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“Finalmente me di de baja y me niego a pertenecer a un club que me acepte a mí como socio” (Groucho Marx)

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Esta expresión del cómico me identifica a la perfección: me he dado de baja de los partidos políticos y me niego a pertenecer a cualquier club que me acepte. En mi vida, milité en la Democracia Cristiana, en el Mapu, en la Izquierda Cristiana y en el Partido Socialista; la verdad es que todos estos centros o  mafias, hoy son una realidad vergonzosa. La Democracia Cristiana está a punto de perimir, pues no es ni la sombra de lo que fue; el Mapu se transformó en una bolsa de lobistas y empresarios, cuya única meta es el poder y el dinero; la mayoría de los de la IC pasaron al Partido Socialista para integrarse a las filas de seguidores de Camilo Escalona; el Partido Socialista se ha transformado, de revolucionario latinoamericano, al más desnudo neoliberalismo y al culto del poder.

Yo no seguiría la letra de la bella canción, de Edith Piaf, “Je ne regrete rien”, porque me arrepiento de mis militancias políticas, y jamás tendría el valor y el dinero para comprar un cartel, como el que luce Claudio Orrego, cerca al metro Tobalaba, con el mensaje “Creo en Dios y qué” – no veo ninguna necesidad de afirmar su fe en una sociedad que se dice católica, donde la Iglesia presiona a sus diputados para que se nieguen a  aprobar el aborto terapéutico, el matrimonio igualitaria  y demás laicas y republicanas – salvo que este candidato pretenda distinguirse, invocando la religión a fin de diferenciarse de los demás candidatos.

Reconozco que durante un tiempo creí, de buena fe, que eran importantes los  partidos políticos de inspiración cristiana, sobre todo si rompían con el integrismo católico y, posteriormente, avanzaban hacia el diálogo con los ateos y los marxistas. Una época de mi vida estuvo marcada por la teología de la liberación, el Concilio Vaticano II y las Conferencias Latinoamericanas (CELAM), procesos de los cuales no me arrepiento en absoluto, al contrario, aún me siento muy honrado de haber actuado en consecuencia.

Pienso, sin embargo, que los partidos políticos de inspiración cristiana son funestos cuando mezclan la fe y la política, intentando influir en una república que, necesariamente, tiene que ser laica; el clericalismo ha hecho mucho daño también a nuestro sistema educacional, sobre todo, cuando se confunde a Cristo con Mamón, o cuando los colegios católicos segregan a las clases  sociales y, peor aún, cuando buscan el lucro – claro que hay que distinguir entre los Legionarios de Cristo y el Opus Dei de las Congregaciones más avanzadas, como los Jesuitas, sin embargo, la mayoría es formadora de niños que “nacen con estrella”, dejando de lado a los “estrellados”.

En el caso del Mapu, se produjo un rápido proceso de abandono de la inspiración para adoptar “un marxismo para gente bien”, ideas surgidas en Francia del  filósofo francés, Louis Althusser, quien negaba el humanismo del marxismo, especialmente en los escritos de juventud de Karl Marx – Althusser terminó tan loco que asesinó a su mujer y, según he leído, era más sectaria que su marido -. La filosofía  Mapu consiste en un pragmatismo extremo y un gran facilidad para pasar del marxismo más dogmático, al neoliberalismo más cruel y sectario; al fin, en sus mentes se confunde a  Max con von Hayek. Es sorprendente cómo estos personajes pasaron a formar parte de la élite socialista, convirtiendo ese Partido en “una empresa” y  en “agencia de empleos”.

El Presidente Salvador Allende no podía entender esta fe marxista de los antiguos “sacristanes”, y con buen sentido político, comprendía que debía existir un Partido, dentro de la Unidad Popular, capaz de captar los sectores progresistas que aún quedaban de la Democracia Cristiana. Posteriormente, el Mapu  se dividió en un sector pro comunista – Mapu-Oc -, que aprovechó muy bien el reconocimiento, por parte de URSS, como tercer Partido proletario, y otro casi MIR, Mapu – entonces dirigido por el ahora empresario Óscar Guillermo Garretón -.

La IC, que comenzó con nueve diputados,  terminó siendo minoritaria y, en 1973, apenas eligió un diputado  y, como todos los “sacristanes”, algunos pasaron del reformismo democratacristiano a la ultra-izquierda. Actualmente están divididos entre aquellos que pasaron a formar las filas del PPD y los seguidores de Luis Maira, que pasaron al Partido Socialista. Aún subsiste un pequeño sector que pasó a llamarse Izquierda Ciudadana”, cambiando el nombre histórico.

Milité en la DC, en su época de gloria, a partir de año 1957 y hasta el 69, y me sirvió mucho para conocer a filósofos como Emmanuel Mounier, a poetas, Charles Péguy y otros inspiradores cristianos, de mucha influencia en la relación entre ética y política, como también sobre el diálogo  entre  marxistas y cristianos.

Como se puede comprobar, estos partidos donde milité actualmente son regresivos y obsoletos, por consiguiente adopto el pensamiento de Groucho Marx: me declaro de baja y me niego a atraer a ninguna persona – de los  Partidos de antaño – a mis actuales convicciones, cada vez más cercanas a un escepticismo libertario.

23/06/2013

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4 Comentarios

  1. Claudio

    comparto el juicio sobre los partidos de este examen crítico de Rafael Luis Gumucio Rivas. Con todo, me parce innecesario para su argumentación poner «Althusser terminó tan loco que asesinó a su mujer y, según he leído, era más sectaria que su marido «.

    Pienso que, además de existir muchos elementos que hacen muy discutible ambos juicios («tan loco» y «más sectaria»), en el MAPU no tuvieron influencia.

  2. olga larrazabal

    Honesta confesión, y bienvenido al club de los escépticos libertarios que no tiene sede y espero que cada día seamos más libres y más contentos de ser personas con cierta coherencia.

  3. Domingo

    Tambien hice el mismo recorrido que Rafel L Gumucio, y a pesar de todo lo que este sucediendo con los partidos politicos, no me ire a la casa. El estar en contra de los partidos fue siempre lo que la dictadura le hacia saber al pais. todos los males que tenia el Chile los partidos tenia la culpa.
    Que lastima ojala que no termine apoyando a Ominani, o mejor a la misma derecha «no politica».

  4. Margarita

    Que bueno es, que se den cuenta.
    Que al fin y al cabo cada uno de nosotros, somos el ser que Dios nos puso a cargo,
    y que estamos obligados a realizar nuestros mejores esfuerzos para lograr lo mejor de nosotros mismos, para ser de ayuda y adelanto para la humanidad.

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