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El testimonio de una mujer que vivió el infierno

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El testimonio que se
entrega a continuación refleja lo que efectivamente es el Informe de la Prisión Política
y Tortura. La Nación.cl
lo da a conocer a sus lectores autorizado por su autora, una mujer que vivió lo
que relata y que no es necesario calificar. Basta sólo con leerlo.

Como ella, miles de
mujeres y hombres vivieron algo similar, en distintos grados. Sólo dos
reflexiones: esto ocurrió mientras millones de chilenos durante la dictadura se
negaron a aceptar que era verdad lo que se denunciaba. Otros que lo supieron,
entre ellos los civiles que prestaron sus servicios al régimen de facto, jamás
lo denunciaron y hoy quieren pasar por inocentes ignorantes.

Entre los primeros y
los segundos, a pesar de los 17 años de dictadura con todos sus crímenes, le
dieron a Augusto Pinochet el 43% de los votos en el plebiscito de 1988. Algo
muy parecido al apoyo masivo que tuvo Hitler entre el pueblo alemán antes de la
derrota del nazismo. 

ASI ME TORTURÓ MANUEL
CONTRERAS EL JEFE DE LA DINA
DE PINOCHET EN TEJAS VERDES, SAN ANTONIO – CHILE

DECLARACIÓN DE LUZ DE LAS NIEVES AYRESS MORENO

En Nueva York, estado de Nueva York, Estados Unidos de
América a ____ días del mes de agosto del año dos mil, ANTE MI, Alvaro Zuñiga,
Cónsul General de Chile en esta ciudad, comparece Doña Luz de las

Nieves Ayress Moreno (nacida en Chile con el nombre Luz de
las Nieves Ayress Moreno, cuidadana chilena, de profesión tutora, domiciliada en
Nueva York, Nueva York, EEUU, pasaporte No. 6.347.871-7) mayor de edad, quien
demostró su identidad con su pasaporte, y expone:

1. Hago esta declaración para ser presentada como evidencia
en los casos pendientes contra el General Augusto Pinochet y sus subordinados
en Chile. Esta declaración la hago bajo juramento y en pleno conocimiento del
delito de perjurio.

2. Los hechos son los siguientes: Nací en Santiago, Chile el
5 de octubre de 1948. Yo ingresé al Ejercito de Liberación Nacional de Bolivia,
un brazo del Partido Socialista en Chile, en el año 1968, y, en 1973, seguía
siendo militante y activista del ELN, trabajando con mujeres y niños en las
poblaciones. También era estudiante de arte y periodismo en la Universidad de Chile.
Posterior al año 1973, milité en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de
Chile (MIR).

3. A
pocas semanas después del golpe de estado, yo estaba en la casa de la madre de
una amiga mía que estaba presa, cuando, a alrededor de las 10 de la noche,
llegó un grupo de oficiales de carabineros y me arrestaron. Me esposaron y me
llevaron primero a la Escuela
de Suboficiales de Carabineros, y, después de dos o tres días, al Estadio
Nacional. (En el Estadio los carabineros me contarían que la madre de mi amiga
me había nombrado con la esperanza de salvar a su propia hija.) En la Escuela de Suboficiales,
me golpearon y me dieron cachetazos. También me tocaban el cuerpo, amenazándome
con avances sexuales, y me insultaban. A los presos nos tenían en unas celdas
que quedaban en la parte de atrás de la Escuela, en las caballerizas.

4. Después los carabineros me llevaron al Estadio Nacional,
donde estuve presa alrededor de dos semanas, siempre a cargo de carabineros y
no de los militares. Me tenían en una de las torres del Estadio, sola. Yo veía
abajo a los otros presos, pero ellos no me veían a mí. A menudo me
interrogaban, a golpes y puñetazos, siempre encapuchada. También me insultaban;
mis interrogadores tenían acentos brasileros. Eventualmente un oficial me llevó
a mi casa y me dejó en libertad.

5. Me detuvieron nuevamente a mediados de enero del 1974. Yo
estaba en la fábrica de mi padre, que manufacturaba artefactos de laboratorios
en San Miguel, cuando llegaron muchos hombres armados, algunos con uniformes y
otros no. Entre ellos estaba "El Comandante Alberto el Esteban", un
hombre que había infiltrado a varios grupos y movimientos de izquierda. Yo
nunca confié en él, pero un compañero del Partido Comunista le había dado mi
nombre de guerra y nos habíamos visto, así que él fue el que me identificó
cuando me arrestaron. (Después salió en los medios de comunicación que había un
"Plan Leopardo," una supuesta acción que pretendía hacer un atentado
contra las torres de alta tensión que estaban en la población Violeta Parra. Todo
esto del plan fue inventado por la
Dirección de Inteligencia Nacional (DINA) para justificar el
asesinato de todo el grupo de Legua. Yo caí a raíz de el supuesto "Plan
Leopardo".)

