Bicentenario: ¿200 años de qué?
por Luisa Bustamante B. (Chile)
15 años atrás 13 min lectura
La parafernalia que ha rodeado el bicentenario y la idea de 200 años de vida independiente y democrática, no pasa de ser una de las tantas distorsiones históricas que impiden ver lo que en estricto rigor ha sucedido en un país ubicado en un continente donde la independencia no ha sido más que una aspiración lejana a cumplir.
Situado al sur de los Estados Unidos, del cual ha sido siempre su patio trasero, y productor de abundantes materias primas para los grandes países e imperios, hablar de independencia en el territorio Sudamericano parece una tragicomedia.
Tampoco es muy riguroso hablar de democracia, cuando nuestras naciones han estado constantemente gobernadas por dictadores, cuartelazos militares o alzamientos armados. Esta situación que parece ser propia de los otros países latinoamericanos y de la cual Chile estaría ajeno, es quizás la mayor mistificación histórica que haya sufrido el desarrollo del país desde la Primera Junta Nacional de Gobierno de 1810 hasta el gobierno de Ricardo Lagos y nombro a este período porque, si bien, el gobierno civil se recuperó en 1990, no se puede dejar de recordar la famosa frase de Aylwin: “En la medida de lo posible” y los ejercicios de Enlace y Boinazos, muy impropios de un país libre y democrático. El Gobierno de Eduardo Frei tampoco estuvo exento de problemas, recuérdese las presiones de la derecha para liberar a Pinochet de su detención en Inglaterra.
La intención de este proceso escritural es abordar los hechos políticos de nuestro país que se olvidan o se ocultan y develar cuán lejos hemos estado de ser un país de continuas democracias. Al mismo tiempo rescatar algunos personajes importantes en la historia del pueblo, pero que la historia oficial no los ha reconocido. Después de todo, como decía Walter Benjamín, la historia la escriben los vencedores.
Este artículo se dividirá en tres segmentos correspondientes a los períodos comprendidos entre 1900 a 1940, desde la década del 40 al 70 y desde la década del 70 al 90 contando con una introducción que pretende resumir lo que ocurrió en el siglo XIX en Chile y la tan mentada historia independiente y democrática.
Introduccion: siglo XIX: Chile, país guerrero
Gabriel Salazar Premio Nacional de Historia 2006, haciendo referencia a un ensayo del historiador Mario Góngora señala que, según éste, el Estado importante formador y constructor de la sociedad chilena, fue en el siglo XIX un estado guerrero. [1]
El estado chileno habría sido constructor de la sociedad, a través de la guerra. Históricamente se procedió por medio de las armas, se incorporó la violencia como tradición institucional que ha constituido una memoria cultural para resolver nuestros conflictos. Se comprende entonces el lema del Escudo Nacional “por la razón o la fuerza.”
La hipótesis de Salazar plantea que la memoria social chilena fue modelada en la violencia. Si se analiza la forma en que se han resuelto los problemas y las contradicciones sociales tanto en el plano institucional como en el plano político y social, la solución ha sido militar en todos los casos, sin excepción. La sociedad chilena, ha estado marcada por el ejercicio de una violencia, que a veces ha sido militar y a veces de otro tipo.
Dice Salazar: “En el tema que me proponían de las raíces históricas, yo estaría entendiendo, por tanto, cómo el ejercicio de la violencia se ha estructurado en este país de manera tal, que ha pasado a configurar profundamente nuestra memoria histórica y nuestra memoria social habitual, a partir de la cual, normalmente, uno construye proyectos de identidad; de identidad personal, identidad grupal, identidad Inter. subjetiva, identidad comunal y la identidad de nación.” [2]
Ya en el siglo XVII España mantenía un ejército de 2000 hombres. La segunda mitad del siglo XVIII se caracterizó por una intensa militarización destinada a defender el territorio de los ataques ingleses. Se comienzan a disciplinar y militarizar a las milicias vecinales que no habían sido antes incorporadas a la guerra.
