El capitalismo de libre mercado actual es adicto a una cadena ininterrumpida de conmociones geopolíticas que funcionan como coartadas para poder crear «fondos» a partir de la nada económica y «redirigirlos» hábilmente a los mercados bursátiles. Derivados y misiles son dos caras de la misma moneda capitalista, y quienes ejercen el control sobre los derivados normalmente deciden quién dispara primero.