6. De la fábrica me llevaron a la casa de mis padres,
también en San Miguel, y ahí tomaron preso también a mi padre, Carlos Ayress y
mi hermano Carlos »Tato» Ayress, y otros amigos que estaban en la casa. Yo me
enteré cuando estaba en la calle Londres que ellos también estaban detenidos.

7. De nuestra casa me llevaron al centro de torturas en la
calle Londres, donde permanecí alrededor de dos semanas en una celda, sola e
incomunicada. Aquí fui torturada brutalmente. Los métodos de tortura incluían
golpes, y choques eléctricos a todas las partes más sensibles del cuerpo, como
los senos, los ojos, el ano, la vagina, la nariz, los oídos, y los dedos.
También usaban un método de tortura que se llamaba "Pavo de Arara",
en el cual me amarraban los pies y los brazos, me colgaban cabeza abajo, y me
aplicaban choque eléctrico al ano. Otro método de tortura que usaban es
"el teléfono," en el cual me golpeaban con fuerza los dos oídos
simultáneamente. Me torturaban desnuda y encapuchada. Fui torturada en la
presencia de mi padre y hermano, y una vez me forzaron a intentar el acto sexual
con mi padre y hermano. Me forzaban a presenciar las torturas de mi padre, de
mi hermano, y de otros conocidos que estaban presos. Varias veces en el baño de
Londres me violaron.

8. En una ocasión me subieron a un camión, de noche. Yo
estaba encapuchada, y no podía ver. Me dijeron que me iban a matar, y yo perdí
la conciencia. Luego me acuerdo de que alguien me empujó, y yo me caí del
camión. Al borde del camino escuchaba como pasaban los autos. No sé si estaban
intentando matarme; no estoy segura que pasó después.

9. Aunque no supe quienes eran mis torturadores en el centro
de la calle Londres, me acuerdo que tenían acentos extranjeros, argentinos y
paraguayos. Ellos me convencieron que estábamos en Buenos Aires. Una vez
durante las torturas me vino un choque al corazón, o algún tipo de ataque de
corazón, y los torturadores se asustaron. Escuché una voz chilena que dijo
dónde tenían que ir a buscar medicina, en la calle Arturo Prat, y así es como
supe que estaba en Santiago. De ahí en adelante me torturaban hombres con
acentos chilenos. M. D., quien después supe que había dado mi nombre bajo
tortura, también estuvo en Londres durante este tiempo.

10. En febrero, probablemente a principios de febrero, me
trasladaron a Tejas Verdes, y estaba nuevamente incomunicada, en una celda que
estaba en un grupo de cabañas que se habían construido bajo el Presidente
Allende como un lugar de veraneo para los trabajadores. El centro de torturas
quedaba al otro lado de un puente, en el subterráneo de un edificio, donde
habían celdas de cementos. Como siempre estaba encapuchada cuando me llevaban,
no sé bien como era ese edificio.

11. Tejas Verdes era el lugar donde entrenaban a los
militares para ser torturadores, y ahí sufrí torturas brutales. Me forzaban a
hacer actos sexuales con un perro que había sido entrenado para participar en
torturas. Colocaban ratas adentro de mi vagina, y luego me daban choques con
electricidad. Al recibir el choque, las ratas se desesperaban y hundían sus
garros en la carne de mi vagina. Se orinaban y defecaban en mi cuerpo,
introduciéndome el virus toxo plasmosis. Los torturadores me violaron en muchas
oportunidades, y me tocaban sexualmente, insultándome, y forzándome a tener
sexo oral con ellos. Me cortaban con cuchillos; una vez me cortaron las primeras
capas del vientre con un cuchillo, y perdí mucha sangre. También me cortaron
las orejas. Aún tengo las cicatrices. Otro método de tortura era que amarraban
mis brazos y pies, yo estando tendida sobre una mesa, y luego me estiraban los
brazos y las piernas hasta que perdían la circulación. Muchas veces me
torturaban sin interrogarme. Yo no sabía por qué me seguían torturando.

