Fernando Paulsen: «En 1936 los ciudadanos de Alemania votaron por un joven militar llamado Adolfo Hitler»
por Martin Fischer (piensaChile)
4 años atrás 14 min lectura
Señor Paulsen, esto es lo dijo usted en su «Minuto de confianza»
Viendo en CNN, vía internet, lejos de casa, he visto la entrevista que le han hecho a Guillermo Teillier. No quiero referirme a esa entrevista, donde Teillier hace un lamentable papel: la historia del Partido Comunista de Chile merece y exige a su cabeza a una persona con mayor capacidad, alguien que pueda defender el pasado, las ideas, las propuestas, las relaciones, el programa de su organización con claridad, con argumentos, sin silencios, sin tartamudeos, demostrando que los comunistas tienen sueños grandes y nobles y saben hacia donde van. Ver al final de este artículo esa entrevista.
Escribo esta nota para opinar sobre un comentario que hace Fernando Paulsen, que me dejó… helado, por que tenía la opinión de que él era un periodista bien informado y un profesional de mentalidad abierta, capaz de defender ideas y principios democráticos, sin pensar en las críticas que puede cosechar por ello.
Esto es lo que dijo usted, Señor Paulsen:
«El votante la saca fácil. El votante vota por alguien y ese alguien puede dejar la crema y el votante se desentiende super rápido de su voto. Yo creo que si hay algo que los votantes debieran hacer es tomar conciencia de por quién votan y las consecuencias de su voto. En 1936 los ciudadanos de Alemania votaron por un joven militar llamado Adolfo Hitler. Y lo votaron, democráticamente. Votaron a Maduro, también. Votaron a un montón de personas y después de que suceden las cosas, el votante cambia de opinión, busca otro candidato y se desentiende de la responsabilidad de haber llevado a alguien a la primera magistratura. Creo que el votante debiera pensar muy bien, leer los programa, convencerse de las cosas, para que no solamente lleve a ese alguien a La Moneda, sino que además se haga cargo de lo que esa persona en La Moneda termina haciendo, ya sea para bien y sobre todo, que sea responsable si es que termina haciéndolo para mal.»
Señor Paulsen, yo podría estar de acuerdo con usted en pedirle responsabilidad a los ciudadanos al momento de votar, pero… no se puede pedir así, al voleo, a saco. ¿Por qué? Por la simple razón de que hay ciudadanos y ciudadanos:
- Hay ciudadanos que financian y deciden la política y la redacción de las leyes. Creo que no necesito entregarle nombres. Usted es periodista y conoce en detalles los escándalos que se han destapados en los últimos años de nuestro país. Para evaluar y buscar responsabilidades en lo que es el país hoy, hay que recordar ese dicho que reza: «La culpa no la tiene el chancho, sino quien le da el afrecho».
- Hay ciudadanos candidatos que mueven millones en sus campañas, que cuentan con el respaldo y el apoyo de los medios para vender sus mentiras y promesas; para callar acciones y conductas del pasado («raspado de olla» y similares); ensalzando su bondades y las ventajas de elegirlo. Como periodista usted conoce muy bien el espectro de medios chilenos; usted sabe que hay aquellos y estos otros, esos que la concertación hizo desaparecer, los llamados medios de comunicación alternativos, que habían sobrevivido a la dictadura civico-militar, pagando incluso con vidas su trabajo por recuperar la democracia.
- Hay ciudadanos que a pesar de la destrucción de sus organizaciones políticas y/o sociales -a través de la aplicación de políticas dirigídas y conscientes de la concertación- durante años, paso a paso han ido reconstruyendo sus redes y dan una heroica lucha por sus derechos y por la construcción de una sociedad democrática. Y usted, como periodista, debe saber que cada vez que esas organizaciones salen a la calle, haciendo legítimo uso de sus derechos civiles, son reprimidos bestialmente, por el simple hecho de atreverse a exigirles a esos candidatos que prometieron un programa que cumplan con sus promesas.
