Paz que duraría poco. El estado de humillación nacional se reinstauró en la madrugada del 11 de septiembre de 1973, bajo el vuelo de aviones y helicópteros a cargo de las cuatro ramas de las Fuerzas Armadas. Y Allende, que había hecho presente varias veces su amor por la vida, por la buena vida, cumplió también su palabra de no ser derrocado, de no ser sacado de su escritorio presidencial, de resistir hasta el final. De no ser humillado.