12. Una vez fui torturada directamente por Manuel Contreras,
a quien lo pude divisar porque la venda que cubría mis ojos estaba floja.
Después lo reconocí en fotos. El me torturó con otra mujer, una alemana que
estaba presa y quien a veces la torturaban conmigo porque pensaban que nos
parecíamos y que quizás éramos hermanas.

Ella era la ex-mujer de Bautista van Schown. Contreras daba
órdenes y supervisaba, pero también participaba directamente en las torturas.
En esta sesión, él me golpeó, me dio cachetazos, y me insultó.

13. En Tejas Verdes yo me puse muy débil y enferma; mi
vagina y útero estaban infectados y muy dañados por la tortura. Un sargento me
traía paños y vinagre para que me tratara de curar. Una vez me dijeron que yo
había tratado de suicidarme, y me mostraron un cordel colgado del techo de mi
celda, pero yo no tengo recuerdo de haberlo puesto ahí, y pienso que quizá ellos
lo pusieron. A través de un pequeño hoyo en mi celda yo podía ver a quienes
pasaban; a veces veía a mi hermano y mi padre. A mi solo me veían los otros
presos cuando los guardias me llevaban al baño. A M D. también la habían
trasladado a Tejas Verdes, pero no estaba incomunicada.

Ella es testigo de que yo estaba en Tejas Verdes, y
probablemente vio en la condición débil en que me encontraba. Yo también fui
testigo de cómo torturaban a una mujer embarazada, que se llamaba Ana María.

Un doctor la supervisaba, y les decía a los torturadores
cuándo podían seguir.

14. En marzo de 1974 fui trasladada a la Cárcel de Mujeres en la
calle Vicuña Mackenna, en Santiago, que estaba bajo la administración de una
orden de monjas carceleras. Aquí yo estuve en libre plática, y me quedé en un
patio con las otras presas políticas; a las presas políticas nos tenían
apartados.

15. En abril me di cuenta que estaba embarazada, y esto lo
confirmó el Dr. Mery, un doctor militar que ejercía en la Universidad Católica,
y quien me dijo que yo debiera estar orgullosa de tener un "hijo de la
patria". Mi embarazo causó gran controversia. A estas alturas mi caso era
internacionalmente conocido, debido a los esfuerzos de mi madre y familia de
denunciar lo que me estaba pasando, y también a que una mujer que estuvo presa
conmigo en la cárcel de mujeres de Vicuña Mackenna había logrado sacar al
extranjero una declaración mía. Fuí entrevistada por la Cruz Roja Internacional,
la Comisión Kennedy,
Amnistía Internacional, la Comisión Internacional de Derecho Humanos de la Organización de
Estados Americanos (OEA), el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, por el
Obispo Aristía de Santiago, un Dr. Phillippe, y por el Cardenal Raul Silva
Henríquez, quien venía a ver a su sobrina, que también estaba presa. Un grupo
de esposas de militares vino a visitarme, y me prometieron la libertad si yo no
hacía mas declaraciones sobre mi embarazo y mi tortura, y me amenazaron con
quitarme mi hijo una vez que naciera.

16. Las monjas ofrecían ayudarme a pedir permiso para un
aborto. Yo no era religiosa, pero por estar en una cárcel cuidada por
religiosas, tenía que elevar una solicitud al cardenal, y del cardenal al Papa.
En Chile el aborto es penado por la ley de cinco años y un día. Yo estaba muy
mal físicamente, y si me hacía un aborto clandestino en la prisión me podía
morir, y por tal motivo decidí tener el hijo. Después de haber sobrevivido
meses de tortura y detención, no les iba a dar el gusto a los militares de
morirme. Sin embargo, en abril o mayo, comencé a tener mucho dolor en el
vientre, y a perder coágulos de sangre. Aborté en forma espontánea. No recibí
atención médica durante el embarazo ni la pérdida.

17. Yo nunca tuve un proceso legal. El General Bonilla,
quien se interesó en mi caso, mandó un oficial a entrevistarme a la cárcel
acerca de mi embarazo y del abuso sexual y otras torturas que había sufrido. En
esta entrevista, el oficial me dijo que en un momento hubieron tres distintos
procesos en contra mí, pero que los procesos eran tan contradictorios uno con
el otro, que las cortes militares se declararon incompetentes en mi caso.
Después hubo una orden de trasladarme al campo de concentración Pisagua, con
pena de fusilamiento, pero el General Bonilla la bloqueó; él no estaba de
acuerdo con el trato de los prisioneros y las prisioneras. Sin embargo, fuí
condenada a estar presa "en virtud del estado de sitio."

