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"Dar limosna no es hacer justicia"

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En la iglesia católica chilena "están pasando cosas". Las denuncias de las escandolosas diferencias de ingresos en nuestra sociedad realizadas por los Obispos: la ostentosa riqueza de unos pocos al lado de la pobreza de millones, nos permiten pensar en días mejores, en una iglesia que vuelve a ser aquello que se perfilaba luego del Concilio Vaticano II: retorno de la iglesia al lenguaje y a la acción de acuerdo al verdadero espíritu del evangelio, sin temor a enemistarse con los poderosos. Están ocurriendo cosas que nos dan esperanzas. Por ello publicamos esta entrevista realizada al padre Benito Baranda hace una semana en el diario La Nación. Si no la leyó aquel día, hágalo ahora y envíesela a sus amigos.

BENITO BARANDA Y LA CANONIZACIóN DEL PADRE HURTADO
“Dar limosna no es hacer justicia”

Denuncia el riesgo de frivolizar y “aguar” el mensaje del Padre Hurtado. Evoca su discurso social, critica que la Iglesia se haya ido olvidando de los trabajadores y sostiene que el Vaticano debiera poner sus riquezas al servicio de los más pobres. Hoy, cuando Alberto Hurtado es ungido en Roma, sus palabras suenan contundentes.
En medio del frenesí de los preparativos de la canonización del Padre Alberto Hurtado, hablar esta semana con Benito Baranda Ferrán, director social nacional del Hogar de Cristo, fue una auténtica odisea. La entrevista se fue fraguando en períodos cortos de tiempo, en distintos días y lugares. Pero sus palabras fueron elocuentes.

Con 46 años, un pasado de estudiante en el Colegio San Ignacio y estudios de Sicología en la Universidad Católica, está casado hace 23 años con Lorena Cornejo. Vivían en Vitacura cuando optaron por irse a una hospedería de niños de la calle. Sin la posibilidad de tener hijos biológicos, adoptaron seis niños. Hoy viven en La Pintana, intentando “ser coherentes” con el estilo de vida del Padre Hurtado.

Contra lo que podría pensarse, por su talante atildado y en extremo diplomático, la figura del Padre Hurtado lo lleva a hablar, en primer lugar, de los pobres, “del maltrato que reciben de las personas que tienen bienestar económico. Más que su vivienda, más que la falta de oportunidades, duele el desprecio, el deseo de aislarlos, el prejuicio, que dañan fuertemente su autoestima y dificultan la integración social”.

-¿Qué hacen realmente los católicos para resolver este drama social?
-En la educación los católicos no estamos dando un aporte sustancial. No existe una diferencia significativa en temas como la sexualidad, la percepción de valores sociales y la moral en general entre colegios laicos y colegios católicos. Los católicos hemos levantado poco la voz y hemos sido poco justos con las personas que viven en situación de pobreza. Prevalece la idea de que ojalá se vayan a vivir lo más lejos, lo más aislados posible.

-El Padre Hurtado insistió siempre en que el salario de un obrero debiera alcanzar para “cubrir, aparte de las necesidades básicas, educación y salud de calidad, también recreación, como todo ser humano”.
-Una familia de cuatro personas con un salario bruto de 120 mil pesos logra apenitas pasar la barrera de la indigencia. Ese 20% de personas que viven en condiciones de pobreza, de los cuales un grupo importante de ellos trabaja, es una vergüenza para todos nosotros. Según el criterio del Padre Hurtado, el salario mínimo debería superar hoy los 200 mil pesos. Comparto con él que debería alcanzar para el esparcimiento y la diversión familiar.

-El Padre Hurtado decía: “Un católico no puede descansar mientras exista un solo pobre”. ¿No cree usted que esto debiera empezar con esas diez familias de chilenos que ganan 200 millones de pesos al día?
-La fortuna se manifiesta también a través del conocimiento, el poder y el nivel de influencia que puedes ejercer en la sociedad. Creo que no es el 2 ni el 3%, sino el 10% que tenemos mayor cantidad de formación, de dinero, de poder, y debiéramos ponerlo al servicio de quienes viven en condiciones de pobreza y de exclusión social.

-¿Qué diría el Padre Hurtado hoy día al ver este sistema neoliberal de mercado, que genera esta tremenda concentración de la riqueza?
-Lo tiene escrito en el texto “Moral social”, publicado hace poco por la Universidad Católica. Allí afirma que el capitalismo al final se transforma en un sistema inhumano que destruye al propio ser humano. Lo dice clarito.

