempo, tal como ocurre habitualmente con el acné juvenil? Por el lado opuesto, esto explicaría, supuestamente, que no se pudiera (o no se debiera, quizás), ser derechista en la juventud. 

Hay que reconocer que esta comparación implícita contiene una cierta astucia retórica de parte del presidente reelecto, porque lo que él se propone en el fondo es justificar el abandono de su izquierdismo original mediante el recurso a la biología; según el cual aquél sería el efecto de un simple proceso natural, y por lo tanto necesario e inevitable. Pero todo el mundo sabe que, en realidad, Lula abandonó su izquierdismo "juvenil" por obra de una decisión voluntaria y consciente, no porque su "reloj biológico" se lo impusiera.

De allí, entonces, que sea perfectamente posible ser joven y derechista, viejo e izquierdista, ambos al mismo tiempo, pues ello no depende de la etapa de la vida en que uno se encuentre, sino de una decisión personal y valórica que puede tomarse, o cambiarse, en cualquier momento; y que, en el primer caso al menos, no implica, generalmente, mayores problemas,  especialmente si uno ha tenido la fortuna de haber nacido en el seno de una familia pudiente y de tradición derechista. Por cierto, es algo más difícil ser joven y derechista, si uno nació, por ejemplo, en una población callampa (villa miseria, favela, pueblo joven, cantegril, población marginal, etc.), pero tampoco es algo imposible. Si no me creen pregúntenselo a algún alcalde de las muchas comunas proletarias que hoy controla la UDI a lo largo de Chile.                

Muchos años antes que el presidente brasileño, hablara de la aparente conexión existente entre la juventud y el izquierdismo radical, un presidente que vendría a transformarse en el símbolo y la encarnación de la consistencia, la dignidad y el valor políticos, se refirió al tema, aunque en otros términos. Me refiero, por cierto, a Salvador Allende, quien en su famoso discurso del 2 de diciembre de 1972 en la Universidad de Guadalajara, pareciera apuntar directamente a aquellos que, como Lula, abandonan y reniegan, tan a menudo, en su edad adulta de sus posiciones políticas juveniles:

"Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica; pero ir avanzando en los caminos de la vida y mantenerse como revolucionario, en una sociedad burguesa, es muy difícil".(*) 

Por cierto que la juventud lo pone a uno más cerca del idealismo y de la entrega a una causa altruista; del mismo modo como la edad adulta, o la vejez, suelen ir acompañadas de un realismo rupestre y materialista que a menudo es confundido con la madurez. Pero más determinante que la etapa de la vida en que uno puede encontrarse es la profundidad y solidez de los valores morales y políticos que se suscribe. Porque es manifiesto que los valores por los que Lula luchó como dirigente sindical y como político eran más débiles que su ambición de poder, el que como observara Lord Acton tiene una enorme fuerza corruptora. Por ello que en nuestra historia sólo se han dado unos c
uantos hombres excepcionales como Cesar Sandino, Salvador Allende, o Ernesto ‘Che’ Guevara, mientras que los Lulas, se encuentran en todas partes y en cantidades.

Nota
(*) Alejandro Witker, "SALVADOR ALLENDE. 1908 1973, Prócer de la Liberación Nacional", Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1980, pág. 274.


Nota de la Redacción: Deseamos destacar lo que dice Benítez, cuando confiesa que estuvo inclinado a reconocerle, al menos, la honestidad para reconocer su cambio de posición, pero, tal como él lo dice: "no se merecía tal reconocimiento, porque aquellas palabras fueron hechas públicas no antes sino inmediatamente después de haber sido reelegido, en unas elecciones presidenciales donde, precisamente, se presentó como el candidato de la izquierda." El que hace lo que hizo y dijo Lula, despues de ganar una elección con votos de la izquierda, con votos de muchos "viejas" y "viejos" luchadores de izquierda, que siguen soñando con un gobierno digno y representante de los ideales populares y democráticos, solo merece un nombre: ¡TRAIDOR!

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