18. Dos presas, M .D. y María Emilia Tijaux, estaban conmigo
en la cárcel de mujeres, y son testigos del estado débil en que me encontraba.
Eventualmente mi caso se puso demasiado complicado debido a toda la
controversia que estaba causando, y, como no tenía condena oficial de la corte,
en marzo del 1975 me trasladaron a Tres Alamos.

19. En Tres Alamos, donde permanecí hasta diciembre del 1976,
fui sometida nuevamente a violaciones, amenazas, insultos, y otras torturas
sicológicas. El Comandante Pacheco, quien estaba a cargo de Tres Alamos, me
abusaba constantemente, sometiéndome a acosos sexuales durante casi dos años.
Le gustaba pasearse por el campo de concentración conmigo a su lado. Yo estaba
muy débil, y me desmayaba con frecuencia. Me quedaba en una celda con ocho
otras compañeras. Otra presa, Marcia Scantlebury, también fue muy abusada por
el Comandante Pacheco.

20. En la primavera, no me acuerdo en qué mes, nos
trasladaron a las prisioneras de Tres Alamos por un mes a Pirque, en la
cordillera, porque venía a Chile un grupo de la Comisión de Derechos
Humanos de la ONU,
y querían evitar una visita a Tres Alamos. Fue para dar una buena imagen ante
la delegación de la ONU. Yo
estaba muy deprimida, y me sentía ansiosa. Comía y lloraba mucho. La belleza
del lugar de alguna manera me quebró sicológicamente.

21. Después de un mes nos llevaron de vuelta a Tres Alamos.
Seguimos organizándonos para hacer trabajos de artesanía para vender afuera.
Nacieron tres guaguas, y las cuidábamos entre todas. Mi madre y mis tías me
visitaban en Tres Alamos. En esta época mi madre estaba haciendo las gestiones
para que yo pudiera salir a Alemania.

22. En diciembre, salí expulsada de Chile por la dictadura
con 17 compañeros y compañeras. La dictadura publicó un decreto especial para
expulsarnos, dejándonos sin derecho de regreso. En esta lista estaban Gladys
Díaz, Víctor Toro, Luis Corbalán, y 15 compañeros más. Muchas organizaciones
internacionales, como la
Cruz Roja, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas, y
"CIME", ALTO COMISIONADO DE LA N.U. y la solidaridad de los pueblos del mundo,
ayudaron a sacarme. En Berlín tenía conocidos, y me quedé con Nuria Nuñez, y
también con Gilde Botay. En este tiempo me dedicaba a denunciar públicamente lo
que estaba pasando en Chile, y viajé mucho.

23. En octubre o noviembre del 1977, me fui a vivir a Cuba,
y ahí recibí atención médica en el Calixto García, un hospital de La Habana. Me trataron por
un virus toxo plasmosis, con el cual había sido infectado por las ratas, y que
ataca la córnea del ojo. No podía tener hijos, y me reconstruyeron la vagina y
todo mi cuerpo para poder engendrar. También me trataron por infecciones
vaginales, por decalcificación, y por sordura, causada por la tortura "el
teléfono." Me operaron las pies, que me habían golpeado mucho, y me
arreglaron las cicatrices que tenía en el vientre y en las orejas. No me
acuerdo de todos los tratamientos que recibí. El hospital tomó interés en el
caso de mi familia, y nos entrevistaron a mí, a mi padre y a mi hermano, y nos
dieron terapia psicológica. Cuba era la única parte del mundo donde nos
podíamos operar ya que el costo era muy alto y ahí todo fue gratis.

24. He tenido muchas secuelas físicas y sicológicas debido a
la tortura que sufrí en Chile. Tengo dolor permanente en el cuello, las manos,
las rodillas y los pies. Tengo marcas y cicatrices en todo mi cuerpo. Cuando
veo una rata, tengo un reflejo de dolor en mi vagina. También tengo un estado
de ansiedad constante, y he tenido pesadillas y depresión. He superado algunas
de las secuelas sicológicas, por ejemplo, el miedo al encierro que me surgió a
causa de las violaciones que sufrí en el baño del centro de torturas de la
calle Londres. Pero sigo siendo muy sensible emocionalmente. Mi familia fue
destruida, dividida y toda mi vida cambió después del golpe militar.

25. Estoy dispuesta a viajar a Chile para atestiguar sobre
mi caso, y los casos de mi hermano y mi padre.

ANTE MI QUE DOY FE:

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Luz de las Nieves Ayress Moreno

 

*Fuente: La
Nación

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