-El Padre Hurtado exclamaba: “La injusticia provoca muchos más males de los que puede reparar la caridad”. ¿Cómo cambiar este sistema paternalista de la caridad por un espíritu de auténtica justicia?
-Uno de los dramas más grandes en la formación católica es asociar justicia a limosna o dádiva, lo que nos pretende eximir de ser justos en las realidades laborales cotidianas y en el ámbito familiar. Eso lo señala el padre Hurtado con una frase muy dura: “Hay mucha gente que está dispuesta a dar sumas de dinero a fundaciones, pero que no está dispuesta a pagarle un salario justo a sus trabajadores, a tratarlos dignamente”.

-¿Un católico, entonces, no puede quedarse en su círculo familiar, no basta con que vaya a misa los domingos?
-El Padre Hurtado insiste en que hay que abrirse al resto de la sociedad. Una persona puede ser muy buena, pero si no se compromete con la realidad social y se queda encerrada en su pequeño círculo familiar, “termina siendo bueno para nada”, según el Padre Hurtado. él decía: “Puede haber mucha gente dispuesta a juntar las manos para rezar y no abrirlas para dar”.

ROL DEL ESTADO

-Un tema muy en boga en estos días. ¿Debe el Estado regular a la gran empresa, que, al carecer de una ética, genera tantas injusticias?
-Lo que se tiene que regular desde afuera es la justicia. Y entonces se tienen que regular también las acciones relacionadas con la repartición de las utilidades de las empresas, con el pago de salarios justos a las personas. Esto no puede quedar en manos del mercado. Tiene que haber una mayor gestión de parte del Estado en todo lo que dice política social, de la mano con la sociedad civil. El Estado debe cambiar la política habitacional que ha llevado a segregar a las personas y modificar radicalmente la calidad de la educación.

-El Padre Hurtado formó la Asociación Sindical Chilena (Asich) como instrumento de protección de los derechos del obrero. ¿Qué hacen hoy las autoridades eclesiásticas ante la desprotección de los obreros?
-La Iglesia debilitó su trabajo con los sindicatos. Todo lo que ocurrió con la Asich se fue debilitando. La preocupación que tenía la Iglesia por los trabajadores en las décadas de los ’40, ’50 y ’60 fue disminuyendo progresivamente. Monseñor Baeza es una de las pocas personas que habla fuerte hoy sobre este tema. Actualmente hay muy pocos laicos involucrados en este trabajo. Nosotros, los miembros de la Iglesia, hemos sido también avasallados por una cultura individualista, donde hemos dejado de comprometernos con los demás. Incluso los estudiantes, que en el pasado luchaban por los intereses de los trabajadores, dejaron de luchar por ellos. El drama del individualismo es que se ha metido tan fuerte, con los empresarios, con los sindicalistas, dentro del Estado y dentro de la Iglesia. Esto debilitó a la Iglesia. La pastoral del trabajador de monseñor Baeza se fue achicando.


El Padre Hurtado fue muy criticado, insultado, escupido e incluso apedreado por el Partido Conservador y muchos sacerdotes católicos de esa época, por considerarlo peligroso, subversivo, comunista, traidor.
-Le tocó vivir ese vía crucis, donde fue ofendido y atacado fuertemente. Antes de morir pasó sus peores años por esa dureza con que fue tratado por gran parte de la élite chilena de donde él mismo provenía, que era el Partido Conservador. él lo asumió con mucha nobleza, porque sentía que estaba para la misión de imitar a Cristo. A nosotros nos cuesta mucho plantear diariamente las cosas con transparencia, decirlas con franqueza, porque tenemos temor a perder ciertos privilegios, ciertos vínculos o a ser juzgados por los demás, encasillados.

-El Padre Hurtado decía que “es un deber sagrado del sacerdote dar testimonio de la verdad cristiana sin temor a poder alguno o a ser malinterpretado; predicar sólo la resignación frente al dolor humano sería cubrir la injusticia”.
-El sacerdote tiene que dar testimonio, con su ejemplo de vida, de su dedicación a Jesucristo y a los demás. No sólo con la prédica. Tiene que ser un ejemplo de santidad. Si no, no entusiasma a nadie. Pero va a haber siempre sacerdotes que van a tener mucho temor a decir la verdad y a señalar lo que dice el Evangelio. Se van a acomodar, como el resto de las personas.