- Hay ciudadanos jóvenes, desengañados de la política por la conducta que han visto por años en las elites de nuestro país. Pero cuando esos jóvenes salieron a la calle a manifestar, fueron reprimidos de la forma más brutal (deteniéndolos, torturándolos, cegándolos, asesinándolos, etc. ), además de infiltrarlos y de montarles acciones de las cuáles ellos no eran responsables. Usted sabe que hubo una «Operación Huracán«; usted saber que Carabineros posee una Unidad dedicada especialmente a infiltrar las manifestaciones y provocar en las manifestaciones para justificar la represión. Cientos de jóvenes siguen encarcelados por participar en manifestaciones en contra de esos que «prometieron y no han cumplido», como usted pide.
- Hay miles de ciudadanos, que hoy son incapaces de leer. No digo yo, lo dice un informe de gobierno del 2011:»Estudio de Comportamiento Lector: 84% de los chilenos no comprende adecuadamente lo que lee«. Durante el gobierno de la Unidad Popular, la editorial Quimantú, editaba libros de literatura por miles. Y estos se vendían a la salida de las fábricas, en los kioskos de diarios, en las Ferias Libres. Todas esas capacidades se comenzaron a destruir dirigídamente desde septiembre del 73. Primero fue la quema de libros y luego se siguió con la destrucción dirigida y consciente de la Educación Pública.
- Hay miles de ciudadanos que viven ‘pegados’ al cajón de los idiotas, a la tv. Es una forma inconsciente de escape de la triste realidad que viven: Matinales, Telenovelas, Fútbol, Chismes, Circo. Y en ese ambiente crecen las nuevas generaciones. En las poblaciones no hay espacios de esparcimiento para la comunidad, no hay parques, no hay plazas. Los grandes medios de comunicación (la mayoría de los diarios, de los canales de tv, del cine, etc.), financiados por la publicidad, es decir, por aquellos que empujan a millones a consumir, haciéndoles tragar valores que luego los empujan a consumir, a endeudarse, a comprar a crédito, son responsables su solicitud de «lean los programas», no sea más que una linda frase… ingenua, para decirle con diplomacia y no ofenderlo.
- La lista podría continuar por largo rato, pero me baste con recordarle que el 36,63% de los chilenos votó en 1970 por un candidato que nos presentó un programa que representaba nuestros anhelos. Después de casi 3 años de gobierno ese candidato, porque estaba cumpliendo con lo prometido, a pesar del tremendo boicot de lo los poderosos, del boicot declarado por el imperio, los partidos que apoyaban a ese candidato obtuvieron el 44,23% de los votos en la elecciones parlamentarias del 73. Y ese candidato que cumplía pagó con su vida el haber sido leal. Y los que lo votamos, y confiábamos en él, pagamos con miles de muertos, decenas de miles de torturados, centenas de miles de exiliados. Usted sabe de lo que le hablo.
¿Me explico bien? Es innegable que hay ciudadanos y ciudadanos. ¿A quiénes se dirige usted?
No creo que usted sea consciente de las proyecciones que tienen sus palabras del «Minuto de confianza«, pero le comento lo que yo veo, aunque debiera saberlo: Desde hace ya un tiempo, una de las ideas, que son repetidas permanentemente por ciertos medios, es que hay gente ignorante e irresponsable, que se deja impresionar, entusiasmar por candidatos irresponsables, populistas, que lo único que buscan es destruir el juego democrático, el orden social, etc., etc. Y es hora de ponerle remedio a esas conductas. Un voto no siempre es igual a otro voto. Hay ciudadanos educados, responsables, trabajadores, pero también hay ciudadanos irresponsables, mal educados, flojos, que sólo quieren vivir del estado, de las subvenciones y es hora de ponerle fin a eso. En no pocos casos, lo que sigue a esos comentarios, es la propuesta de desconocer el derecho a voto a esa ‘gente irresponsable’.
Señor Paulsen, su forma de argumentar es curiosa, no le pide a la elite política que mejore la educación, que legisle para exigir que los medios de comunicación verdaderamente comuniquen lo que realmente debe saber el país y no informen sólo lo que les ayuda a sus interés particulares como empresas, callando noticias, tergiversando otras, mintiendo en en no pocas. Los medios debieran fomentar el desarrollo de un espíritu critico en la ciudadanía y no a ver a un enemigo en quien no piensa lo mismo. Los medios debieran ser apoyo de la ciudadanía para controlar la conducta de las elites políticas, pero ya ve, que las denuncias de corrupción que han desatados los mayores escándalos político-delincuenciales de gobernantes, legisladores, jueces, militares, policías, miembros de las iglesias, han sido periodistas valientes, con un tremendo coraje civil y/o medios alternativos.
