En el ámbito político suele suceder que triunfa aquella opción que mejor custodia el sutil entramado de fuerzas e intereses en juego. Notemos que esta red está construida tanto a nivel nacional como internacional y compromete, desde luego, distintas dimensiones, a saber: económicas, sociales, geopolíticas y propiamente políticas. En una democracia electoral como la chilena, la trama se teje en torno a las distintas candidaturas que se proponen. El punto de equilibrio político en un momento de la historia es la convergencia óptima entre una propuesta y un contexto dado. Ese punto es el que conjuga lo posible con lo concebible, un punto donde el riesgo se aminora. En el momento actual, ese punto se ha desplazado en nuestro país, por tanto, la ecuación debe modificarse e inaugurar otro momento histórico. Todos lo saben y se preparan para el nuevo escenario.
Desde una perspectiva de derechas, se trata de disminuir las opciones de riesgo a sus inversiones y a su hegemonía política. Para ello, es menester atrincherarse en el parlamento y morigerar cualquier pretensión de cambio profundo al orden constitucional. Su probabilidad de alcanzar la moneda es casi nula. Cualquiera sea el rostro del aspirante presidencial, lo cierto es que su primera tarea es impedir la división de sus propias filas y ordenar las candidaturas parlamentarias.
La candidatura Bachelet sabe que es la primera opción en las próximas elecciones presidenciales. Michelle Bachelet es la candidatura que representa el mayor ajuste entre un “sentido común” y la coyuntura histórica de la sociedad chilena en este momento; aunque moleste a muchos, su figura se instala en el punto de equilibrio en la ecuación presente. Quiérase o no, su eventual gobierno suscita empatía en las mayorías y no resulta amenazante para los estrategas de Washington ni para las fuerzas armadas y ni siquiera para los sectores empresariales y buena parte de la derecha.
Salvo sectores más radicalizados, a la izquierda y a la derecha de su candidatura, la verdad es que todos saben que un gobierno encabezado por la señora Bachelet es la mejor garantía para avanzar en un proceso democrático. Por lo demás, desde una perspectiva seria y realista, su propuesta de avanzar en reformas de mediana intensidad apuesta a disminuir la conflictividad social, sin poner en riesgo el modelo económico, todo ello en un clima democrático. El destino de un futuro gobierno Bachelet se juega, precisamente, en su capacidad de introducir reformas sustanciales en la institucionalidad política que satisfagan las demandas planteadas por los movimientos sociales.
El clima político de los años venideros se anuncia complejo. Los años dorados del cobre parecen quedar atrás, la economía mundial muestra una riesgosa inestabilidad. En lo local, hay un despertar de los movimientos sociales que corre paralelo con un debilitamiento de la partitocracia. Chile ya no es esa sociedad post dictatorial resignada a una democracia de muy baja intensidad, regimentada bajo una constitución de facto que otorgó todos los privilegios a una derecha triunfante. Todo indica que se hace indispensable un nuevo “pacto social” capaz de refundar la institucionalidad vigente. Tal es la inmensa tarea histórica de la ecuación Bachelet.
-El autor, Alvaro Cuadra, es investigador y docente de la Escuela Latinoamericana de Postgrados. ELAP. Universidad ARCIS
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¿Produce algún tipo de tecnología del que hace depender las posiciones políticas de los demás países? ¿Cómo es posible que algunos medios de comunicación españoles sean tan valientes ante sus propias clases políticas y, al mismo tiempo, tan serviles ante el Majzén?
¿Cuadra pertenece a Espacio Publico? De otra manera no me explico la sarta de relamidas ridiculeces como «punto de equilibrio», «Michelle Bachelet es la candidatura que representa el mayor ajuste entre un “sentido común” y la coyuntura histórica de la sociedad chilena en este momento», «no resulta amenazante para los estrategas de Washington ni para las fuerzas armadas y ni siquiera para los sectores empresariales y buena parte de la derecha», «la señora Bachelet es la mejor garantía para avanzar en un proceso democrático», etc.
Parece que este individuo esta haciendo merito para ingresar al equipo de Bachelet junto a Cortazar, De Gregorio, Arenas y otros yanaconas.
Señor Alvaro Cuadra me parece que su descripciòn es muy ambigua, como la señora Bachelet. El hecho que ella trabaje en dos bandas,la convierte en complice de injusticias y su equipo al hacer vista gorda con los enormes problemas, dando soluciones parches, no hace de ellos personas seguras, sino un grupo que no se complica justamente ni complica al sistema aberrante, màs bien no se implica !, seguirà permitiendo a esos pocos millonarios chilenos acaudalando aun mas fortuna. evidentemente que para ellos no les complica, esta señora ha demostrado que puede y ha trabajado en dos estandar, si es por eso entonces por que no votar por irrisorio Parisis que dice abiertamente que quiere trabajar para la derecha y la izquierda, que quiere que sean todos amiguitos, señor Cuadra hay un momento en la vida donde hay que complicarse, implicarse reaccionar radicar para solucionar.
Yo lo invito a replantear El punto de equilibrio del cual usted habla, ya que esta hablando usted de su propio punto de vista y no del de millones de chilenos descontentos y con creces.
me parece una defensa màs de la teoría política del mal menor, que venimos arrastrando desde …uuuhhh…