“La autocrítica no es una noria”
Mario Benedetti
Cuando hay reveses, nada más natural que autocriticas. Si la izquierda, aún más en una era neoliberal, en que la derecha no tiene nada de muy atrayente para ofrecer, sufre derrotas, claro que por lo menos parte de las responsabilidades caben a la misma izquierda.
¿Pero cuál es el marco en que deben dar esas autocriticas? Que Benedetti decía que no debe ser una noria:
No voy a anquilosarme en el reproche
no voy a infamar a mis hermanos…
… el baldón y la ira los reservo
que esto quede bien claro
yo los reservo para el enemigo.
Con mis hermanos porfiaré
es natural
sobre planes y voces
trochas, atajos y veredas
pasos atrás y pasos adelante
silencios oportunos omisiones que no
coyunturas mejores o peores
pero tendré a la vista que son eso
hermanos
El marco inicial de los balances de la primera etapa de la lucha antineoliberal en América Latina tiene que darse en el escenario descrito sabia y bellamente por Benedetti. Como balance en el campo popular, en el campo de la izquierda, de todas las fuerzas neoliberales. Los reveses no han cambiado: la polarización fundamental de nuestra época, la que se da entre el modelo neoliberal, como proyecto capitalista para el actual periodo histórico, y las fuerzas anti y posneoliberales.
En segundo lugar, todo balance tiene que darse a partir del éxito sin precedentes de los gobiernos antineoliberales. En el continente más desigual del mundo, en el marco internacional de generalización de los gobiernos neoliberales, que aumentan las desigualdades y la exclusión social, los gobiernos de Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia y Ecuador, han logrado disminuir sensiblemente las desigualdades y la exclusión social, a contramano de la tendencia global.
La primera autocritica tiene que ser hecha por los que no creyeron que esos gobiernos fueran posibles. Los que preveían, por ejemplo, que el gobierno de Lula sería una continuidad del gobierno de Cardoso, que el gobierno de los Kirchner repetiría el gobierno de Menem. Se han equivocado profundamente. Las trasformaciones en esos seis países fueron inmensas, las más importantes que esos países han vivido en mucho tiempo. Quien afirmó que el PT había traicionado en Brasil y que el gobierno Lula fracasaría, ha cometido error grave y debieran hacer autocrítica respecto a esa previsión equivocada.
Los errores cometidos por los gobiernos antineoliberales tienen que ser enmarcados en ese escenario. Los triunfos de la izquierda fueron posibles cuando lograron convencer a la mayoría de la sociedad de que nuestros problemas fundamentales son los de carácter social, de ahí la necesidad de gobernar poniendo la prioridad en las políticas sociales.
Fue así que han logrado conquistar el apoyo de la mayoría de la población, ser elegidos y reelegidos sucesivamente. Cuando la derecha ha logrado desarticular ese consenso e imponer los suyos (los gastos excesivos del Estado habrían desorganizado la economía, más el tema de la corrupción), ha logrado obtener victorias políticas.
En lo fundamental, no fueron las políticas gubernamentales las que han fracasado, sino la capacidad de convencimiento, de persuasión, de la izquierda en su conjunto: gobiernos, partidos, movimientos sociales. Se ha perdido el apoyo de gran cantidad de gente beneficiaria de las políticas sociales de los gobiernos.
Este fue el factor fundamental que llevó al debilitamiento del apoyo popular a los gobiernos, a su relativo aislamiento y a su derrota. Ello vale para aquellos países en que la izquierda ha sido derrotada en elecciones, como Argentina; por un golpe, como en Brasil; por una reversión de la naturaleza del gobierno, como en Ecuador, o por perdida de apoyo popular, como en Venezuela.
Esa es la más grande autocritica que la izquierda debe hacer. Por qué y cómo, después de lograr imponer su hegemonía al conjunto de la sociedad, la ha perdido. Pero la autocrítica, para las fuerzas de izquierda, no es solo un proceso teórico. Lo que pasa en Brasil es un buen ejemplo: cuando se decía que Lula y el PT estaban superados, fueron ellos los que han dado vuelta a la situación, no mediante una autocrítica teórica solamente, sino en la forma de acción, que ha llevado a la recuperación de la hegemonía de la izquierda sobre la sociedad brasileña, con buenas perspectivas de victoria y de la primera superación de la contraofensiva de la derecha en América Latina.
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