El peor presidente de Chile, delincuente y asesino, fue elegido por la derecha, pero ¿llamaría usted a sus electores a leer el programa del próximo candidato antes de votar?. Hágalo, por favor, pero ya está claro por quien ellos lo van a hacer. Lo harán esperando salvar su ‘alma’ de los bárbaros y terribles vándalos que se van a apoderar del país. Vea lo que dicen la mayoría de los medios.
«En 1936 los ciudadanos de Alemania votaron por un jóven militar llamado Adolfo Hitler»
Se equivocó señor Paulsen. Y fíjese que hoy es extremendamente importante aprender de la historia de Alemania, esa que empezó en medio de la Gran Crisis del 29, que según dicen los expertos, es menor que la que ya se nos está viniendo encima, camuflada con una pandemia. En esa historia hay racismo, intolerancia a los intelectuales, chauvinismo, golpe de estado, quema de libros, incendios, etc.
El Partido Nazi participó por primera vez en las elecciones de 1928 con pésimos resultados (solo obtuvo un 2.63% de votos). Sin embargo, la caída de las Bolsas de 1929 y la consecuente Gran Depresión generaron el escenario de crisis económica y política perfecto para que los nazis capitalizaran simpatizantes mediante su discurso antisistema, radicalmente nacionalista y revanchista.
13 de marzo de 1932, elecciones presidenciales
En el año 1932 tuvieron lugar varios procesos electorales que sirvieron a los nazis para ir escalando en el poder. En marzo y en abril de ese año, se realizó la primera y la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. En ambas, Hitler quedó por detrás del mariscal Paul von Hindenburg (ya de 84 años en ese entonces), héroe de la Primera Guerra Mundial, quien fue reelegido como presidente de la República de Weimar (jefe de Estado).
En las elecciones parlamentarias de julio de 1932 el partido nazi obtuvo 37,3 % de los votos. Dado que ningún partido tenía mayoría en el Reichstag (parlamento) para formar gobierno, se tuvo que llamar a nuevas elecciones.
Finalmente, el 6 de noviembre de 1932, se celebraron unas segundas elecciones parlamentarias:
Partido | Votos | Porcentaje | Variación (respecto elección anterior) | Asientos en el parlamento |
Partido Alemán de los Trabajadores Nacional-Socialistas (NSDAP) El partido de Hitler |
11.737.021 | 33,1 % | −4,2 % | 196 |
Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) | 7.247.901 | 20,4 % | −1,2 % | 121 |
Partido Comunista de Alemania (KPD) | 5.980.239 | 16,9 % | +2,6 % | 100 |
Partido Alemán del Centro (Zentrum) | 4.230.545 | 11,9 % | −0,5 % | 70 |
Partido Popular Nacional Alemán (DNVP) | 2.959.053 | 8,3 % | +2,4 % | 51 |
El restante 9,4% de los votos se repartieron entre varios partidos de mucho menor influencia.
El 6 de noviembre de 1932, acudieron a las urnas 35.470.788 de electores, esto es 1,4 millones de votantes menos que en julio de 1932, por lo que la participación en la elección cayó del 84,1% al 80,6%. El NSDAP (el partido de Hitler) obtuvo 2 millones de votos menos; su cuota pasa del 37,3% al 33,1% y su número de mandatos bajó de 230 a 196. Los socialdemócratas (SPD) perdieron 700.000 votos; su cuota de votos pasa del 21,6% al 20,4%. Los comunistas por el contrario obtuvieron 680.000 votos más que en las elecciones de julio de 1932. Los resultados demuestran que los nazis iban dejando atrás su mejor resultado y el apoyo de la ciudadanía iba en declive. Y una simple suma muestra que socialdemócratas y comunistas juntos alcanzan el 37,3% de los votos, es decir, más que los nazis.

