Ideas y prácticas para ir superando la crisis del sindicalismo y de la Izquierda
por Leopoldo Lavín Mujica (Chile)
15 años atrás 9 min lectura
En Chile la situación es crítica para los trabajadores. En el contexto actual es fundamental tomar iniciativas que abran espacios. Intentar romper con la inercia en la cual se cayó durante veinte años de concertacionismo. Habría que preparar un 1ro de mayo donde quede claro que los trabajadores y sus aliados denuncian los despidos, los abusos patronales y las prácticas antisindicales.
Este 1ro. de Mayo los trabajadores del mundo entero conmemoran una vez más sus conquistas históricas y reafirman su disposición a defenderlas. En muchos países lo hacen en un contexto de crisis del sistema capitalista y de ataque frontal de los propietarios de la riqueza premunidos de sus dispositivos de poder.
Muchos de los derechos conquistados en el pasado con lucha, organización y consciencia les fueron arrebatados a los trabajadores durante la dictadura. Y los derechos que les quedan están siendo directamente atacados por una política empresarial que cuenta con el apoyo del gobierno de Piñera en un marco institucional que favorece al neoliberalismo y a los patrones.
Ante la actual coyuntura de catástrofe natural adversa es imprescindible destacar que la fuerza de los trabajadores es fruto de la organización sindical, de la acción unitaria y coordinada de sus diferentes instancias, de la solidaridad forjada en las luchas y movilizaciones, de su credibilidad democrática y de los vínculos del movimiento sindical con el resto de la sociedad. Porque los trabajadores y trabajadoras, los asalariados en su conjunto, aún en las “sociedades de la información”, constituyen la mayoría de un país. Ahora bien, sólo la capacidad de intervención organizada de los trabajadores les permitirá a éstos obtener mejor calidad de vida, más bienestar y felicidad. Dicho en otros términos, una buena tajada en la distribución del producto social.
Sólo los trabajadores organizados en movimiento sindical obtienen reconocimiento social y se transforman en actor sociopolítico.
Si miramos la realidad social desde el ángulo de las mayorías ciudadanas y trabajadoras todo indica que hoy ocurre todo lo contrario, por ello 1) es imperativo exigir inmediatamente la suspensión y derogación de la ley Tsunami, el artículo 159 del Código del trabajo; 2) exigir el pago íntegro de las indemnizaciones por año de servicio (y mantenerlas oponiéndose al proyecto de la Ministra del ‘Trabajo’) y a un subsidio de cesantía equivalente al salario normal; 3) apoyar —como bien lo afirmaba un reconocido dirigente sindical— la organización de Asambleas Territoriales con el fin de articular desde abajo la solidaridad popular y las movilizaciones de apoyo con los trabajadores de las zonas devastadas y, por último, 4) crear las condiciones para derogar el actual Código del Trabajo.
¡Sí podemos!, decían por ahí …
De igual manera, los trabajadores tendrían que dejar en claro que la “reconstrucción” neoliberal beneficiará sólo a los grandes empresarios de la construcción. Que una reconstrucción social del país deben pagarla los ricos y poderosos. ¿Cómo? Implantando una política fiscal que se apoye en instituciones tributarias modernas y transparentes para aumentar de manera significativa los impuestos a los más ricos (no menos de un 45%) y los tributos (no menos de un 25% a las utilidades) y royalties a las grandes empresas y detecte, persiga y penalice duramente la elusión impositiva y el fraude fiscal en la cual los ricos y empresarios son hábiles y maestros. Además, el sentido común obliga a plantear la creación de una Corporación Estatal de la Reconstrucción con representantes elegidos por la ciudadanía que permita que la reconstrucción se haga de manera solidaria y con los recursos del Estado, acompañada de la mirada atenta del pueblo y los trabajadores ante cualquier atisbo de fraude y malversación.
El primero de mayo próximo tendría que ser una fecha donde se exprese con movilizaciones en todo el país el rechazo patente de los trabajadores y trabajadoras al Tsunami de despidos y abusos patronales y a las políticas neoliberales del gobierno piñerista. Podría ser también la oportunidad para afirmar el descontento popular contra la ineficiencia del gobierno de Piñera en aportar ayuda efectiva a las regiones devastadas y a sus habitantes, trabajadores, pescadores, empleados, profesionales, estudiantes y familias de clases medias, empobrecidas y proletarias.
Porque de cerca o de lejos, con telescopio o gran angular, en Chile son demasiados que la están pasando muy mal.
Los despidos disfrazados por “causa mayor” afectan a miles de trabajadores / trabajadoras y a sus familias. Los asalariados hacen frente a gastos extraordinarios producto del terremoto del 27 de febrero y muchos tienen que endeudarse aún más para que sus familias puedan sobrevivir. La situación de precariedad de la clase trabajadora ha empeorado en las zonas directamente devastadas por el terremoto y el Tsunami y, pese al bullicio mediático, las autoridades del gobierno piñerista han respondido con vanas promesas y con palabras que se las lleva el viento. Para qué hablar de los repetidos “desaciertos” en el nombramiento de autoridades políticas.
Como es sabido, muchos empresarios han manipulado y amañado el artículo 159 del Código del Trabajo para concretar los despidos. Estas leyes fueron escritas por el equipo al mando del economista neoliberal José Piñera Echenique —el hermano mayor del Presidente— durante la dictadura de Pinochet, pero, la Concertación, pese a sus repetidas promesas electorales, nunca las quiso cambiar. Una y otra vez los políticos PS, PPD, DC y PRSD se comprometieron a anularlas.
