No todo es playa en el verano chileno de 2011
por Andrés Figueroa Cornejo (Chile)
14 años atrás 8 min lectura
1.
En los tiempos de la hegemonía mundial del liberalismo financiero y cuando el
desarrollo de las fuerzas productivas permitiría organizar el inmenso excedente
socialmente producido para beneficio de la humanidad si no fuera por su
acaparamiento y apropiación privada por los pocos dueños de todo, en la Región Metropolitana
de Chile, la Cámara
Nacional de Comercio informó que los vendedores de artículos
fundamentalmente de origen chino,
registraron un alza histórica de 17,6% en 2010, respecto de 2009, debido
principalmente al mayor acceso al crédito plástico y de consumo (‘verdugo de
esta cadena’). Los salarios siguen congelados -es decir, en concreto, a la baja
debido al aumento proyectado del IPC o costo de la vida-, y la estrategia de
financiarización y convencimiento multimediático del país de que las cosas no
podrían ir mejor. Aunque la apreciación del peso favorece las importaciones para el capital
comercial y el consumo interno y termina por destruir las rémoras de industria
nacional, las mercancías de procedencia oriental por muy baratas que estén no
justifican el alza de las ventas a esos niveles. Sólo el aumento general de los
salarios generales. Pero como ello no es
real, el crédito fácil es lo único que lo explica.
En tanto, se amplía el empleo por medio de sus formas más
precarizadas, tanto en el bajo precio de la fuerza de trabajo, como en el tipo
de empleo, precarias relaciones contractuales (cuando existen) y la
multiplicación de los trabajadores a cuenta propia (en el paisito hay cada vez
más taxis y microscópicos comerciantes, mini especuladores de golosinas y
baratijas). Por eso, también según números oficiales, la cesantía se estancó en
alrededor de un 8%. No así el subempleo, la tercerización y el trabajo
informal. Ese crece como espuma.
Por otro lado, de acuerdo a proyecciones gubernamentales, el
Estado recibiría por impuestos al cobre
US$ 9 mil millones por parte de la estatal Codelco (que concentra el 27%
del la explotación del metal rojo), mientras que las mineras privadas pagarían
US$ 8.500 millones (que concentran el 73% de la explotación cuprífera). ¿Cuánto
desarrollo necesario en todos los ámbitos, tanto sociales, como de promoción
industrial diversificada con irrestricta protección de la naturaleza finita, podría propugnarse y beneficiar a las grandes
mayorías, al pueblo trabajador, si el cobre fuera explotado únicamente por el
fisco chileno?
Hace unas semanas se presentó en Santiago de Chile el
anuario estadístico de CEPAL, donde la exportación de productos primarios en la Comunidad Andina
aumento al 82,3% el 2009, y en el MERCOSUR llegó al 63,1%. Detrás de Bolivia,
que ranquea este fenómeno generador de dependencia y fragilidad, está Perú,
Ecuador y Chile. CEPAL afirma que los
indicadores de comienzos de 2010 ratifican la tendencia. Esta es la misma
historia de siempre. Una clase dominante rentista y parasitaria dueña del
Estado que obtiene utilidades a través de la venta de recursos naturales
(privada o fiscalmente) que utiliza para comprar mercancías terminadas y nunca
medios de producción y tecnología con el fin de de diversificar la economía.
Por eso en el país el sector servicios y comercio a toda escala emplea a casi
el 80% de los trabajadores asalariados, con o sin contrato. Mientras tanto,
poco más de un 20% revienta yacimientos de cobre y minerales asociados,
bosques, y pescado. Es CEPAL y no la Internacional Comunista
-que por lo demás no existe- la que indica que tras este añoso patrón económico
dominante en América Latina y Chile, además de pulverizar con celeridad
dramática los recursos naturales agotables hace imposible crear "estrategias de
desarrollo endógenas y autónomas". Esto
es, que vuelve a la Región
más lejos de la independencia genuina, más lejos de la prosperidad; en
fin, más lejos de la igualdad básica
para la libertad auténtica y la soberanía en todos los planos.
Tal como se ha señalado profusamente, una de las
características sustantivas del capitalismo en Chile se expresa en el
movimiento compuesto por la concentración del capital y la desigualdad social
aguda. Al respecto, cuatro cadenas de supermercados condensan prácticamente el
90% del mercado a agosto de 2010. Sólo Wal-Mart (que en el país se llama Líder)
posee el 33,4%. Cencosud (Jumbo y Santa Isabel) tiene el 30,5%; el grupo Saieh el
17%; y Southern Cross (Supermercados del Sur) poco más del 7%. La concentración
funciona imponiendo los precios de venta a los demandantes, y los precios de
compra a los proveedores de los supermercados sobre todo de frutas y verduras.