En el siglo XIX después de la Primera Junta Nacional de Gobierno se vive permanentemente en guerra. Desde la ofensiva de1813 lanzada por el Virrey del Perú, para la reconquista de Chile, hasta la derrota definitiva de los españoles en 1918 donde comenzaría realmente la vida independiente de España.
Declarada la independencia en 1818, comienza la expedición libertadora del Perú liderada por San Martín y O’Higgins mientras se proyectaba la construcción del Estado chileno lo que condujo a nuevas batallas, problemas de caudillaje y escaramuzas.
O’Higgins nombrado Director Supremo en 1818, debe renunciar a su cargo en 1823 debido al rechazo de su mandato el cual fue una verdadera dictadura. El poder lo asume el general Ramón Freire, quien emprende una guerra contra el resto de los realistas afincados en Chiloé. Freire se vuele impopular y su gobierno cae. Después de una sucesión de breves gobiernos en 1828 se produce un levantamiento militar a cargo de José Joaquín Prieto quien controla rápidamente el sur de Chile. Luego con la unión de los pelucones (conservadores), estanqueros y o’higginistas, vendrá la batalla de Ochagavía que produce la caída del régimen liberal e instaura el gobierno de José Ovalle. En 1830 en la batalla de Lircay se produce el triunfo definitivo de los pelucones y sus aliados iniciándose así la república conservadora.
En 1831 el general vencedor José Joaquín Prieto quien gobierna el país, de la mano de Portales, en forma dictatorial se embarca en la guerra contra la Confederación Perú- Boliviana de Santa Cruz que duró desde 1836 a 1839. En 1851 después del gobierno del general Bulnes y para evitar la asunción de Manuel Montt como presidente se produce un levantamiento que es sofocado .en la batalla de Loncomilla.
Entre 1864 y 1866 vendrá la guerra naval contra España y trece años más tarde la guerra del Pacífico desde 1879 hasta 1883. La estabilidad durará sólo nueve años ya que el gobierno de Balmaceda generaría la guerra civil de 1891. Entre medio de estas guerras, están las continuas batallas contra los araucanos, las que provocan un gran alzamiento en 1880, el cual es aplastado en 1883.
Como es posible observar desde 1813 hasta 1981, las guerras, batallas y alzamientos militares fueron una constante en el estado chileno. Las luchas políticas, alianzas y características de los gobiernos no son abordadas en esta apretada síntesis histórica por cuanto no es el objeto del artículo. Lo que éste pretende sacar a luz es la inexactitud del discurso que nos dice que hemos sido siempre una nación pacífica y democrática.
Ahora bien, la historia del siglo XIX ha recogido los nombres de generales y gobernantes autoritarios, pero ha olvidado la importante participación de personajes verdaderamente democráticos que estuvieron junto a las clases populares, luchando por libertad y justicia social. De entre muchos que trataron de hacer realidad las ideas progresistas del siglo XIX, es interesante rescatar a dos de los más preclaros: El franciscano penquista Fray Antonio Orihuela y el intelectual Francisco Bilbao.
Los primeros Juntistas no tenían intención de separarse de España, es posteriormente con la llegada de José Miguel Carrera y su gobierno, que empieza la idea de la independencia y la lucha contra la corona española. En 1811 en medio de la efervescencia Fray Orihuela lanzaba una incendiaria proclama dirigida al bajo pueblo:
“Mientras vosotros sudáis en vuestros talleres; mientras gastáis vuestro sudor y vuestras fuerzas sobre el arado; mientras veláis con el fusil al hombro, al agua, al sol y a todas las inclemencias del tiempo, esos señores condes, marqueses y cruzados duermen entre limpias sábanas y en mullidos colchones que les proporciona vuestro trabajo: se divierten en juegos y galanteos, prodigando el dinero que os chupan con diferentes arbitrios que no ignoráis; y no tienen otros cuidados que solicitar con el fruto de vuestros sudores, mayores empleos y rentas más pingües, que han de salir de vuestras miserables existencias, sin volveros siquiera el menor agradecimiento, antes sí, desprecios, ultrajes, baldones y opresión”[3]
Esta lectura clasista de la situación social del siglo XIX, ha sido casi desconocida en la historia oficial la cual realza el papel de Fray Camilo Henríquez como aporte a la libertad por su contribución con la imprenta y la publicación de “La Aurora de Chile” Sin embargo se olvida que en esa época eran muy pocos los que sabían leer. Sólo un puñado de aristócratas y por cierto de ningún modo el pueblo. En la práctica, Camilo Henríquez escribía para los ilustrados, Fray Orihuela hablaba para un pueblo que no sabía leer ni escribir. Sus discursos proponían una sociedad igualitaria, la toma del poder por el pueblo y una nueva organización social.
