A pesar de las tribulaciones todavía celebramos la Navidad
En nuestro país, y en el mundo, vivimos tiempos sombríos. Hay mucha rabia y mucho odio. Reina sobre todo la falta de sensibilidad hacia nuestros semejantes, especialmente hacia los niños –como el Niño Jesús– que viven en las calles y sufren abusos. A pesar de todo vivimos la humanidad de nuestro Dios, que asumió nuestra condición humana, tan contradictoria.
En la iglesia católica «el proceso para acabar la cultura del abuso terminó antes de haber comenzado»
«El proceso para acabar la cultura del abuso terminó antes de haber comenzado. Y sucedió el mismo día que los llamados a hacer protagonistas, las comunidades, se pusieron ciegamente del lado del Papado como si fuera la panacea.»[…]
«Si algún sentido tiene para mí la palabra religión, es su etimología, que aunque está discutida es muy pedagógica: religión viene del latín re-ligare, o sea, volver a unir. Creo en ese Cristo, que formó una comunidad de vida en la que se conectaron distintas realidades entonces desconectadas entre sí. Pero, y aunque no me he cansado de intentarlo, parafraseo a Gabriela Mistral orando: Señor, ¿es posible tu Evangelio en mí tiempo?
80 años de Jon Sobrino, el principio misericordia y la Iglesia de los pobres
Junto con otros teólogos de la liberación, como Leonardo Boff y Juan Luis Segundo, Sobrino ha contribuido de manera decisiva al desarrollo de una cristología latinoamericana elaborada desde el mundo de los pobres como lugar socio-teologal, que conduce a Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador. Su cristología se guía por la parcialidad a favor de los excluidos, la esperanza y la praxis.
¿Podemos esperar un mundo mejor?
Marana tha (“Ven, Señor”, “Ven, mundo mejor”), repetían en arameo los primeros cristianos para decir y reavivar su esperanza. Esperar no es pedir ni aguardar que alguien venga o que algo suceda. Es alzar la cabeza y abrir los ojos, levantarse cada día, dejarnos inspirar por el Espíritu que alienta en todo, sembrar y anticipar el mundo mejor necesario y posible, como hizo Jesús. Así sí que debemos y podemos esperar. Y merece la pena aunque fracasemos. Te lo aseguro: esa esperanza nunca fracasa.
Asesinato de monseñor Romero: un agujero de cinco milímetros
Los jesuitas Ellacuría y Estrada, en cambio, con un largo historial de irreverencia y de confrontación con el poder militar, opinaron que el arzobispo debía incluso endurecer más su mensaje. Le pidieron que incluyera, entre sus denuncias, el allanamiento militar al campus de la jesuita Universidad Centroamericana la tarde de ese mismo sábado, durante el cual un estudiante fue muerto y varios más continuaban desaparecidos. Sobre estas dos posiciones discurrió un largo debate hasta que el abogado Cuéllar intervino para anotar que llamar a los soldados a desobedecer las órdenes de sus superiores podía constituir un delito. Era una invitación a la insubordinación militar. Allí terminó la discusión, sin conclusiones, a las ocho de la noche. Romero le pidió al abogado Cuéllar que lo acompañara a cenar. Atravesaron la calle y caminaron apenas unos cuantos metros hasta la cafetería del Hospitalito. Entonces dijo algo que, treinta y cinco años después, Cuéllar recordaba así: “Beto, prepárese para una batalla legal. Es un llamamiento moral y ético contra una ley injusta e inmoral. Se están matando entre propios hermanos, entre pobres”. El arzobispo estaba decidido.
El legado de Monseñor Romero mártir
Quien defiende a pobres y oprimidos debe estar dispuesto a ser matado, lo que ocurre de diversas formas, todas las cuales participan, análogamente, en que arrebatan vida. Lo importante, sin embargo, es la tesis, que Ellacuría repetía con toda claridad al pensar en concreto en la identidad de una universidad de inspiración cristiana. Decía que si una universidad sufre persecución, algo o mucho ha hecho de lo que tenía que hacer. Y más claramente, si no sufre persecución alguna no ha hecho lo que tenia que hacer. No ha defendido a los oprimidos.
“Quien odia al hermano es un asesino”
“Quien odia al hermano es un asesino. Y sabéis que ningún asesino tiene la vida eterna” (1Juan 3,15). Pues estamos llenos de asesinos en nuestro país (Brasil) y sabemos especialmente de dónde vienen, aunque no exclusivamente: de un candidato que es claramente homófobo, misógino, enemigo declarado de los LGBTI, de indígenas y de quilombolas. Predica la violencia contra ellos, cosa que ya está siendo practicada en anticipación a su eventual victoria (que los cielos nos libren) en varios lugares del país por parte de sus seguidores, llegando incluso al asesinato del gran maestro de capoeira en Salvador, maestro del cantante Gilberto Gil y de Caetano Veloso, y a la violencia contra una joven de Porto Alegre a la que con una navaja le grabaron en la pierna la esvástica nazi.
Justicia para Romero: se reanuda la investigación
Hace pocos días, siempre bajo la lluvia, hubo otra marcha que no terminó en una plaza sacra sino en el Palacio de Justicia de San Salvador. La primera fue una peregrinación devota para acompañar la canonización de un mártir; la segunda, una marcha con pancartas para reclamar mayor celeridad en el proceso contra los autores materiales e intelectuales del asesinato de monseñor Romero, que siguen en la sombra desde hace 38 años.
Nuestro San Romero
Después de 38 años y siete meses de su asesinato, Monseñor Romero ha sido finalmente elevado a los altares por la Iglesia Católica. Es necesario recordar que su asesinato sigue en la impunidad. Algunos de los responsables de su asesinato murieron sin haber sido juzgados, y muchos otros siguen vivos, como vivas siguen las estructuras detrás de la cual se siguen ocultando quienes propiciaron su muerte, y celebraron con champán su asesinato.
Monseñor Romero, piezas para un retrato
Del libro de María López Vigil:
«El pueblo recogió su cadáver y lo lloró como se llora al padre y a la madre. Fueron ocho días de duelo y de orfandad. El Domingo de Ramos de 1980 los salvadoreños lo despidieron en una ceremonia multitudinaria, que fue interrumpida por calculados disparos y bombas arrojados por los cuerpos de seguridad apostados en puntos estratégicos de la plaza. Fueron 40 los muertos y centenares los heridos. La misa quedó interrumpida y el entierro tuvo que hacerse de prisa.«