En la práctica, la Concertación asumió desde sus inicios una actitud contraria a los intereses de los trabajadores. Sus gobiernos en el poder y sus aliados enquistados en el movimiento sindical también defraudaron una y otra vez la confianza de los trabajadores dejándoles intactas al gobierno piñerista y a los empresarios las armas legales (forjadas en dictadura neoliberal) para continuar explotando, precarizando y despidiendo a los trabajadores, por “fuerza mayor”, o lo que es lo mismo, por “razones de empresa”. Es decir, en la práctica, cuando les conviniera.
Ahora que uno de ellos es Presidente y dirige el gobierno, los empresarios no tienen ningún empacho en despedir y evitar sus responsabilidades laborales. Y los supuestos organismos competentes de la Dirección del Trabajo, o bien son impotentes, o bien le hacen la vista gorda a tales procedimientos.
Los subsidios prometidos son una miseria y la “reconstrucción” neoliberal piñerista será una oportunidad más de negociados para los poderosos intereses involucrados.
Una vez más ha quedado claramente demostrado que los trabajadores viven en un régimen capitalista y neoliberal; en una sociedad donde los intereses de una minoría de ricos y empresarios capitalistas avasallan y pasan por encima de los derechos de los trabajadores y trabajadoras a un trabajo, salario, vivienda, salud y educación, dignos.
Puesto que cambiar el Código del Trabajo fue siempre una promesa electoral incumplida por los gobiernos concertacionistas y, como tampoco se puede confiar en los funcionarios piñeristas, ni en los silencios cómplices de ex candidatos “progresistas”, ni en las conversaciones entre dirigentes sindicales con los de las organizaciones empresariales, los trabajadores deben confiar en sus propias fuerzas. Y la experiencia lo demuestra. La única manera de hacerlo luchando unidos por dotarse de organizaciones sindicales y de clase autónomas e independientes de los partidos de la Concertación y de la Coalición de la derecha piñerista.
Toda la propaganda neoliberal que los medios dominantes y sus columnistas vomitan cada día niega una realidad ineludible: las sociedades democráticas que disponen de mercados regulados por Estados intervencionistas, donde un fuerte movimiento sindical está equipado con leyes que favorecen la sindicalización así como también un acceso universal a bienes públicos como la salud, la educación y la vivienda propia, tienen una mejor distribución del ingreso que aquellas donde impera la desigualdad espantosa y la concentración de la riqueza en manos de una minoría. Quienes se callan a sabiendas, son cómplices de la oligarquía dominante y de sus partidos.
Por lo tanto, en un contexto de crisis del capitalismo donde los grandes empresarios tienen el poder económico-financiero y mediático de hacerse elegir presidentes; de concertacionistas que se niegan a defender a los trabajadores y, más encima, de catástrofes naturales con severo impacto social que les sirven de pretexto a las organizaciones empresariales para atacar a los trabajadores despidiéndolos, “flexibilizándolos, precarizando el empleo y bajando sueldos; los ciudadanos trabajadores deben apostar únicamente a la unidad de sus organizaciones sindicales para imponer por medio de movilizaciones amplias, además de un Pliego Básico, un nuevo Código del Trabajo que los proteja de manera efectiva contra la voracidad del capital y les permita sindicalizarse fácilmente.
En efecto, es imprescindible, dada la situación de urgencia, promover la creación de una instancia de enlace y coordinación que redacte una declaración conjunta de todas las entidades del movimiento sindical (centrales, confederaciones, federaciones y sindicatos independientes) con las organizaciones y movimientos sociales, estudiantiles, políticos, culturales, los medios informativos alternativos y las redes creativas en la WEB para organizar y convocar a manifestaciones unitarias y solidarias el 1ro de mayo en las principales ciudades con el objetivo central de parar el “Tsunami empresarial” de los despidos en contra de los trabajadores.
Si bien toda la población tiene que ser invitada a apoyar el proceso de unidad sindical, la responsabilidad primera recae en los dirigentes sindicales, los trabajadores conscientes y las organizaciones de izquierda junto con la militancia dispersa y los medios alternativos. Tal actividad debe tender a construir y potenciar auténticas organizaciones sindicales que luchen por los derechos de los trabajadores así como a coordinarse para organizar a los sectores de trabajadores más fragilizados por la economía neoliberal y sus leyes: “los trabajadores informales, los subcontratados de todas las áreas, carentes de todos los elementos de supervivencia. Los forestales, pesqueros artesanales e industriales, portuarios, trabajadores agroindustriales, los del cobre y otros, excluidos incluso de las estadísticas y de los beneficios paternalistas del Estado”.
De igual manera, es imprescindible convencer mediante el debate democrático y argumentado a los trabajadores de la necesidad de convocar a un Congreso extraordinario de la CUT donde se elijan a los auténticos dirigentes de los trabajadores y donde se levante un plan de movilización de unidad sindical con las otras centrales y federaciones con el objetivo de parar la ofensiva empresarial y neoliberal.
Por último, es importante que se alcen distintas voces ciudadanas llamando a los trabajadores a participar en un proceso de construcción de su propia fuerza política junto con otras organizaciones y movimientos sociopolíticos para poder tener un día un gobierno de la izquierda, los trabajadores y los movimientos sociales.
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