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Amanecer sobre las ruinas

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" Y luego los hombres de Estado inventarán mentiras baratas,
 haciendo recaer la culpa en la nación atacada, y cada hombre
se quedará contento con esas mentiras tranquilizadoras de conciencia,
y las estudiará concienzudamente, y se negará a examinar las posibles
refutaciones, y terminará por convencerse de que la guerra es justa,
y dará gracias a Dios por el placentero sueño que ese grotesco proceso
de autoengaño le proporcione." 
Mark Twain en “El misterioso extranjero”


“Era la madrugada, cuando todos dormíamos. Nos despertaron zumbidos y violentas explosiones. Segundos después, todo alrededor se derrumbaba sobre nosotros. Pensé que era el fin del mundo
”, relataba Mohamed Saima entre llantos y apretando fuertemente la mano de uno de sus pequeños, todo lo que le queda de una familia de 5 miembros.
 
El  lugar, Qana, Líbano, a unos pocos kilómetros de la frontera con Israel.  La hora, 01:30 del domingo 30 de julio. 
 
Momentos después, los sobrevivientes y los primeros auxilios que llegaron al lugar, comenzaron la tarea de rescatar a los  heridos. Los gritos de dolor se mezclaban con los aullidos desesperados de los familiares de las víctimas que intentaban con sus manos escarbar entre los cascotes. Pero ya era tarde para decenas de libaneses, en su mayoría mujeres y niños. El ataque de la Fuerza Aérea Israelí, había provocado una masacre entre las familias que se habían refugiado en los sótanos de un edificio de tres pisos, que resultó completamente demolido por los impactos. Las víctimas venían huyendo de aldeas más próximas a la frontera que ya habían sido bombardeadas.
 
Según el último balance de las autoridades a cargo de las operaciones de salvamento, 55 personas murieron cuando aviones israelíes bombardearon esta población. La mayoría de los cuerpos rescatados son de criaturas y mujeres. No fueron encontrados restos de ningún miliciano ni tampoco armas.

El ataque contra Qana, que duró dos horas, se produjo en simultáneo con las bombas que cayeron en una decena de poblados de la región de Tiro, casi todos al sur de esa ciudad costera. Hacia esa ciudad han llegado en los últimos días miles de refugiados que escapaban de otras zonas donde el ejército de Israel había anunciado que lanzaría ataques. Los civiles ya no saben adonde huir, y además se encuentran con carreteras y puentes destrozados y la circulación de vehículos es prácticamente imposible.
 
Esta tarde continuaban las tareas para rescatar cadáveres entre los escombros de Qana, ciudad donde varios historiadores sitúan el lugar donde, según la Biblia, Jesús hizo su primer milagro. El panorama era sobrecogedor y difícil de soportar aún para los experimentados corresponsales presentes. "Filmad esto para los europeos y los americanos. ¿Es esto la civilización que nos traen?", gritaba ante una cámara de la televisión libanesa un hombre con una niña muerta en sus brazos. En su dolor y en sus frases, se repetían las imágenes de Bagdad, de Kirkuk, de Basora, de Kabul…
 
Frank Sevilla, enviado especial de Radio Nacional de España, terminó su crónica desde Beirut afirmando :“no hay palabras para describir tanto horror”.
 
Primeras reacciones en Líbano
 El gobierno libanés, en un solemne y duro mensaje del primer ministro anunció que suspendía la visita prevista para hoy de Condolezza Rice y pidió la urgente convocatoria del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas para que disponga un inmediato alto el fuego, y el cese de los ataques contra El Líbano.
 
La población libanesa que aún dispone de electricidad, pudo ver por televisión las terribles escenas de rescate de cuerpos mutilados de las víctimas, muchos de ellos niños pequeños. Momentos después, algunos cientos de personas comenzaron a congregarse en el centro de Beirut, con banderas libanesas y expresando su indignación por la matanza. Finalmente, miles de personas se dirigieron hacia la sede de las Naciones Unidas en la capital libanesa, donde lanzaron piedras y otros objetos. La policía que intentaba proteger el  edificio resultó desbordada por los manifestantes que penetraron en su interior y  causaron destrozos en el mobiliario. Clamaban contra la ONU por su ineficacia para detener los bombardeos que desde hace 20 días realizan  los aviones y los tanques israelíes contra poblaciones del sur del país. Se corearon consignas de adhesión a la milicia radical Hezbollá, y gritos contra el gobierno de los Estados Unidos a quien responsabilizan de impulsar y armar a Israel.  
 
Israel: “No sabíamos que había civiles”
En Tel Aviv, mandos militares indicaban que “no sabían que allí se alojaban civiles” y que la información que tenían de sus organismos de inteligencia era que desde ese lugar se disparaban cohetes Katiushas contra territorio israelí. Poco más tarde, el primer ministro  Ehud Olmert, responsabilizaba a Hezbollá, afirmando que si esa milicia no existiera, el bombardeo no hubiera ocurrido.
 
