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El sicópata de la escopeta

El sicópata de la escopeta
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Mientras los noticieros del empresariado mienten y manipulan la información, la represión en las calles de #Chile no cesa. Los medios y sus empleados están siendo cómplices, invisibilizando las graves violaciones a los derechos humanos y la criminal violencia policial del gobierno de Sebastián Piñera.

 

 

EL PSICÓPATA DE LA ESCOPETA.

El engendro de pretexto financiero pasea arrogante.

Lo único recto es la escopeta que mima, antes y después, de la faena.

Mientras su madre sufre desgarro de ovario arrepentido al ver a su crío asesino.

El diablo los cría y el capital los junta.

Estruendo de jubilado derrotado, encumbra su cloaca.

La restricción de muchedumbre que lo graba, comprime su espinazo.

Ya llegará la noche, la oscuridad y la impunidad.

No va a la guerra, pero carga plomo contra piedras.

Se piensa héroe de una película que sólo algunos entienden.

Sonido de hueso fracturado expande sus fosas nasales.

Caverna de bruto amaestrado, avanza.

Ausencia de honor espolea al carnicero de obreros, al ejecutante de estudiantes, al verdugo de viejos, al mutilador de muchachas.

Mientras los amantes de ultratumba caminan de la mano por las calles. Y sólo él los ve y los detesta. Son hormigas que robaban el azúcar allá en su infancia, tachuelas negras que sostenían su rancha.

Y mengua la lluvia pétrea y monta. Todo el escenario es de él. Dispara, se muerde los labios, como cuando ve su reflejo en la sangre. Grosero cenicero de sobra humana.

¿Qué son las historias de palos y garrotazos?, frente a su colección de cabezas perforadas.

Los insultos le son indiferentes, el ácido corrosivo de ideas implantadas, burbujea en su azotea. Dispara al aire fingiéndose correcto, pero las manos le chillan, le chillan: “al cuerpo, al cuerpo, al cuerpo”

El vaho lacrimógeno ondea el collar de ojos que lleva al pecho.

El color de los moretones maquilla su cuerpo.

Porque su corazón no late, va muerto hace años, y aún no lo entiende. Es un reloj vacío, sólo brazos y piernas. Él es…su propio infierno.

El dolor del otro alivia su tormento. El grito ajeno acalla sus gritos.

Por entre el escudo de las hienas, dispara y vuelve a esconderse.

Sólo sigue órdenes, es un perro que aprendió a golpes.

La mano invisible de su patrón acaricia su mollera.

El psicópata de la escopeta ronda las casas pobres, e irónicamente, apenas habla, cuando cuida los jardines de los señores.

Los suyos lo esperan sonriendo. Psiquiátrico en llamas invisibles que a nadie preocupa apagar, mucho menos a él, que acarrea el pan lleno de coágulos sobre la mesa.

Los regalos ensangrentados son cortesía de su amo.

Para prensa Opal: Andrés Bianque Squadracci.

Base Musical: Fuck the Police – Dr. Funkstein & Mr. Watkins

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