La AFP estatal, gatopardismo previsional
por Rafael Luis Gumucio Rivas (Chile)
10 años atrás 3 min lectura
En el programa de Michelle Bachelet no está consignado ningún cambio estructural en el sistema previsional que, en su primer gobierno, constituyera el pilar fundamental. La AFP estatal sólo puede servir para bajar el precio en las comisiones que los trabajadores pagan a estas instituciones para que administren, en forma catastrófica, sus fondos. Según los técnicos del programa de Bachelet, vía competencia, la AFP estatal podría también lograr que las privadas bajaran las comisiones para no perder clientes; la AFP estatal favorecería al BancoEstado – a mi modo de ver, también privado, pues ya sabemos que Bachelet es la candidata de la “democracia bancaria -.
Esta nueva incursión del Estado jugaría igual que las privadas, con el dinero descontado obligatoriamente a los trabajadores, a las Bolsas de Comercio nacional e internacionales, al mercado secundario de Bonos y a los commodities, en consecuencia, la AFP estatal sólo podría diferenciarse por el tipo de inversiones que elijan sus administradores – idealmente, privilegiando la Bolsa nacional y/o los Bonos de empresas estatales, pero ni siquiera creo que esta sea posible pues, en la lógica de la rentabilidad, van a preferir las acciones extranjeras y Bonos que den mayor rentabilidad que los de CODELCO, por ejemplo – y, a la larga, jugarán a la ruleta rusa, claro, con plata ajena, igual que sus pares privadas.
Las pensiones que resultaran de esta AFP estatal serían tan miserables como las privadas: un promedio de $150.000, luego de 20 años de cotización, lo cual haría más útil, si pudiera abstenerse de cotizar, guardarlos como ahorro para invertirlos en una propiedad, por ejemplo, cuyos precios crecen exponencialmente. En Chile, la ley obliga a todos los trabajadores a cotizar mensualmente para que, al final, se las roben los dueños de las AFPs. – en el caso de la AFP estatal, el “ogro filantrópico”.
Es falso el argumento de que el sistema solidario de pensiones se haya arruinado en Europa a causa del envejecimiento de la población y a la baja natalidad, la verdad es que el dinero ahorrado por los trabajadores en previsión fue absorbido – mejor dicho, robado – para salvar a los Bancos de la quiebra. Es una inconsecuencia acusar al sistema de protección social de ser el responsable de la crisis económica, que se inició el 2008 y continúa hasta hoy.
Los programas de gobierno de Marco Enríquez-Ominami, Marcel Claude y Roxana Miranda plantean poner fin al robo del dinero de los trabajadores por parte de las AFPs. y reinstaurar el sistema solidario, que garantizaba pensiones justas y de calidad. Es evidente que en este siglo el sistema de pensiones debe estar adecuado a los nuevos tiempos, corrigiendo los errores que se aplicaron en el Chile republicano.
En el caso de sueldos millonarios – que son muy pocos – podría mantenerse el sistema mixto: una especie de AFP voluntaria, que permitiera a los ricos jugar a la especulación financiera, pero aún, en este caso, creo que muy pocos millonarios serían tan ingenuos de entregar de confiar sus ahorros a tecnócratas financieros tan malos que más les convendría invertir directamente. Sabemos, se sobra, que estos tecnócratas financieros, que asesoran a las AFPs. son los reyes para engañar a los pobres, pero no lo hacen con los ricos que, por algo, lo son.
Si eventualmente Bachelet llegara al gobierno, los pobres pensionados quedarían, nuevamente, marcando ocupado.
12.02.2014
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La tarea primera del golpe de Estado y de la dictadura que con éste se instaura en nuestro país (pasada por supuesto la emergencia de acabar con la «vía chilena al socialismo» y con la propia vida del Presidente Allende) fue volver a someternos a los dictámenes de la patronal de modo que estos últimos, a los empresarios me refiero, recuperaran no solo el control político, económico y social de Chile sino también los instrumentos necesarios para aumentar a toda costa, sin ningún límite ni mesura, una tasa media de ganancia del capital desproporcionada y escandalosa.
En ese contexto adquiere sentido la represión, la pérdida de los derechos de los trabajadores y estudiantes, los niveles de desempleo, los negociados en la salud, en la educación y en las jubilaciones, la corrupción y hasta el valor de los salarios que son definidos de antemano por los dictámenes de la élite. Pasaron más de cuatro décadas y la lógica del régimen sigue siendo la misma: defender a rajatabla las demandas de la patronal incluso a expensas de la legalidad y de las urgencias de la mayoría de la población. Si a esta altura no lo entendemos pasan dos cosas: o somos ingenuos y crédulos o hipócritas y oportunistas. La clase dominante defiende sus intereses, los trabajadores deberíamos hacer lo mismo.