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Rumbo norte, cambio de viento en la economía

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Marketwatch informaba días atrás, “Las acciones de Estados Unidos cerraron el miércoles con un alza en el índice de cierre del Dow Jones en casi un mes, cuando la Presidenta de la Reserva Federal, Janet Yellen, enfatizó el enfoque gradual del banco central para normalizar la política monetaria y expresó optimismo sobre la economía en el testimonio del Congreso”. Otra noticia provino del área ecológica, cuando se confirmó que se desprendió un gran iceberg de más de 6.000 km2 en la Antártida, que no les dice nada a quienes niegan el  calentamiento global, e insisten en seguir contaminando reinstalando empresas a carbón. En energía, enormes créditos amenazan a las grandes petroleras con los bajos precios del petróleo y el “fracking” que extrae petróleo inyectando toneladas de químicos en la tierra, además de los millones de metros cúbicos de agua que requiere esa actividad.

¿Qué tienen en común estas noticias?, continuar con algo que no funciona. Es lo que comentaremos respecto de la economía y las finanzas, partiendo por las palabras del Dr. Mario Alonso P., en su libro “Reinventarse”, donde define el lenguaje transformacional como aquel que tiene por sí mismo la capacidad de afectar a las emociones y a los estados de ánimos. En palabras simples, el lenguaje describe y crea la realidad que nos rodea.

Cuando la Presidenta de la FED, Janet Yellen, habla en el Congreso de Estados Unidos de su optimismo respecto de la principal economía del mundo, señalando que se empezará a normalizar la política monetaria, sus expresiones tienen eco mundial y son de tal fuerza que empujan a nuevos records  los indicadores de Wall Street. Sus palabras llevan el mensaje de la realidad que las personas están dispuestas a “consumir”, porque la realidad que ella crea, funciona como la dopamina, devuelve la sensación de felicidad y tranquilidad al mundo financiero. ¿Quién va a cuestionar si esos indicadores están en concordancia o no con la miseria humana que nos toca ver a diario, o si el mundo está entrando en una sensación desconocida de caos financiero, si la más alta autoridad del Banco Central más poderoso de la tierra, con un flujo sideral de dinero, ha sentenciado que el mundo va bien?  ¿Quién a su nivel podría desmentir lo dicho? Nadie, sus palabras han creado una nueva  realidad, ante nuestros propios ojos.

Cuando se adquiere un bien o un servicio, “el dinero no se gasta”, en el sentido de dinero representado físicamente por billetes que se queman o se reciclan. Los billetes (papeles de valor de orden legal), son operados por personas en los bancos centrales y en los bancos privados, atribuyéndose la “facultad” para decidir cuándo ampliar o retirar la cantidad de dinero que circula en la economía, proceso durante el cual se va alterando el valor del poder adquisitivo del intercambio que hacemos todos.

La formación del capitalismo en Estados Unidos,  está muy ligada a la historia del dólar y sus diversas formas de emisión y a la multiplicidad de bancos que podían imprimirlo, a partir de la nada. Operado por la banca privada como un producto más de comercio, funcionó hasta que se creó un caos que obligó a unificar la emisión de dólares en 1913, en lo que conocemos hoy como la FED. Una agrupación de bancos privados, con regulaciones fiscales, pero que pueden tomar decisiones sin la aprobación del Congreso o del Presidente de los Estados Unidos, como ocurrió para detener la crisis del 2008, cuando prestaron a la banca norteamericana y extranjera US$ 16 billones.

Siempre ha existido un fuerte nexo entre los Bancos Regionales de la Reserva Federal de los Estados Unidos y los bancos privados, en especial por el intercambio de directivos entre dichas entidades. Las conexiones del imperio del dinero son transversales y secretas, se juramentan bajo el nombre de diversas fraternidades, grupos, comisiones y hermandades que se van reproduciendo en elíticas universidades privadas reservadas para la gente de altos ingresos. Los economistas que siguen la línea austríaca, como J. Huerta de Soto, M. Rothbar, han formulado fuertes críticas a la banca y a su reserva fraccional para crear créditos, para ellos no sólo es causa de inestabilidad, sino de fraude financiero legalizado por la influencia de los grupos de gente muy rica.

