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Uruguay_Eduardo Galeano: Palabras para las vísperas

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Con mis hermanos porfiaré
          es natural
          sobre planes y voces
          trochas atajos y veredas
          pasos atrás y pasos adelante
          silencios oportunos omisiones que no
          coyunturas mejores o peores
          pero tendré a la vista que son eso
          hermanos.
          si esta vez no aprendemos
           será que merecemos la derrota
           y sé que merecemos la victoria

          Mario Benedetti
        ( La casa y el ladrillo, 1976)

         Hay dos cosas duraderas
         que podemos aspirar
         a dejarles a nuestros hijos:
         la primera raíces, y la otra, alas.
 
        Enviado hace años por Myriam Silva,
        suscriptora uruguaya de SERPAL.

Amigas, amigos,
Dentro de unas horas, a las urnas. Estará en juego la continuidad del Frente Amplio, o el regreso de los de siempre. Sí, ya sabemos que no es tan sencillo y que también existe el respetable espacio de quienes al menos en primera vuelta han decidido expresar su "no era eso, no era eso", al hacer balance de lo realizado y evocar los sueños y las realidades que se forjaron durante cuarenta años de lucha, de empujar sin tregua la rueda de la historia. Por eso la opción electoral no debe sonar a chantaje, porque sigue siendo un desafío, como lo sentíamos hace exactamente cinco años. Y en aquel entonces escribíamos, y sigue teniendo vigencia: 
 
"Si se gana, se necesitará una mayoría popular activa empujando y apoyando los cambios necesarios. Porque aunque se ganen las elecciones, si los cambios no llegan, se perdería una oportunidad histórica, y en definitiva, la victoria se trocaría en derrota para amplios sectores sociales del país.

Y esta oportunidad no es casual. Se llega a ella porque muchas y muchos uruguayos han luchado durante muchos años. Porque han tenido -además de coraje-  perseverancia, humildad y capacidad autocrítica para rectificar errores. Porque han sabido hacer acumulación social y política.

Algunos han luchado de forma reconocida. Muchísimos casi desde el anonimato, pero coincidiendo en coherencia, tenacidad y esperanza.  Sin ellos no hubiera habido resistencia y denuncia de la dictadura; sin ellos no se hubieran producido reclamos, huelgas, y referéndums ganados.  Ese capital de dignidad y esperanza acumulada durante años fue a costa de sacrificios, dolor, pérdidas, cárceles, exilios y muertes. Y ese capital no tiene un único dueño. Ni aún cuando un sistema electoral lo respalde.

Ese capital pertenece a la mayoría del pueblo uruguayo. Es la herencia de Raúl, de Líber, de tantos y tantas que iniciaron el camino cuando no había huella, cuando era solo una utopía.   Hoy cuando todo parece tan cerca, en realidad es solo un comienzo. Es importante tenerlo en cuenta."  Eso escribíamos hace cinco años en SERPAL.

Y es cierto, fue un comienzo. Ahora es tiempo de recordar y de hacer balance. Recordar por ejemplo aquella frase de Tabaré cerrando el congreso frentamplista antes de la primera victoria electoral:  “tenemos que desperezar la utopía y tenemos que recrear la ilusión”.  O cuando Pepe Mujica dijo: "¿ El programa final ? : fundar otra civilización, porque si nos adaptamos a ésta, dejamos de ser de izquierda".

Y sobre todo recordar que el cambio "crece desde el pié", que son los comités de base, la organización barrial, aquellos herederos de los sueños y las luchas. Y que tienen que tener protagonismo no solo el 25 de octubre, sino cada dia del año, de todos los años. 

Y en especial, recordar que también se vota el domingo la posibilidad de terminar con la infamia de la Ley de Caducidad, el oprobioso manto de olvido con el que se intentó ocultar la historia y proteger a los responsables de torturas, asesinatos, desapariciones, robos y de alinear al paisito con la escoria de dictadores del Plan Cóndor. Ahí sí que no debe haber ninguna duda. El voto rosa, el SI para terminar de una vez por todas con la impunidad.  Y también se vota la posibilidad de que tantos miles de uruguayos dispersos por el mundo, no por afán de aventura sino expulsados por represión política o por las consecuencias de las perversas políticas liberales, puedan ejercer su derecho a voto, porque de corazón y de razón, siguen siendo parte del país. Y así lo demuestran cada día, aunque se hayan marchado de Uruguay hace más de 30 años, o hace 8 meses.

A las urnas, uruguayos. Recordando que el 25 es una posta, no un destino final. Que a partir del 26, será necesario seguir empujando, desde abajo, desde el pié, a ver si esta vez se despereza en serio la utopía.
 
