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Ricardo Lagos Weber cayó en el maleficio de los grandes presidentes

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No es difícil encontrarle un parecido al ministro Lagos Weber con el famoso profesor Tornasol, de la serie belga Tintin: tiene los mismos anteojos, la barba hirsuta y un aire distraído; claro que el ministro Secretario General de Gobierno quiere mostrarse como un joven cuarentón, una especie de pingüino del Instituto Nacional. Al igual que su padre, el muy recordado académico Ricardo Lagos Escobar – antes adorado y hoy vilipendiado por los volubles chilenos – viste formales ternos de corte italiano; no cabe duda de que nuestro personaje cultiva un look que lo hace ver juvenil, antiprotocolar y serio, a la vez. No en vano es el más apreciado de los ministros en todas las encuestas de opinión.

Yo hubiera apostado que Lagos Weber no sería tocado por la pestilencia que invade a su partido, el PPD; confieso que me equivoqué: el popular ministro cayó en las redes, indirectamente, del escándalo ChileDeportes, pues su jefe de gabinete, Harold Correa, renunció a su cargo para defenderse con libertad de las supuestas acusaciones en su contra.

Pocas personas saben que hay una maldición, en Chile, que cae sobre los hijos de presidentes famosos: es el caso de Pedro Montt, hijo del famoso don Manuel que, según el gran escritor Joaquín Edwards Bello, tenía cara de sepulturero y una pésima suerte, pues durante su gobierno se arruinó la Bolsa de Comercio, reinaron los más repugnantes peculados, hubo un terremoto en Valparaíso en 1906, se produjo la matanza de Santa María de Iquique en 1907 y murió en Bremen, en agosto de 1910, días antes del Centenario; para colmo, su mujer le regaló unos inmensos cuernos con el senador porteño Guillermo Rivera; Federico Errázuriz Echaurren, hijo de Errázuriz Zañartu tenía fama de putero y murió durante su gobierno, con el repudio de las mojigatas.

Es cierto que hay hijos de presidentes un poco más afortunados: don Jorge Alessandri Rodríguez, hijo del León de Tarapacá, era la antítesis de la personalidad de su padre, que consideraba a su hijo un joven neurótico y un poco avaro; otro hijo de presidente, bastante afortunado, fue Eduardo Frei Ruiz-Tagle quien sin las lecturas humanistas de su famoso progenitor, logró llegar a la presidencia haciendo un gobierno mediocre, según la opinión de este columnista, pero que hoy lo hace muy bien como presidente del Senado. Hay una serie de hijos de presidentes que han pasado sin pena ni gloria como Enrique Balmaceda, Germán Riesco, los hijos de Carlos Ibáñez del Campo, y otros tantos. ¿Qué destino le deparan las cartas del tarot a Ricardo II Lagos Weber? Esta noche tiro las cartas y se lo contaré en una próxima columna.
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