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Así habló la Diosa Michelle

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Una vez cambiado los pañales de su hijo Andrés Zaldívar y escarmenada el pelo de la ministra Groucho Marx Veloso, la diosa Michelle bajó del Cerro Castillo al llano del Almendral y comenzó a hablar: las ciudades llenas de hollín se convertirán en barrios soleados, con maravillosas casas de 100×100 y ecológicos parques; ningún niño pateará piedras en las calles, todos estarán en guarderías por mis santas sacerdotisas. A los revoltosos estudiantes, que hacen las mismas barrabasadas que yo cuando no era diosa, los enviaré a estudiar mi credo en el extranjero. A los viejos tullidos les pagaré muy buenas jubilaciones y viajes a la Antártica. Terminaré con el sistema binominal y cualquier pelado podrá ser diputado o senador. Los gobernadores e intendentes serán elegidos y los niños del exterior podrán votar. El Estado ya no será la bestia apocalíptica, sino una cariñosa y comprensiva mamá. Nada de trámites ni notarios. Los funcionarios no nos gritarán nunca más.

Es que la Diosa es como Zaratustra, que comprende que el hombre vive tres etapas: la primera, la del camello, que corresponde al gobierno de Lázaro Frei, que nos aportó una tremenda mochila; la segunda, la del león, que corresponde a los constantes rugidos y regaños del profesor Lagos; y la tercera, la del niño, el reinado de la diosa Michelle. Por eso no me extraña que termine leyendo la carta del ingenuo niño Rodolfo que escribe que “la pobreza es como el resfriado”. No vaya a ser una pulmonía, pienso yo.

Es que los incrédulos machistas de la casta política no entienden que los silencios de la Diosa constituyen la clave de su poder. Jamás Michelle abordará temas conflictivos, en público. Su idea es incluir y no excluir. Hará creer a los ingenuos que escucha a todo el mundo, pero siempre hará lo que quiere. Por eso, como no es tonta, no hablará nunca de nuestras relaciones con Bolivia, ni contará de sus bailoteos con el milico Chávez, menos abrirá su boquita para apoyar la muerte dulce de la eutanasia, o el aborto terapéutico – eso que los siúticos llaman “temas valóricos”. ¿Por qué se va a preocupar de la mítica clase media si su tarea se aboca al amor de los pobres, los niños y los viejos inválidos?.
Así habló, para el escándalo de los incrédulos, la diosa Michelle.
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