-¿Es lo que el Padre Hurtado denominaba críticamente “la conspiración del silencio”?
-Sí, en algunos aspectos hay una conspiración del silencio. Hay aspectos no solamente vinculados con la justicia social, sino también con lo que ocurre al interior de la familia y en relación a la mujer, que no se atreven a decir.

CATóLICOS Y DISCRIMINACIóN

-En la gran mayoría de las misas dominicales del sector más acomodado impera un manifiesto clasismo y discriminación con los pobres.
-Confirmo que así ocurre. Está confirmada la tremenda discriminación que tenemos en relación a los pobres, a los mapuches, a los peruanos, a los gitanos, etcétera. Esto responde al prejuicio que los católicos y en general la gente tenemos en relación a esos grupos y etnias. Pero es particular de los lugares que usted menciona. Yo generalmente no voy a misa al barrio alto, pero sin lugar a dudas es difícil encontrar allí un espacio de integración social, de evangelización y de Iglesia verdadera.

-El ejemplo de vida austero del Padre Hurtado, ¿no debería comenzar por el Vaticano? ¿No debería ponerse esa riqueza al servicio de la humanidad?
-Creo que sí. Que se debería poner al servicio de los más pobres del mundo. Así lo haría Jesucristo.

-Pienso en el dinero destinado a construir opulentos templos, el hotel que recibe a los obispos y sacerdotes en Roma, las grandes sumas gastadas en las bendiciones papales, habiendo gente que muere de hambre cada minuto en el planeta.
-Mientras haya personas que se mueran de hambre, que vivan en condiciones de pobreza, tenemos una tremenda responsabilidad con la riqueza. Empezando por las autoridades de la Iglesia y especialmente por el Vaticano, como usted señala.

-¿No hay en estos días algo de frivolización de la figura del Padre Hurtado, que de alguna manera se ha transformado en una moda? Aparece un Padre Hurtado “light”, sin la valentía y profundidad de sus mensajes.
-Por supuesto que se corre un tremendo riesgo y debemos trabajar para evitarlo. Eso ha ocurrido con Jesucristo y ocurre con el Padre Hurtado. Creo que estamos en serios riesgos de frivolizarlo y de “aguarlo”, como dice el padre Fernando Montes, sacarle su fuerza y su deseo de justicia.

NO VIAJó A ROMA

-Se ha producido una exaltación colectiva con la canonización, con gastos exorbitantes para viajar a Roma de laicos y sacerdotes sólo para presenciar la ceremonia. ¿No hay algo incongruente con la austeridad del Padre Hurtado?
-En relación a la gente que va a viajar a Roma, es una decisión personal de ellos de viajar. Otro grupo importante fue invitado. Yo, gracias a Dios, conozco a mucha gente que optó por quedarse en Chile y hacer con esos recursos una colaboración a otras obras sociales, no solamente del Padre Hurtado.

-¿Y usted?
-Yo opté por quedarme.

-¿Por qué?
-Porque nos dividimos la pega. Hicimos una opción con Agustín Moreira de quedarnos en Chile para poder acompañar la tremenda fiesta que va a haber afuera en el santuario y todas las actividades a nivel nacional. Si no, no habría dirigentes para organizar todo.

-Pero usted estaba invitado.
-Por supuesto. Soy miembro de la comisión. Todos los de la comisión íbamos por derecho propio.

-¿Qué diría el Padre Hurtado si viera a la Iglesia Católica chilena de hoy, que continúa siendo elitista, más cercana a las clases pudientes de la sociedad?
-Esto ha ido cambiando fuertemente desde la época del Padre Hurtado. Hoy encuentras dentro de la Iglesia y en el mundo sacerdotal distintas opiniones. Antes había casi una participación obligatoria en el Partido Conservador. Eso se abrió.

-¿Qué viene después de la canonización del Padre Hurtado?
-La tarea va a ser difundir con mayor fuerza su pensamiento. La misma Iglesia no se ha dado el tiempo para esto. Pero hoy hay un resurgir. Recuerde que todos los escritos del Padre Hurtado, que habían permanecido en archivos, han comenzado a ser publicados. No olvidemos que la revista “Mensaje”, en la época de la dictadura, fue censurada muchas veces por publicar frases fuertes del Padre Hurtado. Muchas veces sus páginas aparecieron en blanco.

Publicado en La Nacion, domingo 23 de octubre de 2005
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