Treinta y tres años después la idea de sociedad igualitaria de Fray Orihuela va a ser tomada por un joven Francisco Bilbao en su libro Sociabilidad Chilena.
Con la República Conservadora se afianzó un gobierno aristocrático de la sociedad chilena. La represión a los sectores populares a través de castigos físicos como azotes, cepos, trabajos forzados, y las jaulas rodantes atestadas de prisioneros inventadas por el ministro Diego Portales, mostraban las desigualdades sociales y las injusticias de un gobierno dictatorial.
Para Bilbao, la sociedad chilena estaba organizada según el modelo feudal español. Con un clero comúnmente aliado de las monarquías absolutas fustiga la religión católica por ser autoritaria, simbólica y formulista. El trabajo del pobre –escribía- es apropiado por un sistema explotador y represivo. Los ricos poseen la tierra por el derecho de la conquista:
Sociabilidad chilena escrita en 1844, fue un golpe a la sociedad conservadora. El libro fue declarado blasfemo e inmoral. Bilbao fue despedido del Instituto Nacional donde dictaba clases y finalmente debió exiliarse, por un período, en Europa.
Bilbao escribe en su libro: “Separación eterna, amo y siervo, riqueza y pobreza, orgullo y humildad, nobleza y villanos. Sin industria intelectual ni física, nadie podrá elevarse sino el rico, y como el rico es el hacendado, y el hacendado es aristócrata, sale por consecuencia que la clase poseedora está interesada en la organización monárquico-feudal (…). El pobre necesita que comer y busca trabajo. El trabajo no puede venir sino del que tiene industria o capital. La industria o capital son las tierras: luego los hacendados son los dueños del trabajo, de aumentar o disminuir el salario. La riqueza o regalía puede pasar algún tiempo sin el trabajo del pobre. Pero el hambre no admite espera: luego el rico es dueño de fijar las condiciones del salario: he aquí el despotismo feudal “[4]
Francisco Bilbao va a escribir ocho textos entre 1844 y 1852 en los cuales va revelando el carácter de la sociedad conservadora y pacata de su época y las consecuencias sociales que involucran: El pueblo, dice, llena las cárceles, abastece el cadalso, trabaja para el cura, para el Estado y para el rico, está animalizado por el trabajo.
Los ideales bilbaínos son la libertad, la igualdad política y social. Su proyecto de sociedad igualitaria va a tener seguidores.
