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El precio de los votos del MEO

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Marco Enríquez Ominami, ya inscribió su nombre en la historia de Chile, al quebrar el duopolio Concertación-Alianza y darle un espacio privilegiado al sentir del movimiento social que lo respaldó. Consciente de ese movimiento e hidalgamente, Marco no endosó su apoyo a nadie, aclarando su diferencia de propuesta, actuación, estilo y pensamiento tanto con Frei como con Piñera.

Eso ha desatado la histeria de los comandos, de los partidos y del propio Gobierno, los que intentan seducir al electorado del díscolo candidato. Algunos, incluso han hablado de que los votos del MEO valen oro, tal vez refiriéndose al brillo similar al oro que reviste el poder.

Si valen oro, ¿de cuánto oro hablamos? ¿Cuál es el precio de esos votos?…porque algo es seguro: ni el marketing ni la palabrería barata, convencen hoy a un electorado que rompió el esquema al que nos habíamos acostumbrado desde la llegada de lo que falsamente  han denominado democracia…

Los expertos del marketing intentan entender quienes conforman ese movimiento social que respaldó al MEO e intentan ofrecerles en los discursos de los candidatos Frei y Piñera, los sueños que no fueron capaces de ofrecer en la primera etapa.

¿Cuáles son esos sueños? ¿Qué precio tienen?

No se engañen: el precio es alto.

La gente que apoyó a MEO no quería nada con lo que se había convertido la Concertación, con la corrupción, con el nepotismo, con la perpetuación de las mismas figuras en los cargos públicos a nivel nacional y regional, con las decisiones tomadas entre cuatro paredes y con la insolencia del poder político que se cree eterno. Muchos de ellos, incluso antes apoyaron a la Concertación ó votaban por propuestas alternativas, pero sin peso electoral gravitante. Muy pocos, eran gente de derecha propiamente tal, pues el electorado de derecha es un voto duro, que siempre vota por la derecha y jamás concede espacio para otras opciones.

Por lo mismo, tampoco es gente que se siente identificada con el neoliberalismo imperante, con el abuso en las AFP, en la Salud Privada, en la Educación,  en los trabajos públicos o privados, o en cualquier otra área vendida a los intereses del mercado.

Por eso, es que el precio del apoyo de los votantes del MEO es altísimo e involucra en lo esencial:

  1. Un cambio profundo en el sistema Constitucional que nos rige y la implementación, vía Asamblea Nacional Constituyente de una nueva Constitución, realmente democrática, sin resabios de la Dictadura, con representación  proporcional que dé cuenta de la diversidad política y social chilena, y con efectivos mecanismos de control del ejercicio del poder, por parte de la ciudadanía.
  2. El fin efectivo a la corrupción imperante, mediante medidas concretas y efectivas como la difusión pública de los socios o propietarios de las empresas que negocian con el Estado, la limitación del número de años que una persona pueda ocupar cargos de confianza en la administración pública de cualquier naturaleza, la prohibición perpetua de ingreso a la Administración Pública o cargos de representación popular para aquellas personas que sean condenadas por casos de corrupción, así como otras medidas que son ampliamente esperadas.
  3. El fin de los apitutamiento en los cargos públicos de estas verdaderas castas de poder, que sólo sirven para perpetuar la corrupción del Estado. MEO tenía una propuesta concreta, a diferencia de los otros candidatos: El sistema doble ciego, único sistema garante de que no van a ser llenados los cargos públicos con amigos o conocidos, militantes o simpatizantes de los partidos.
  4. Un nuevo trato a los funcionarios públicos, mediante el término de la inmensa cantidad de funcionarios a contrata, situación que esconde el vicio de la manipulación política  del empleo público. Un nuevo trato debe involucrar también la creación del defensor del funcionario público, ente autónomo en cada servicio, y con capacidad para instruir medidas disciplinarias contra la autoridad de cada entidad pública.
  5. Un cambio profundo y real en el modelo económico y social que rige a Chile, por ejemplo, cambiando profundamente el sistema de previsión social, creando la AFP estatal. Es exigencia plena que hay que renunciar al neoliberalismo como rector de la organización social chilena.

    El neoliberalismo, está fracasado y la clase política debe asumir ese hecho, y gestar un modelo social justo, posneoliberal. Eso involucra que el Estado debe proteger al ciudadano del abuso del mercado, en un modelo político que proteja al ciudadano del abuso del Estado.

  6. Debe lograrse el respeto, el reconocimiento y la inclusión efectiva de los grupos excluidos de la sociedad y del poder, de los independientes, las minorías, los grupos originarios y tantos otros que viven en la anomia.

¿Quién será capaz de pagar ese precio?

Tal vez nos equivoquemos, pero dudamos que alguno de los sectores políticos hoy ofrezca tanto, más allá de las palabras.  Lamentablemente, es más barato el marketing y la promesa electoral vana.

Si nadie es capaz de ofrecer eso, lamentablemente Chile va a elegir nuevamente entre el miedo y el circo, hasta que las condiciones subjetivas y objetivas de la realidad, sean capaces de ser el fermento de una nueva sociedad como la que aspiramos…

La tarea que nos demanda el presente, sin duda, es ayudar a gestar esa gran convergencia de lo político y lo social que diga que otro Chile es posible.
14/12/09

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