Con el transcurrir de las horas se fueron conociendo los pronunciamientos de las distintas cancillerías europeas y de países árabes que con distintos tonos condenaban la  masacre. Un portavoz de la Casa Blanca, calificó lo sucedido “de lamentable incidente”, pero insistió en ratificar el derecho a su defensa del gobierno de Israel.
 
Más de un mes de violencia ininterrumpida
Recordemos que esta nueva etapa de violencia se inició la noche del 28 de junio pasado, cuando Israel lanzó un ataque masivo por tierra y aire, invadiendo la franja de Gaza, territorio palestino. El pretexto del gobierno de Tel Aviv era rescatar a un soldado israelí apresado por uno de los grupos de la resistencia palestina.
 
En pocas horas, misiles y cohetes destruyeron las infraestructuras básicas de 1.400.000 palestinos, que no tienen ninguna capacidad militar para defenderse del potencial y la maquinaria bélica utilizada por el ejército israelí. También provocaron decenas de muertos y heridos al alcanzar con sus impactos viviendas de la población civil.  Días más tarde  las tropas ocupantes apresaron y secuestraron “preventivamente” a más de 60 dirigentes palestinos, incluyendo a 8 ministros del gabinete y a otros 20 miembros del parlamento. Esas decenas de personas, eran representantes elegidos libremente por su pueblo en elecciones supervisadas por estados europeos, que a esa altura guardaban silencio ante el atropello. Los primeros bombardeos inutilizaron la principal central eléctrica, puentes, carreteras y depósitos de agua. Bulldozers y otras maquinarias fueron empleadas para arrancar los cultivos ante la desesperación de las familias palestinas.  
 
A comienzos de julio, la entrada en acción de las milicias de Hezbollá en la frontera libanesa, en una acción similar a la ocurrida en la frontera palestina con el ataque contra una posición israelí, determinó que Israel abriera otro frente de guerra, bombardeando Beirut, comenzando por el aeropuerto que quedó rápidamente inutilizado y continuando con la destrucción de varios puentes, de la carretera vital que une Beirut con Damasco, edificios públicos, viviendas y  depósitos de combustible. También fueron duramente bombardeados los barrios densamente poblados donde se asienta el mayor respaldo a esa fuerza miliciana, provocando cientos de víctimas.  Estas desproporcionadas acciones fueron respondidas por el lanzamiento de cohetes Katiusha y similares
por parte de Hezbollá contra ciudades fronterizas israelíes, que causaron hasta el momento 19 víctimas, la mayoría de ellos también civiles. Incluso fue alcanzada Haifa, provocando la huída de miles de ciudadanos hacia zonas más seguras.
 
Los bombardeos israelíes en Líbano han provocado ya más de 750 muertos según indicó hoy el ministro de Sanidad libanés Jawad Jalifeh.  El número de ciudadanos libaneses desplazados se estima en casi un millón de personas.  Pocos de ellos han logrado encontrar refugio seguro, a excepción de los que tuvieron suerte de cruzar la frontera con Siria por carreteras secundarias. Hay más de 3.000 heridos, muchos de los cuales no pueden recibir adecuada atención porque empiezan a faltar medicamentos y elementos básicos para la infraestructura hospitalaria.
 
El soldado israelí capturado por los palestinos, argumento esgrimido por Israel para iniciar el 28 de junio  su ofensiva en Gaza y Cisjordania, no ha sido “rescatado”. Su padre ha pedido inútilmente al gobierno de Tel Aviv, que acepte una negociación para intercambiar prisioneros. Miles de palestinos se encuentran en cárceles israelíes, algunos de ellos desde hace más de 20 años.
 
Estados Unidos envía más armamento a Israel
Poco antes de la masacre de Qana, se conocía que Estados Unidos sigue enviando a Israel armas de todo tipo que se utilizan en los bombardeos, incluyendo armamento muy moderno y sofisticado que estaba previsto entregar en los próximos meses, pero que según indican algunas agencias, ya se encuentra en territorio israelí.
 
En Londres, la prensa británica publicó esta semana que dos Airbus A-310 cargados con bombas GBU28 dirigidas por láser, hicieron escala  en el aeródromo de Prestwick para repostar, en su vuelo con destino final a Israel. La ministra británica de Exteriores, Margaret Beckett  al ser consultada, confirmó la noticia al expresar que estaba “descontenta” porque aparentemente no se cumplió la normativa para manejar cargas peligrosas.
 
