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Modernización Ambiental

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Con el tiempo los problemas y conflictos ambientales seguirán aumentando y agravándose considerando el creciente desarrollo económico y leyes y regulaciones existentes. Estimamos que para que la legislación y la reglamentación tengan una perspectiva global se debe considerar al hombre como parte del ecosistema y no como un elemento externo a la naturaleza cómo ha sido la visión de la era industrial. Si se adopta esta perspectiva, es evidente que el hombre deberá incorporar a su ecuación de crecimiento económico todos los servicios ecosistémicos que hoy día obtiene en forma gratuita.

En otras palabras esto significa que al entender que su economía depende de que los ecosistemas mantengan su funcionamiento, será más responsable y debiera generar acciones tendientes a reducir los efectos ambientales.

De una forma pragmática y a modo de ejemplo ello significa que un empresario pesquero debe internalizar económicamente en su actividad el costo de reducción de la abundancia del recurso que está capturando. Esto significaría que para no perder capital, debe reducir automáticamente las capturas para mantener la estabilidad económica de su empresa. Otro ejemplo, un agricultor que usa pesticidas agresivos deberá internalizar los costos que ello significa. Al utilizar dichos productos y ellos pasen a encontrarse en cauces y napas subterráneas de agua, implicará un costo ambiental determinado por el valor que su eliminación tiene. Nuevamente, de forma independiente al estado, él deberá encontrar soluciones a su problema productivo para disminuir sus costos.

En otras palabras, esta aproximación donde el hombre es un constituyente del ecosistema estimula un mayor autocontrol de los procesos productivos, minimiza los efectos ambientales y disminuye los costos productivos por concepto de la incorporación del ¨factor ambiental¨ a la ecuación de desarrollo. Solo si incorporamos un modelo de desarrollo económico en cuyo diseño de producción estén contemplados los aspectos ambientales, podremos empezar a pensar que es posible alcanzar un desarrollo sustentable o algo más próximo a este concepto. La gama de problemas ambientales asociados a la acuicultura intensiva crece a un ritmo más acelerado de lo que lo hacen nuestras instituciones; el tiempo de respuesta, y aun más, la prevención, es mucho más lento que la aparición o resurgir de los problemas, y por tanto estos se acumulan y llegan a situaciones extremas e irreversibles. A modo de ejemplo, se puede indicar la creación del Reglamento de Acuicultura para el Medio Ambiente (RAMA). Este reglamento como herramienta regulatoria, ahora vigente, tomó casi una década para ser elaborado, consensuado y aprobado.

Lamentablemente a este ritmo, cuando aún apenas comienza a regir ya ésta ha quedado obsoleta, ya han surgido otros y más graves problemas no contemplados en este. Esta forma de legislar es lenta y poco apropiada y no incentiva al productor a tomar las decisiones que corresponde.

Sugiero adoptar una visión moderna sobre cómo administrar los recursos, incorporando una visión ecosistémica, internalizar los costos y permitir mejor respuesta empresarial y, por otra parte, que el estado asuma una modernización del modo de enfrentar el problema ambiental ya que con las herramientas actuales, ante esta problemática creciente y real, no alcanzaremos el desarrollo ni las proyecciones deseadas. El agotamiento de recursos y deterioro de nuestros ecosistemas es una realidad que difícilmente alguien puede hoy día intentar siquiera discutir.

El autor es Biólogo marino y consultor de Oceana
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