Un cordial saludo.

Carlos,
SERPAL
Servicio de Prensa Alternativa.


Uruguay_Eduardo Galeano: Palabras para las vísperas

Falta muy poquito para que el pueblo uruguayo elija nuevo gobierno. Al mismo tiempo, en las mismas urnas, se somete a plebiscito la posibilidad de liberarnos de dos palos metidos en la rueda de la democracia. Uno de esos palos es el que impide el voto por correo de los uruguayos que viven en el extranjero. La ley electoral, ciega de ceguera burocrática, confunde la identidad con el domicilio. Dime dónde vives y te diré quién eres. Los uruguayos de la patria peregrina, en su mayoría jóvenes, no tienen derecho de voto si no pueden pagarse el pasaje. Nuestro país, país de viejos, no sólo ha castigado a los jóvenes, durante años negándoles trabajo y obligándolos al exilio, sino que además les sigue negando el ejercicio del más elemental de los derechos democráticos. Nadie se va porque quiere. Los que se han ido, ¿son traidores? ¿Es traidor uno de cada cinco uruguayos? ¿Traidor o traicionado?   Ojalá los uruguayos acabemos de una vez con esta discriminación que nos mutila.

Y ojalá acabemos también con otra discriminación todavía peor, la ley de impunidad, ley de caducidad de la pretensión punitiva del Estado, bautizada con ese nombre rocambolesco por los especialistas en el arte de no llamar a las cosas por su nombre.

La Corte Suprema de Justicia acaba de dictaminar que esa ley viola la Constitución. Desde mucho tiempo antes se sabía que también viola nuestra dignidad nacional y nuestra vocación democrática. Es una triste herencia de la dictadura militar, que nos ha condenado al pago de sus deudas y al olvido de sus crímenes.

Sin embargo, hace veinte años, esta ley infame fue confirmada por un plebiscito popular. Algunos de los impulsores de aquel plebiscito estamos reincidiendo ahora, y a mucha honra: perdimos, por muy poco pero perdimos, y no nos arrepentimos. Creemos que aquella derrota nuestra fue en gran medida dictada por el miedo, un bombardeo publicitario que identificaba a la justicia con la venganza y anunciaba el apocalipsis, larga sombra de la dictadura que no quería irse; y creemos que nuestro país ha demostrado, en estos primeros años de gobierno del Frente Amplio, que ya no es aquel país que el miedo paralizaba.

Eso creemos, digo, y ojalá no me equivoque.

Ojalá triunfe el sentido común. El sentido común nos dice que la impunidad estimula al delincuente. El golpe de Estado en Honduras no ha hecho más que confirmarlo. ¿Quién puede sorprenderse de que los militares hondureños hayan hecho lo que han venido haciendo desde hace muchos años, con el entrenamiento del Pentágono y el visto bueno de la Casa Blanca?

La lucha contra la impunidad, impunidad de los poderes y los "poderitos", se está desarrollando en los cuatro puntos cardinales del mundo. Ojalá nosotros podamos contribuir a desenmascarar a los defensores de la impunidad, que hipócritamente ponen el grito en el cielo ante la inseguridad pública, aunque bien saben que los ladrones de gallinas y los navajeros de barrio son buenos alumnos de los banqueros y los generales recompensados por sus hazañas criminales.

Ojalá el próximo domingo confirme nuestra fe en una democracia sin coronitas, ni las coronitas del uniforme militar, ni las coronitas del dinero.

Ojalá podamos envolver esta ley en papel celofán, en un paquete bien atado, con moña y todo, para enviársela de regalo a Silvio Berlusconi. Este gran mago de la impunidad universal, que ha atravesado más de sesenta procesos y no conoce la cárcel ni siquiera de visita, nos agradecerá el obsequio y seguramente sabrá encontrarle alguna utilidad.

Ojalá.

Lo único seguro es que, pase lo que pase, la historia continuará, y continuará el incesante combate entre la libertad y el miedo.

Yo suelo invocar una palabra, una palabra mágica, una palabra abrepuertas, que es, quizá, la más universal de todas. Es la palabra abracadabra, que en hebreo antiguo significa: Envía tu fuego hasta el final. A modo de homenaje a todos los fuegos caminantes, que van abriendo puertas por los caminos del mundo, la repito ahora:

Caminantes de la justicia,
portadores del fuego sagrado,
¡abracadabra, compañeros!   

–  Palabras de Eduardo Galeano en el Obelisco de Montevideo, en la noche del martes 20 en el cierre de la campaña contra la Ley de Impunidad.

* Fuente:  Servicio de Prensa Alternativa

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