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Nombrar arzobispo de Santiago a un excapitán de Carabineros ligado a la dictadura es una ofensa

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Felipe Berríos y el nuevo Arzobispo de Santiago
Nombrar a alguien, como el obispo de San Bernardo, que estuvo ligado a
la dictadura como arzobispo de Santiago para el Bicentenario sería un
retroceso para la unidad del país y una ofensa para muchos chilenos.

El P. Felipe Berríos, Jesuita y considerado como una de las figuras más
relevantes de la Iglesia Católica por haber sido capellán de Un Techo
para Chile, dejó dando botes una nueva polémica, ya que antes de viajar a
Burundi, África, donde desarrollará su labor evangelizadora, dio a
conocer la inconveniencia de que se nombre al obispo de San Bernardo,
Juan Ignacio González, como el nuevo arzobispo de Santiago.

En dos entrevistas que aparecen en la prensa nacional, el padre Berríos
explica su punto de vista, afirmando que cuando Juan Ignacio González
era abogado ligado al Opus Dei, trabajó con Sergio Rillón en la oficina
“de asuntos especiales de Gobierno” o de “enlace” entre “la dictadura y
la Iglesia que, en realidad se podría decir que era de ‘soplonaje’”.

“Fueron tiempos muy duros para la Iglesia chilena, que muchas veces fue
perseguida. Y él entonces trabajó para La Moneda y tengo entendido que
también lo hizo en la Secretaría General de la Presidencia y en el
directorio del diario La Nación. A finales de los ochenta dejó esto para
ir a Roma, donde fue ordenado sacerdote y sacó un doctorado cuya tesis
estaba relacionada con las capellanías castrenses en Chile”, explica a
la revista Sábado de El Mercurio.

En ese sentido, el sacerdote señala que “nombrar a alguien que estuvo
ligado a la dictadura como arzobispo de Santiago para el Bicentenario
sería un retroceso para la unidad del país y una ofensa para muchos
chilenos. Muchos en pro de la unidad de la Iglesia no dijimos nada con
su nombramiento de Obispo, pero eso tiene un límite y ese límite sería
que fuera nombrado arzobispo de Santiago. Con todo respeto yo haría
pública mi protesta”.

Ante el cuestionamiento de estar haciendo una acusación grave a un
obispo en el sentido que se lo está juzgando injustamente, Berríos
señala que lo que está haciendo es recordar el pasado, del cual “que yo
sepa- nunca se ha arrepentido públicamente y está en su derecho de no
hacerlo, pero también estoy en mi derecho de pensar que eso es un
impedimento grave para un posible arzobispo de consenso, que busque la
unidad entre los católicos y la sociedad en general”.

Sobre el mismo tema, el sacerdote espera que la Iglesia mantenga la
prudencia y designe a monseñor Ricardo Ezzatim Pablo Lizama o a
Alejandro Goic, quienes a su juicio tienen “experiencia, edad adecuada,
son acogidos ampliamente por diversos sectores católicos y no católicos y
tienen el peso moral y el liderazgo para enfrentar la reconstrucción de
la credibilidad que la Iglesia necesita. Son hombres de Dios”.

Crisis de credibilidad y su cuestionamiento a Juan Pablo II

Para Berríos, la Iglesia atraviesa una “tremenda” crisis de
credibilidad, ya que un grupo interno se fue separando del Concilio
Vaticano Segundo, que propuso un sacerdocio común con los laicos, menos
clerical: “una Iglesia más abierta, más dialogante. Con esa frase tan
linda: ‘Nada de lo humano es ajeno’. Eso se fue yendo en el sentido
opuesto y en un endiosamiento de los curas. También hubo un excesivo
centralismo en el tema de la moral sexual y no de la moral social”.

En ese mismo sentido, el cura sostiene que Juan Pablo II le “hizo mucho
daño a la Iglesia. Y mucho bien en otros sentidos”.

Explica que Juan Pablo II venía de una dictadura comunista y su gran
lucha contra el comunismo fue lo positivo, según su parecer, pero afirma
que “le hizo mella venir a Latinoamérica y darse cuenta que teníamos
dictaduras tan feroces, pero católicas y de derecha”.

Dentro del tema de la crisis de credibilidad, Felipe Berríos sostiene
que un punto importante fue como el anterior pontificado abordó los
problemas relaciones con abusos contra menores por parte de sacerdotes.

“Juan Pablo II no tuvo la actitud que ha tenido Benedicto XVI para
enfrentar casos como, por ejemplo, el de Marcial Maciel. No podemos
decir que Juan Pablo II no tuviera idea. No sabemos cuánto conocía, pero
no puede no haber sabido nada. Y por último, porqué no investigó, si
mal que mal no era un simple sacerdote, era el fundador de una
congregación. Ahora, ¿por qué no fue Juan Pablo II más duro en esa
materia? No tengo idea, no me toca a mí juzgarlo”, señala a La Tercera.

Y en El Mercurio agrega que “hay gente con una capacidad muy grande de
‘engrupir’: el perfil de Maciel y de Paul Schaefer. Permitir que haya
grupos tan cerrados es el caldo de cultivo para que personas así
envuelvan a jóvenes más débiles”.

Berríos no cree que este tipo de personas sean enfermada, ya que señala
que si tuvieran un problema mental no tendrían responsabilidades, pero a
su vez hace un mea culpa por la debilidad de la Iglesia al dejar que se
creen estas “verdaderas sectas. Usando la confesión como sistema de
coerción”.

Caso Karadima

Sobre el caso que involucra al ex párroco de la iglesia de El Bosque,
Fernando Karadima, Berríos afirma que desde el punto de vista judicial
no cree que se avance mucho, pero sí habrá una dura sanción
eclesiástica.

“Hay tres cosas muy graves. La primera, la actuación impropia de un
sacerdote. La segunda, el uso de algo tan importante para la Iglesia
como es el acompañamiento espiritual y usarlo como método de coerción y
dominio de la conciencia. Y tercero, que se haya sabido información que
se dio como parte del secreto de un sumario dentro de la Iglesia”,
precisa a La Tercera.

Asimismo, estima que de comprobarse las denuncias que dio a conocer el
cura Hans Kast y de otros implicados en el tema, “creo que debe haber
una sanción muy ejemplar para el padre Karadima y para la iglesia de El
Bosque.

Además, en su entrevista a El Mercurio, Berríos señala que en el caso
Karadima lo ayudó un secretismo y una “Iglesia clasista”.

Respecto a las declaraciones del cardenal Errázuriz, quien sostuvo que
por suerte son poquitos, el ex capellán de Un Techo para Chile afirma
tajante “jamás. No fue una frase feliz y creo que se ha arrepentido de
decirla. Puede haber curas raros, lo que la gente no acepta es que sean
amparados por la autoridad eclesiástica. Este secretismo es
inaceptable”.
También cree que al hacer público estos casos y sancionarlos, la Iglesia
se verá muy afectada, pero es una “forma de desacralizar a los curas.
Una Iglesia más sencilla, más inspirada en el Evangelio, menos
inquisidora. Hay curas maravillosos, que no salen en la tele, que
acompañan a la gente, sencillos y humanos”.

Fuente: Reflexión y Liberación

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