José Victorino Lastarria político y jurista liberal va a escribir en 1849 “El manuscrito del diablo” un ensayo sociológico donde señala que “hay una clase privilegiada, cuyo privilegio no está en la ley ni en los derechos de que goza, sino en el hecho, en la costumbre. La sociedad está dividida en dos clases: una que todo lo puede y lo goza todo, y otra que nada vale… El gobierno se apoya en los ricos y mantiene la superioridad que éstos se arrogan sobre el pueblo. La aristocracia conservadora que dirige el país es retrógrada e inmovilista, detesta la novedad, la innovación.”[5]
Destacamos este párrafo por lo actual: “Mas como esa aristocracia rechaza el nombre que le conviene de retrógrada, y prefiere llamarse “conservadora” justifica su denominación aparentando que quiere reformas, con tal que no se destruya lo existente: su modo de reformar, consiste pues en remendar, en refaccionar: así es que Chile en poder de esas gentes es una casa vieja y ruinosa con puntales por aquí, alzaprimas por allá, paredes remendadas y agobiadas de promontorios por acá y goteras por todas partes”[6]
A modo de reflexión debemos decir q’ todos los chilenos se saben el discurso de Arturo Prat de memoria o las hazañas bélicas de los “Padres de la Patria”, pero desconocen las contribuciones de aquellos intelectuales y luchadores que trataron de conformar una sociedad más justa e igualitaria, guiados por ideas verdaderamente progresistas. Del cura penquista Orihuela no se habla, como tampoco de Bilbao y se desconoce el aporte de Carlos Rodríguez Erdoíza, hermano del guerrillero Manuel, quien fue un destacado diputado y Ministro durante el período liberal, luchando por la implantación de leyes progresistas lo que lo llevó al encarcelamiento y el exilio en algunas ocasiones. De él se rescata su rectitud para asumir las responsabilidades y su adhesión a la idea de república que posibilitara la libertad y el progreso. Comprendía que había inexperiencia para gobernar con ideas progresistas pero “… era preferible incomprensiones que dar un paso a una nueva dictadura militar, como la estimulaban los partidarios de O’Higgins. No se dejaba guiar por mezquinas pasiones ni intereses personales. Defendía los derechos del Congreso ajustándose a los deberes que le imponía el cargo de diputado y a los imperativos de su conciencia republicana y libertaria.”[7]
Para finalizar este apretado resumen me parece necesario enfatizar que la Primera Junta Nacional de Gobierno fue más una adhesión al rey Fernando Séptimo de España, prisionero de los Bonaparte, que un verdadero grito de independencia. En parte del Acta del Cabildo se puede leer lo siguiente: “… y a ejemplo de lo que hizo el señor gobernador de Cádiz, depositó toda su autoridad en el pueblo para que acordase el Gobierno más digno de su confianza y más a propósito a la observancia de las leyes y conservación de estos dominios a su legítimo dueño y desgraciado monarca, el señor don Fernando Séptimo…defender al reino hasta con la última gota de su sangre, conservarlo al señor don Fernando Séptimo y reconocer al Supremo Consejo de Regencia…Todos los cuerpos militares, jefes, prelados, religiosos y vecinos juraron en el mismo acto obediencia y fidelidad a dicha junta instalada así en nombre del señor Don Fernando Séptimo, a quien estará siempre sujeta” [8]
Habría que agregar que el Bicentenario, si de independencia se trata, debería ser conmemorado el 12 de Febrero de 2018 ya que ese día declara O’Higgins la Independencia de Chile e incluso en forma más rigurosa el día 5 de Abril, puesto que en esa fecha ocurre la derrota definitiva de las fuerzas realistas.
– Luisa Bustamante B. es Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad ARCIS y Diplomada en Estudios griegos y bizantinos de la Universidad de Chile
Notas:
[1] Mario Góngora, Ensayo histórico sobre la noción de estado en Chile en los siglos XIX y XX. Editorial Universitaria. 1986
[2] Gabriel Salazar, Revista Psicología, Depto. Ciencias Sociales Universidad de Chile. Vol. VIII Nª 2 Pag. 19
[3] Sergio Grez Toso, La «Cuestión Social» en Chile. Ideas y Debates precursores. (1804 – 1902)
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12475174324514951887891/p0000001.htm
[4] Sergio Grez Toso, La «Cuestión Social» en Chile. Ideas y Debates precursores. (1804 – 1902)
http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12475174324514951887891/p0000001.htm
[5] Ibid Sergio Grez Toso
[6] http://www.cervantesvirtual.com/servlet/SirveObras/12475174324514951887891/p0000001.htm
[7] Alejandro Chelén Rojas, El Guerrillero, Prensa Latinoamericana S.A. Santiago, 1954, p. 174
[8] Acta del Cabildo de Santiago (18 de septiembre de 1810)
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