La guerra del "Ductistán" en Siria
por Pepe Escobar (Al Jazeera)
13 años atrás 8 min lectura
Traducido por Germán Leyens
Es una guerra de convenios, no de balas
En lo profundo bajo el “volcán de Damasco” y la “batalla de Alepo”, las placas tectónicas del tablero de ajedrez de la energía global siguen retumbando. Más allá de la tragedia y el dolor de la guerra civil, Siria también es un tejemaneje del ‘Ductistán’.
Hace más de un año Irán, Iraq y Siria llegaron a un convenio por 10.000 millones de dólares, parte del ‘Ductistán’, según el cual en 2016 se construirá un gasoducto desde el gigantesco yacimiento South Pars de Irán, atravesando Irak y Siria, con una posible extensión al Líbano. El mercado de exportación clave: Europa.
Durante los últimos 12 meses, con Siria precipitada en la guerra civil, no se ha hablado del gasoducto. Hasta ahora. La paranoia suprema de la Unión Europea es convertirse en rehén de la rusa Gazprom. El gasoducto Irán-Irak-Siria sería esencial para diversificar los suministros de energía de Europa, apartándolos de Rusia.
La cosa es aún más complicada. Sucede que Turquía es el segundo cliente de Gazprom. Toda la arquitectura de la seguridad energética de Turquía depende del gas de Rusia e Irán. Turquía sueña con convertirse en la nueva China, configurando Anatolia como la máxima encrucijada estratégica del ‘Ductistán’ para la exportación de petróleo y gas ruso, del Caspio y Asia Central, de Irak e Irán.
Si se trata de dejar de lado a Ankara en este juego, se enfrentan serios problemas. Prácticamente hasta ayer, Ankara aconsejaba a Damasco que realizara la reforma del régimen, y rápido. Turquía no deseaba el caos en Siria. Ahora Turquía nutre el caos de Siria. Examinemos uno de los posibles motivos cruciales.
Fui a la encrucijada
Siria no es un productor importante de petróleo; sus reservas se agotan. Sin embargo, hasta el estallido de la guerra civil, Damasco obtenía 4.000 millones de dólares al año en ventas de petróleo, una suma nada despreciable, un tercio del presupuesto gubernamental.
Siria es mucho más importante como encrucijada energética, tal como Turquía, pero a menor escala. El punto esencial es que Turquía necesita a Siria para su estrategia energética.
El juego de Siria en ‘Ductistán’ incluye el Gasoducto Árabe (AGP) desde Egipto a Trípoli (en el Líbano) y el IPC de Kirkuk, en Irak, a Banyas, paralizado desde la invasión estadounidense de 2003.
La pieza central de la estrategia energética siria es la “Política de los cuatro mares”, un concepto introducido por Bashar al-Asad a principios de 2011, dos meses antes del inicio del levantamiento. Es como un mini tejemaneje turco, una red energética que vincula el Mediterráneo, el Caspio, el Mar Negro y el Golfo.
Damasco y Ankara se pusieron rápidamente a la obra integrando sus redes de gas, vinculándolas con el AGP y, crucialmente, planificando la extensión del AGP de Alepo a Kilis en Turquía; esto podría vincularse posteriormente con la perenne ópera del ‘Ductistán’, Nabucco, asumiendo que esta voluminosa dama llegue a cantar un día (algo que está lejos de ser seguro).
Damasco también se estaba preparando para dar un paso adelante con el IPC; a fines de 2010 firmó un memorándum de entendimiento con Bagdad para construir un gasoducto y dos oleoductos. El mercado objetivo, una vez más: Europa.
Entonces se armó la de San Quintín. Incluso antes que comenzara el levantamiento, se llegó al acuerdo del ‘Ductistán’ Irán-Irak-Siria por 10.000 millones de dólares. Si se termina, transportará por lo menos un 30% más de gas que Nabucco, que se arriesga a que lo desechen.
¡Ay!, ese es el problema. Lo que a veces se llama el Gasoducto Islámico pasa por un lado de Turquía.