El dominio financiero superó a la era industrial debido a la flexibilidad y a la expansión que ofrecía la política monetaria del dólar en los mercados financieros globalizados, como el invento de los petrodólares, que permitió a EE UU, dejar enormes cantidades de dólares estacionados en el extranjero con la ayuda del FMI, el BM, y los crípticos mensajes de la FED, cuya ambigüedad es un misterio para determinar lo que ocurre en la economía.

Bajo diversas instancias, crearon  instrumentos financieros como, las “Obligaciones de Deuda Colaterizada (CDO), los Vehículos de Inversiones Estructuradas (SIV), o los Vehículos de Propósitos especiales (SPV), por nombrar algunos. Se diseminaron en la red bancaria mundial, valores que a su vez dependían de otros valores, como las Opciones, Futuros, y los CFDs. Crearon un fabuloso casino mundial, donde los mismos directivos que ofrecían los títulos CDO para ganar dinero, se iban a la ventanilla del frente, desde la cual apostaban en contra, vendiendo CFDs, que apostaban a la pérdida, bajo la modalidad de seguros. Ganancia total asegurada.

Pero, al igual que en la física, el equilibrio térmico de dos cuerpos que al inicio presentan diferentes temperaturas, terminan por igualarse y una vez que las temperaturas se equiparan, cesa el flujo de calor. Al dólar le está ocurriendo algo similar.  A través del dólar los Estados Unidos ha traspasado inflación al resto del mundo. Un dólar que baja, compra menos bienes y servicios, pero eso se compensa imprimiendo más dólares, lo que el resto del mundo no puede hacer. Considere que el valor de US$ 1 de Junio de 1913, es equivalente a US$ 24,97 dólares en Junio de 2017, de acuerdo al Bureau of Labor Statistics.

La inflación es un aumento generalizado y sostenido de los precios, causado por el exceso en la oferta de dinero. El exceso de dólares lo determinan personas de carne y hueso en entidades norteamericanas. La inflación de precios, en el largo plazo, siempre es atribuida a inflación monetaria y funciona en todos los países, como si fuera un impuesto indirecto, que todos los trabajadores perciben como una carga invisible, consistente en trabajar y trabajar para quedar exactamente donde mismo, con pensiones miserables a pesar del tiempo transcurrido.

Las deudas, inversiones financieras, gastos, bonos, etc., billones o cientos de miles de millones de dólares escalaron hasta que hoy son parte de una deuda mundial de US$ 217 billones, que sigue creciendo.  La deuda fiscal de EE UU pasa los US$ 20 billones. La deuda de los estudiantes y del mercado de autos esta en casi US$ 2.5 Billones y el PIB creció un anémico 0,7% en el primer trimestre de la era Trump, muy lejos del 4% prometido por el presidente.

Una fracción del dinero circula como efectivo entre las personas y empresas, la mayor parte queda estacionada en los bancos centrales, los bancos privados y las grandes empresas producto de su actividad mundial, el dinero barato o su posición monopólica, que les permite acumular enormes sumas cuando la demanda no crece, porque no se invierte ni se gasta y se cae en lo que los economistas llaman, la trampa de la liquidez.

Ahora, considerando el largo tiempo en que las tasas han estado tan bajas, no hay estimulo para el ahorro, la trampa de la liquidez es la preferencia por conservar los dólares u otras monedas y no invertir, como ocurre con el dólar, el euro y otras monedas, porque la inversión no es rentable, al punto que los bancos han establecido tasas de castigo a los saldos líquidos en las cuentas de los depositantes. La tasa de desempleo es 4.4%, sin embargo, la tarifa de los salarios sigue plana y lo ha sido por veinte años o más. La FED, sigue sin entender la razón del porqué una tasa de desempleo de 4,4% de casi pleno empleo, no haya sido seguida de un aumento de las tarifas salariales. Ya lo dijimos, las empresas no invierten con deflación, optan por auto comprar sus propias acciones

Ahora los indicios es que se acerca el momento de cambiar de viento. Si los bancos centrales decían que camináramos al sur, están surgiendo señales de cambiar a los vientos al norte, porque los bancos centrales se aprontan a pinchar suavemente las diversas burbujas que se crearon cuando la FED, el BCE, el Banco de Japón y el Banco de Inglaterra, etc., compraron bonos e hipotecas por valor de US$ 15 billones en los últimos 8 años, una media de US$ 1,87 billones por año.  “Los niveles globales de deuda han subido en US$ 500.000 millones de dólares el año pasado hasta alcanzar un récord de US$ 217 billones de dólares”, según el Instituto de Finanzas Internacionales y de acuerdo con las últimas estimaciones, se calcula que entre la mitad y dos tercios del valor total de la moneda estadounidense en circulación se encuentra fuera de EE. UU. ¿Se imagina esos dólares de regreso?

