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Editorial El Mercurio: «Signos de modernización política»

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Desde el término del gobierno militar, la izquierda ha sido una severa escrutadora de lo que denomina avances democráticos de la derecha. La evolución del socialismo criollo desde sus ímpetus revolucionarios de los años 60 despierta un interés similar. Y, como en la historia del socialismo español (marcado por el 28° Congreso del PSOE, de 1979, en que se abrió a la economía social de mercado y renunció a las categorías marxistas)—, hay hitos que manifiestan la profundización democrática del socialismo chileno. Por de pronto, fue capaz de superar su constante fragmentación interna y de dar vida —junto a otros partidos que antaño combatió— a una coalición como la Concertación. Sus personeros ejercieron diversas responsabilidades de Estado, y los dos gobiernos encabezados por la izquierda se sometieron al escrutinio y juicio democrático de los ciudadanos, con pleno respeto al pluralismo.

Sin embargo, en esos años no logró superar una suerte de solidaridad internacional hacia regímenes oprobiosos —como la dictadura de Castro en Cuba o el totalitarismo leninista de Alemania Oriental—, en los que encontró refugio después de 1973. Una combinación de gratitud y afinidad sentimental movió a la tolerancia y justificación con que el socialismo chileno trató el proceder dictatorial de esos gobiernos. Similar tibieza se extendió hacia versiones igualmente prescindentes de la democracia, como el chavismo venezolano. Pero la creciente renovación generacional de sus cuadros y la marginación de figuras como el senador Alejandro Navarro han facilitado el distanciamiento del socialismo chileno de esas expresiones políticas y esta semana se ha marcado un hito en ese sentido.

Coherencia política del PS y del PPD
El Consejo de la Internacional Socialista aprobó el informe de una misión especial enviada a Caracas, condenatorio del régimen de Chávez en Venezuela, al que calificó como una “dictadura moderna” que viola los derechos humanos y criminaliza las disidencias. Esa resolución contó con el voto favorable del presidente del PS chileno, senador Rossi, y del representante del PPD, el ex ministro Sergio Bitar. Rossi y Bitar fundamentaron su apoyo en las violaciones a los derechos humanos y en la incompatibilidad del régimen de Chávez con un progresismo moderno como el que sostiene la socialdemocracia, respectivamente. La decisión del PS y el PPD —que supone un desgarro afectivo para algunos sectores de esos partidos— es de gran trascendencia, pues consolida su compromiso con la democracia y se adopta aun a riesgo de escisiones. La condena socialista a Chávez despertó el rechazo de ex socialistas, como el senador Navarro, y del PC chileno, cuyo presidente, el diputado Teillier, la calificó de absurda y la acusó de ignorancia sobre lo que es una democracia. “Cada país tiene sus propias particularidades para construir su democracia”, afirmó.

El socialismo chileno, a diferencia del PC, se inserta en la comunidad de pensamiento de un amplio espectro político nacional que, tras las dolorosas experiencias del siglo XX, se ha comprometido a impedir que nuestro país vuelva a abandonar su convivencia democrática. Su apoyo a la internacional socialista es la expresión coherente y seria de esa convicción, y ello cabe destacarlo en toda su importancia.

Conocimiento público de los ministros
Encuestas con motivo de los 100 días del nuevo gobierno reflejan un dispar conocimiento público de los ministros, pero eso no debe confundirse con una evaluación de su gestión ni estimarse un índice de la calidad de su trabajo. El gabinete se ha sometido a un inédito ritmo de trabajo como consecuencia del terremoto y por vocación y estilo del Presidente Piñera. Varios ministros, exitosos en sus áreas profesionales, fueron convocados a servir al país con sus conocimientos, pero no los proyectan al área pública y menos en el plano electoral, que demanda un alto conocimiento público. Su evaluación debe hacerse a la luz de los objetivos que busca el Gobierno y las condiciones que afectan a cada cartera en particular. Es un ejercicio que escapa a una apreciación masiva, incluso más allá de la metodología de muchas de esas encuestas, que incluyen estas preguntas en el contexto de un estudio de opinión sobre productos de consumo masivo.

No es exigible una alta figuración pública a cada ministro, pero sí es una obligación saber explicar bien su labor a la opinión pública. Ahí hay una tarea pendiente, como lo muestran algunas polémicas de esta semana y la dificultad del Ejecutivo para comunicar la imposibilidad de comprometerse a derogar la Ley de Amnistía a los familiares de detenidos desaparecidos, ya que escapa a su competencia, o su justificado rechazo a seguir entregando millonarios recursos a las universidades estatales sin una contraprestación clara y responsable.

Romper inercias es siempre complejo, y de ahí la necesidad de explicar las medidas adoptadas y las diferencias que marca el actual gobierno. Los ciudadanos optaron por un cambio, pero eso se refiere a contenidos nuevos y no a una nueva forma de gobernar los mismos contenidos de las últimas dos décadas.
Domingo 27 de Junio de 2010

* Fuente: El Mercurio

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