Se trata de las llamadas micro y pequeñas empresas condenadas a las condiciones
determinadas por los gigantes de la venta al detalle. Su alternativa son las
ferias libres, cada vez más castigadas jurídicamente, pese o porque en más ocasiones que las convenientes
para los monstruos del sector, venden productos más baratos al público. Aquí
los gobiernos municipales han ordenado la destrucción concreta de ferias
enteras en la
Región Metropolitana. Es decir, se manifiesta una colusión
entre los intereses de los grandes supermercados y los gobiernos locales contra
los feriantes. Mucho de los empleos con los cuales engorda las cifras el
gobierno, se trata de trabajadores feriantes, puro y duro mal trabajo informal.
2.
En la política de los de arriba, ante la crisis de la componenda que cogobierna
con la derecha tradicional y gatillada por la reforma educacional privatizadora
de Joaquín Lavín (hasta la vista, todavía pre candidato de la ultraderecha UDI)
aprobada con los votos de la
Concertación en el Congreso, el presidente de la Democracia Cristiana,
Ignacio Walker, dijo sobre la proposición de recrear esa alianza que "Estoy
disponible para revisar el nombre de la marca". Por otro lado, ex
concertacionistas como Jorge Arrate y Sergio Aguiló se empeñan en formar una
Asamblea de Izquierda, donde en lo central se plantea que "rechaza las alternativas neoliberales y su
marco institucional, que fue dado por la dictadura. Somos partidarios de una
nueva constitución, participativa, democrática, que surja de una Asamblea
Constituyente". Uno de los aspectos inquietantes de la iniciativa es la
composición de su conducción, toda vez que se trata de ex personeros de la
propia Concertación y de otros que colaboraron de una u otra forma en distintos
momentos con ella. Por lo demás, en las últimas elecciones, el ex candidato de
la izquierda tradicional, Jorge Arrate, pasó a la historia por llamar en la
segunda vuelta presidencial a votar
"todos contra la derecha", y muchos años antes, por capitanear desde el
exilio europeo la "renovación socialista", que en buenas cuentas, facilitó la
salida pactada de la dictadura, manteniendo el régimen económico dominante
intacto durante los 20 años que administró el Estado la Concertación, tanto como
la imposibilidad de procesar a Pinochet en Chile o en el extranjero, entre
otras cosas.
¿Qué fuerza progresiva en el país no querría transformar la Constitución? Lo que
ocurre es que el movimiento es inverso. La Asamblea Constituyente
y el producto de una nueva Constitución pro popular es la hija jurídica de las
fuerzas sociales hegemónicas del pueblo trabajador que todavía no son, pero que
comportan el desafío para que sean. ¿Dónde, cuándo y cómo ha habido asambleas
constituyentes pro populares en América Latina? En los países donde,
sustentados sobre fuerzas sociales genuinas y severas crisis de gobernabilidad,
primero se ha accedido al Ejecutivo. De acuerdo a las relaciones de fuerzas
actuales, con fortuna, una Asamblea Constituyente podría matizar la regente. Simplemente porque la hegemonía
del liberalismo financiero y la clase mandante domina poderosamente todavía las
relaciones sociales, y las fuerzas populares progresivas recién amanecen.
Naturalmente una nueva Constitución es un horizonte. Pero aún se mantiene en un
limbo superestructural. Si no se tuvo la fuerza para crear una AFP del Estado
que compitiera con las privadas, o un Banco del Estado que realmente basculara
la usura extraordinaria del sistema financiero privado y transnacional que
opera en Chile, ¿cómo se realiza una Asamblea Constituyente para modificar la
carta de navegación que enmarca y expresa el predominio objetivo del capital
sobre el trabajo, de los intereses de la minoría por sobre los de la mayoría?
Un misterio. Como un misterio es que la nueva formación no termine colaborando
con el retorno de la
Concertación al Ejecutivo. Lo cierto, es que más allá de los prejuicios (por muy
justificados que resulten), hay que observar y evaluar con serenidad el curso
que tome. Aquí no sobra izquierda. Por el contrario. El problema llano es quién
lleva el pandero, el contenido de clase de su dirección, y cuáles son sus
objetivos estratégicos independientemente de la radicalidad o no de su programa
hoy. De lo contrario los intereses históricos del pueblo trabajador una vez más
serán postergados o empleados como moneda de canje para cuestiones distintas a
un proyecto y alternativa verdaderamente independiente de la Concertación o la
"marca" que eventualmente adopte. El derecho a la sospecha no es sectarismo o
maximalismo o extremismo o gusto malsano por la denominada "marginalidad
política" o miedo al poder o una mirada conspirativa de la historia y la
política. Es sólo eso. Derecho a la
sospecha de acuerdo, en este caso, a la composición de quienes encabezan y
coordinan la iniciativa.
3.
Después de todo, con las alzas del precio del transporte colectivo
(Transantiago y el metro); la vuelta en marzo de estudiantes y profesores y su
reacción movilizadora y antiprivatizadora ante el acuerdo sin más sujeto que
los congresistas de las dos variantes en el Legislativo; y la sonada visita del
presidente norteamericano a Chile en el mismo mes, marzo se advierte como un
otoño donde ya se oye el crujir de las hojas secas bajo el calzado de los
luchadores sociales en la calle. De los luchadores sociales que están y de los
que se agregan silenciosa y diariamente.
Enero 27 de 2010
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