Ahora como sabemos, los bancos creados hace varios siglos, tienen la facultad de crear crédito a su antojo, desde la nada mediante simple anotaciones, con la reserva fraccionaria de depósitos bancarios. Las cifras implícitas en operaciones de crédito, han multiplicado la deuda a valores desorbitantes. Como consecuencia, tanto el aumento de las tasas como la venta de bonos e hipotecas en poder de la FED, están destinados  a restringir el dinero barato y entrar en una dimensión desconocida que puede originar serias consecuencias, como caer en recesión.

Los Estados Unidos y la banca internacional se acostumbraron al dinero barato y formaron burbujas en el mercado bursátil, crédito hipotecario, deuda automotriz, estudiantil, etc., y ahora están pensando poner freno, normalizar la política monetaria, lo que significa retirar lentamente US$ 4.5 billones, de los cuales $ 2,5 billones son bonos del Tesoro, y de esa cifra, US$ 1.4 billones de los bonos del Tesoro, tienen vencimientos de menos de cinco años. El aumento de tasas elevará de tal forma el déficit en los países desarrollados, como consecuencia de los intereses de las deudas, que no saben cómo pagarán. El resto, US$ 1,8 billones son valores respaldados por hipotecas.

Disminuir la liquidez del dinero barato pasa por subir las tasas, pero además, con el retiro del dinero mediante la venta de bonos e hipotecas en poder de la FED por un total de US$ 4.5 billones que encarecerá el dinero. Es la razón por la cual los economistas vaticinan que puede ocurrir una recesión en los Estados Unidos. La demanda agregada no crece y empieza a inmovilizar nuevamente los inventarios de vehículos y otros bienes, porque el crédito se está frenando. Las recesiones implican que alguien pierde, un bienes que costaba 100 puede caer a 50. Las inversiones en instrumentos financieros pueden caer un 30% ó 50%, dejando a la banca en riesgo de fondos, porque una parte importante de los créditos concedidos con los dineros de los depositantes se perdería, excepto si Donald Trump logra cambiar las normas para que nuevamente el salvataje se haga con dinero de la FED.

Hemos mencionado una dimensión desconocida, que tiene varias ramificaciones.  La primera es de orden político, que produce la inestabilidad y la gran resistencia que provoca dentro de Estados Unidos, un presidente como Donald Trump, lo cual conduce a la dimensión geopolítica. La proliferación de sanciones a China, Rusia o Corea del Norte, en algún momento puede comprometer la paz mundial.  Luego está la dimensión económica, un desborde de la inflación, obligará a subir las tasas rápidamente, activando el riesgo de recesión, en especial en una economía que apenas se mueve.  La cuarta dimensión es comercial. Puede partir con una guerra de precios, luego con las monedas y seguir con la creación de barreras arancelarias, condiciones que no propician la colaboración entre países. La salida de EE UU de los tratados y convenios de comercio global, puede gatillar la caída del dólar. China, Rusia, India, Turquía, Brasil, Venezuela y otros países productores de petróleo han acordado recientemente «realizar todo su comercio e inversión mutuos en sus propias monedas», liberando grandes cantidades de dólares.

He dejado la quinta dimensión para el final, porque creo que es la más importante. El calentamiento global llego para quedarse. El desprendimiento de un iceberg de 6.000 Km2 mencionado al inicio, debiera decirnos algo. Quienes insisten en un modelo neo liberal que depreda el medio ambiente, no se están haciendo cargo de la gran cantidad de gente que ya quedó fuera del mercado laboral con la recesión del 2008, lo que ha frenado la demanda, solo para que unos pocos sigan siendo muy ricos. La innovación tecnológica está derivando en robótica inteligente que está desplazando los puestos de trabajos del sector servicio. Estados Unidos es 70%  economía de servicios, por lo tanto, más cesantía. ¿Podrá un presidente como Donald Trump, superar todas estas dimensiones mencionadas?

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