Qana, la segunda matanza  
Esta incursión militar israelí en territorio libanés, no es la primera y seguramente no será la última.  En Marzo de 1978 el ejército israelí cruzó la frontera en lo que denominaron la “Operación Litani”. El saldo entonces fue de casi un millar de civiles muertos. En junio de 1982, volvió a suceder, esta vez en el marco de la operación “Paz para Galilea”: 18.000 muertos y 30.000 heridos entre los libaneses. En esas fechas ocurrió la matanza del campo de refugiados de Sabra y Shatila, donde las milicias falangistas dieron muerte a 3.000 palestinos con la complicidad del mando militar israelí ejercido entonces por Ariel Sharon. Las operaciones militares del 82 fueron las que provocaron el desalojo de la OLP de posiciones en Líbano y el exilio en Túnez del entonces líder de la organización, Yasser Arafat.  Pero también radicalizaron la resistencia, y dieron lugar al nacimiento de la guerrilla de  Hezbollá. 

El 25 de julio de 1993, fue la operación “Rendición de Cuentas”, tras la muerte de 7 soldados israelíes en la frontera. Causó 200 muertos y 600 heridos, la mayoría de ellos civiles. En Abril de1996 se produjo otra operación militar, bautizada esta vez: “Viñas de la Ira”. En esta ocasión hubo 1.500 operaciones de bombardeo contra territorio libanés, con bombardeos a Beirut, Sidón, Tiro y otras ciudades con su correspondiente saldo de muertos y heridos y la huída de 300 mil desplazados.  El objetivo, también entonces, era destruír las posiciones de Hezbollá en el sur libanés. Durante esa operación “Viñas de la Ira”, soldados de la ONU establecieron un campamento de refugiados en la ciudad de Qana. Los cascos azules fueron atacados en varias oportunidades, sin que las quejas de las Naciones Unidas fueran atendidas.
 
El 18 de abril de 1996, el Tsahal, el ejército de Israel, bombardeó intensamente el poblado de Qana, especialmente el campamento de refugiados de la ONU, provocando 102 muertos civiles y numerosos heridos. También entonces la conmoción internacional fue intensa y muchos cancilleres pronunciaron entonces la frase “nunca más”. El gobierno israelí argumentó que desde esa ciudad libanesa, Hezbollá había disparado morteros contra posiciones israelíes.
 
El 24 de julio de ese año, Amnistía Internacional publicaba un informe en el que expresaba que “ la muerte de civiles a manos de las tropas israelíes durante la operación ´Viñas de la ira’ contra Hezbollá en el Líbano en el mes de abril, fue una clara violación de las reglas de la guerra, y los acuerdos que pusieron fin a 17 días de conflicto, podrían no ser más que papel mojado para impedir este tipo de homicidios en el futuro”.  Y añadía, incluyendo tanto a los ataques israelíes como a los de Hezbollá : “La brutal regularidad con la que se producen víctimas civiles en más de 20 años de conflicto, puede fomentar la creencia de que las muertes civiles son una ‘consecuencia inevitable’ de este conflicto, y hacer que estas muertes se acepten casi con indiferencia”. Y confiaba Amnistía en que un suceso como esa masacre en Qana, “quiebre esa indiferencia”.  Hoy, diez años más tarde, los aviones israelíes provocaron una nueva matanza de civiles en la misma población.  La explicación, idéntica que la de 1996: en realidad trataban de destruir una posición de Hezbollá desde la cual se disparaba contra Israel.
 
“Arabes hay millones”
Una entrevista realizada después de aquella matanza del 96 por un periodista de “Kol a’ir” con 5 soldados de la batería responsable de ese acto, resulta reveladora: “Ellos ( los soldados ) contaron que minutos más tarde se enteraron donde habían caído los obuses. El comandante los reunió para decirles que habían actuado bien y que debían continuar. Aquí nadie ha hablado de un error. Después de todo, no son nada más que (y aquí utilizaron un término despectivo compuesto de la palabra “árabe” y “rata” en hebreo )…árabes hay millones”.

Pregunta: “¿no han tenido Uds. ningún problema de conciencia?”
Respuesta: “¿Por qué?  Solo hemos hecho nuestro trabajo. Hemos obedecido las órdenes. Además, nadie nos pide nuestra opinión.”

P.:  “¿Y si se la hubiesen pedido?
R.: “Habríamos tirado aún más obuses y matado a más árabes.”
(Kol Ha’ir del 10 de mayo de 1996 )
 
El escritor israelí Ari Shavit, escribía esos días en “Haaretz”: “hemos asesinado a esas personas a causa de la discriminación detestable que nosotros hacemos entre la importancia sacrosanta de nuestra vida, y aquella –muy limitada – que acordamos a la vida de los demás”.-  Esta afirmación no era gratuita. Hay religiosos  judíos – como el conocido rabino Shlomo Aviner que sostienen que la ley religiosa –eterna y absoluta – está siempre por sobre las normas u ordenanzas que fijen los hombres. Eso les lleva a interpretar que la vida de un judío está siempre por encima de la vida de quien no lo es.
  