Queda por ver si esta compleja estrategia del ‘Ductistán’ puede considerarse un casus belli para que Turquía y la OTAN pongan todo de su parte para destruir a Asad; pero hay que recordar que la estrategia de Washington en el sudoeste de Asia desde el gobierno de Clinton ha sido dejar de lado, aislar y perjudicar a Irán por todos los medios necesarios.
Relaciones peligrosas
Damasco ciertamente utilizaba una estrategia muy compleja de dos vías, vinculándose al mismo tiempo con Turquía (y el Kurdistán iraquí) pero también soslayando Turquía e incorporando Irán.
Con Siria sumida en la guerra civil, ningún inversionista global llegaría a soñar con el juego del ‘Ductistán’. Sin embargo, en un escenario post Asad están abiertas todas las posibilidades. Todo dependerá de la futura relación entre Damasco y Ankara y Damasco y Bagdad.
En todo caso el petróleo y el gas tendrán que provenir de Irak (además de más gas de Irán); pero el destino final del ‘Ductistán’ sirio podría ser Turquía, el Líbano e incluso la propia Siria, exportando directamente a Europa desde el Mediterráneo Oriental.
Ankara apuesta definitivamente por un gobierno post Asad dirigido por suníes, no muy diferente del AKP. Turquía ya detuvo la prospección de petróleo conjunta con Siria y está a punto de suspender todas las relaciones comerciales.
Las relaciones entre Siria e Irak involucran dos corrientes separadas que parecen dos mundos distintos: con Bagdad y con el Kurdistán iraquí.
Imaginad un gobierno sirio del CNS-ELS; sería definitivamente antagónico de Bagdad, sobre todo en términos sectarios; además, el gobierno de mayoría chií de al Maliki tiene buenas relaciones estratégicas con Teherán, y recientemente también con Asad.
Las montañas alauitas dominan las rutas del ‘Ductistán’ sirio hacia los puertos del Mediterráneo Oriental de Banyas, Latakia y Tartus. También hay mucho gas esperando que lo descubran después de los recientes éxitos en Chipre e Israel. Asumiendo que se deponga al régimen de Asad pero inicie una retirada estratégica hacia las montañas, se multiplican las posibilidades de sabotaje de los conductos por parte de la guerrilla.
Tal como están las cosas, nadie sabe de qué forma un Damasco post Asad configurará sus relaciones con Ankara, Bagdad y el Kurdistán iraquí, además de Teherán. Siria, sin embargo seguirá participando en el juego del ‘Ductistán’.
El enigma kurdo
La mayor parte de las reservas petroleras de Siria están en el noreste kurdo, que geográficamente se encuentra entre Irak y Turquía; el resto está a lo largo del Éufrates, hacia el sur.
Los kurdos sirios representan un 9% de la población, aproximadamente 1,6 millones. Incluso si no constituyen una minoría cuantiosa, los kurdos sirios ya consideran que ocurra lo que ocurra en un entorno post Asad, estarán muy bien posicionados en ‘Ductistán’, ofreciendo una ruta directa a las exportaciones del Kurdistán iraquí, soslayando en teoría tanto a Bagdad como a Ankara.
Es como si toda la región jugara una “lotería del soslayo”. De la misma manera que el Gasoducto Islámico puede interpretarse como un soslayo de Turquía, un acuerdo directo entre Ankara y el Kurdistán iraquí para dos oleoductos y gasoductos desde Kirkuk a Ceyhan pueden considerarse como un soslayo de Bagdad.
Bagdad, por supuesto, se opondrá subrayando que esos conductos carecen de efecto legal sin que el gobierno central tenga una parte importante; después de todo paga un 95% del presupuesto del Kurdistán iraquí.
Los kurdos en Siria e Irak han mantenido un juego astuto. En Siria no confían en Asad o en la oposición del CNS. El PYD –vinculado al PKK– rechaza al CNS como un títere de Turquía. Y el secular Consejo Nacional Kurdo (KNC) teme a la Hermandad Musulmana siria.