Tras estas elecciones, las diversas fuerzas sociales y especialmente, los grandes industriales alemanes, movieron los hilos de la política hasta ‘convencer’ al Presidente Hindenburg a que nombrara a a Hitler como Canciller, a pesar de no tener mayoría en el parlamento, lo cual ocurrió el 30 de enero de 1933. En su condición de Canciller, Hitler tenía la tarea de formar un gobierno, con un gabinete que debía ser aprobado por el parlamento (Reichstag). El presidente, además, según la llamada «Constitución de Weimar» tenía la facultad de nombrar o destituir al canciller y a los ministros.

Hindenburg podría haberle exigido negociar con otros partidos para formar una coalición de gobierno que tuviera mayoría en el parlamento, como se hace hoy en Alemania. No lo hizo, le entregó el gobierno y apoyó sin restricciones los cambios legales que comenzó a realizar inmediatamente asumido.
Apenas asumido el cargo, Hitler comenzó a instalar la gente de su partido en los cargos claves del gobierno y el 27 de febrero de 1933, a menos de 4 semanas de asumido el gobierno, el edificio del parlamento (Reichstag) estalló en llamas. El inmenso edificio ardió con gran rapidez y en varios puntos simultáneamente. Según el gobierno nazi, el incendiario fue un joven comunista holandés de tan solo 24 años, Marinus van der Lubbe. Y en el juicio, que fue más bien un show, no pudieron ni siquiera presentar cómplices. Van der Lubbe fue guillotinado al año siguiente.
El incendio del Reichstag permitió a los nazis obtener de Hindenburg la aceptación de la disolución del Reichstag (parlamento) y emitir el llamado Decreto del Incendio del Reichstag, una ley que estableció un régimen de excepción mediante la restricción de derechos fundamentales, como la inviolabilidad del domicilio, la libertad de expresión, el derecho de reunión, entre otros.
De esta forma se sentaron las bases para la estructuración de la dictadura nazi. Casi inmediatamente, los comunistas y otros opositores quedaron fuera de la Ley. Ya el 3 de marzo de 1933, a 4 semanas de asumido el gobierno, se organizó el primer campo de concentración, en una escuela militar en Weimar: el campo KZ Nohra. El 22 de marzo se abre el campo de concentración de Dachau. Y las primeras decenas de miles de prisioneros encerrados en esos campos fueron comunistas, los más decididos y duros rivales de los nazis. Luego fueron detenidos socialdemócratas, después sindicalistas, en parte también políticos liberales y conservadores. Más tarde, le siguieron los testigos de Jehová, los cristianos comprometidos, los sinti y los gitanos, los homosexuales y, sobre todo, los judíos.
«Primero vinieron a buscar a los comunistas y no dije nada porque yo no era comunista.
Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque yo no era judío.
Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque yo no era sindicalista.
Luego vinieron por los católicos y no dije nada porque yo era protestante.
Luego vinieron por mí pero, para entonces, ya no quedaba nadie que dijera nada».
Señor Paulsen, Hitler fue comisionado por el Presidente alemán el 30 de enero de 1933 para crear un gobierno, contando con apenas el 33% del parlamento. Por supuesto que Hindenburg actuó respondiendo a las deseos y presiones de la gran industria alemana. Pero ese es un tema que excede esta carta abierta que espero llegue a alguna pantalla en la cual pueda leerla,
Su paralelo entre la elección de Hitler y la de Maduro, prefiero no tocarla. Yo creo que le escapó en el entusiasmo de su discurso. Estados Unidos NUNCA hizo al Chile de Pinochet, puesto en el Palacio de Gobierno por ellos, ni un décimo de la presión y los chantajes a que ha sometido a Venezuela, reconociendo, incluso, como presidente a un patán tan incapaz como ladrón, como Juan Guaidó.
Por supuesto, si desea responder, cuente con su integra publicación. Nacimos hace 20 años, como reacción ante la realidad que nos mostraba que casi no había medios en los cuales expresar una opinión crítica a la élite política de nuestro país. Hoy, afortunadamente, la situación ha cambiado algo, pero los grandes medios siguen, con algunas honrosas excepciones, siguen sirviendo otros intereses, leyendo programas de quienes les financian.
Un saludo muy cordial
Martin Fischer
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