Por supuesto que no todos los israelíes comparten estos “principios”, que por cierto no son exclusivos de los fundamentalistas judíos, porque otras religiones defienden y proclaman otros casi idénticos. Pero sí es cierto que la crecien
te presión de los sectores ultraordoxos del sionismo, las diatribas nacionalistas y belicistas, y la inestimable ayuda del zumbido de los cohetes de Hezbollá  sobre ciudades israelíes facilitan que el gobierno de Tel Aviv justifique ante sus propios ciudadanos las acciones militares emprendidas, incluyendo los sostenidos bombardeos contra poblaciones civiles, y su consecuencia de muertos, heridos y destrucción de infraestructuras básicas.
 
Los derechos de la población civil
El Protocolo adicional de los Convenios de Ginebra de 1949, en su artículo 48 expone la “norma fundamental” para la protección de la vida de los civiles: “A fin de garantizar el respeto y la protección de la población y de los bienes de carácter civil, las partes en conflicto harán distinción en todo momento entre población civil y combatientes, y entre bienes de carácter civil y objetivos militares y, en consecuencia, dirigirán sus operaciones únicamente contra objetivos militares.”  Además de prohibir los ataques directos a civiles, el derecho internacional proscribe los que se realizan indiscriminadamente. “Se producen ataques indiscriminados cuando fuerzas armadas hacen caso omiso del principio de la distinción y atacan un blanco militar sin considerar las posibles consecuencias para los civiles.  Unas veces se hace uso de armas incapaces de alcanzar un blanco militar con precisión, ya sea por sus propias características o debido a las circunstancias; otras, las tácticas de ataque utilizadas muestran un claro desprecio por la vida de los civiles.”
 
Los términos de este protocolo de 1977 aprobado por 140 países parece redactado a la medida para lo que hoy practican, cada uno con sus dispares medios, Israel y Hezbollá.  Desconocen, violan sistemáticamente esas normas fundamentales para la protección de la vida de los civiles.  Los profetas del odio, siguen sembrando para futuras cosechas de muerte, destrucción y dolor.
 
¿ Que hacemos los pueblos ?
Todas estas acciones violan el derecho internacional, e incluso las convenciones de guerra. Pero las Naciones Unidas, supuestamente garantes de los derechos de los pueblos y las naciones, han actuado hasta ahora en la pura retórica, mientras cada hora que pasa siguen sumándose muertos, heridos, destrucción y dolor a la macabra lista. La realidad es que el conflicto creció y está fuera de control con la tolerancia y la complicidad de la llamada comunidad internacional.
 
 El gobierno norteamericano he repetido insistentemente que “Israel tiene derecho a la defensa” y ha bloqueado cualquier intento de establecer un alto el fuego. Resulta obvio destacar la evidente complicidad entre ambos gobiernos. Israel actúa en sintonía con los objetivos de la geoestrategia de la Casa Blanca en la región, y sus intentos de remodelar Oriente Medio según sus intereses. Y empantanado Bush en Afganistán e Irak, donde diariamente se producen entre cien y ciento cincuenta muertos, y sus tropas cada vez controlan menos, este nuevo eje de violencia parece una “huída hacia adelante” que puede tener consecuencias imprevisibles, aún mucho más graves que las que están a la vista. Y su evolución puede implicar a países que creen que pueden estar simplemente como observadores de las desgracias y los sufrimientos ajenos.
 
  Pocas horas antes de la nueva matanza de Qana, el coordinador de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas, Jan Egeland afirmó: “hay algo que marcha mal en esta “guerra” en la que mueren más niños que hombres armados”. De los más de 700 muertos civiles en el sur del Líbano, al menos una tercera parte de ellos son menores de edad, muchos de ellos víctimas de los ataques de la aviación israelí.
 
Los ciudadanos, que por millones salimos a las calles en todo el mundo hace tres años para oponernos a la invasión y a la ocupación de Irak, no podemos permanecer en silencio. Nuevamente nuestra protesta es la de la razón, la solidaridad, el humanismo, el respeto a la vida.
 
Si ellos siguen empeñados en sembrar muerte y destrucción, somos los pueblos los que tenemos que repudiarlos y rechazar esas políticas belicistas y colonialistas. La Paz devendrá de la Justicia, no de la muerte y la destrucción.
 
El autor escribe en representación de la Redacción de SERPAL.
30 de julio de 2006
Enviado por SERPAL, Servicio de Prensa Alternativa.
www.serpal.info

Pregunta: Respuesta: “¿Por qué?  Solo hemos hecho nuestro trabajo. Hemos obedecido las órdenes. Además, nadie nos pide nuestra opinión.”

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