Por lo tanto la mayoría absoluta de los kurdos sirios se ha mantenido neutral; ningún apoyo para los títeres turcos (o saudíes), todo el poder para la causa pan-kurda. El líder del PYD lo ha resumido todo: “Lo importante es que los kurdos defendamos nuestra existencia”.
Esto significa, esencialmente, más autonomía. Y es exactamente lo que obtuvieron en el acuerdo firmado en Irbil el 11 de julio, bajo los auspicios del presidente del Kurdistán iraquí, Masoud Barzani; la administración conjunta del Kurdistán sirio por parte del PYD y del KNC. Fue la consecuencia directa de una astuta retirada estratégica del régimen de Asad.
No es sorprendente que Ankara enloquezca, no solo le preocupa que el PKK encuentre refugio en Siria, albergado por sus primos del PYD, sino también dos pequeños Estados de facto kurdos, que envíen una poderosa señal a los kurdos en Anatolia.
Lo que Ankara podría hacer para minimizar su pesadilla es ayudar discretamente a los kurdos sirios en lo económico –desde ayuda hasta inversiones en la infraestructura– a través de sus buenas relaciones con el Kurdistán iraquí.
Desde el punto de vista de Ankara, nada puede obstaculizar el camino de su sueño de convertirse en el máximo puente energético entre Este y Oeste. Esto implica una relación extremadamente compleja por lo menos con nueve países: Rusia, Azerbaiyán, Georgia, Armenia, Irán, Irak, Siria, Líbano y Egipto.
En cuanto al resto del mundo árabe, ya se estaba discutiendo seriamente, incluso antes de la Primavera Árabe, un ‘Ductistán’ árabe que podría vincular El Cairo, Amán, Damasco, Beirut y Bagdad. Eso contribuiría más a unificar y desarrollar un nuevo Medio Oriente que cualquier “proceso de paz”, “cambio de régimen” o levantamiento pacífico o militarizado.
En esta delicada ecuación, ahora vuelve el sueño de un Gran Kurdistán. Y los kurdos tienen un motivo para sonreír: Washington parece estarlos respaldando silenciosamente, una alianza estratégica muy cautelosa.
Por cierto, los motivos de Washington no son precisamente altruistas. El Kurdistán iraquí bajo Barzani es un instrumento muy valioso para que EE.UU. mantenga una huella militar en Irak. El Pentágono nunca lo admitirá oficialmente, pero ya existen planes avanzados de una nueva base de EE.UU. en el Kurdistán iraquí, o para la transferencia al Kurdistán iraquí de la base de la OTAN de Incirlik.
Debe de ser uno de los más fascinantes guiones secundarios de la Primavera Árabe: los kurdos ajustándose perfectamente al juego de Washington en todo el arco del Cáucaso al Golfo.
Muchos ejecutivos de Chevron y BP deben de estar regodeándose ante las perspectivas que abren las triangulaciones de un ‘Ductistán’ Irak-Siria-Turquía. Mientras tanto, muchos kurdos pueden estarse regodeando ante la posibilidad de que ‘Ductistán’ abra las puertas a un Gran Kurdistán.
Fuente Original: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2012/08/201285133440424621.html
*Fuente: Rebelión
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Un refugiado es un refugiado
Un niño es un niño y el miedo es el miedo
Destierro es destierro
Y una hipocresía es una hipocresía
No hay signo, no hay bando
No hay ideología ni misterio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
Un daño es un daño, del verbo dañar
Todos los daños son daños centrales
Un niño es un niño
No existen los daños colaterales
No hay meta, no hay causa
Ningún motivo, ningún premio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
El fin es un punto por siempre distante
Una cambiante ficción
Un ciclón a merced de una hoja
Una paradoja como la de Zenón
Donde algo parece que se va acercando
Y siempre se escapa, siempre se esconde
Siempre a la misma exacta distancia
De un mismo horizonte (mismo horizonte)
El dedo que aprieta el gatillo
Debería saber esto
No hay tuyos ni suyos ni míos
Si son niños, son nuestros (todos los niños son nuestros)
Ni patria ni credo hay
Ni diferencias de criterio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio
No hay un solo fin
Que justifique cualquier medio