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Desde hace 4 meses tienen preso a mi hijo por manejar sin licencia de conducir

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Jueves 23 de abril de 2009. ciudad de Talca.

Señores Periodistas del Diario PiensaChile
Soy unos de tantos padres de familia de este país que no pertenece a las familias de primera categoría. Mi pecado es ser un trabajador de temporada, campesino. Mi pecado es no hablar bien y no tener amigos arriba. Mi pecado es ser pobre. Tengo seis hijos. Todos campesinos mal pagados como yo. Cometí el delito de no darles educación. Cargaré por el resto de mi vida con esa responsabilidad. No nos ha ido bien en lo laboral y en lo salarial a todos en mi familia. Para colmo actualmente mi esposa padece una enfermedad muy delicada, cuyos costos en remedios y tratamiento me la están matando más rápido. Ella ya tiene más de sesenta; yo 62. No soy lastimero, pero como millones, mi familia de segunda categoría, es víctima de esos trabajos esporádicos mal pagados y ahora, de la colusión maldita de las mega farmacias Salcobrand, cruz verde y ahumada. Esto nos deja sin dinero a fin de mes. Y nos deja a todos muy mal.  Mi viejita sufre, mis hijos igual, yo igual. Los chiquillos chicos juguetean sin enterarse del drama de los adultos. Que bueno que sea así.

Pero como si fuera poco, hace rato que sufrimos otro atropello aquí en Talca. A mi hijo lo detuvieron por andar manejando sin licencia. Me lo tienen preso hace más de cuatro meses.  Fui a hablar a la Corporación de Asistencia Judicial, pero nunca sentí que se hicieran cargo del problema de mi hijo, de nuestro drama. El otro día lo fui a ver a la cárcel (de Talca). Él también se está muriendo, de impotencia y de pena por no estar con su madre y familia. Para él no hay defensa. Nadie ha ido a verlo para defenderlo. Ahí permanece y a nadie le importa. Los que en este país matan y roban a destajo, si tienen contactos y plata, o hacen “asesorías” al gobierno, los sueltan en dos tiempos.

Perdóneme el atrevimiento, pero creo que en la Defensoría Penal Pública de Talca están pasando cosas muy malas. Allí fui muchas veces, y desde la secretaria, me miraron como lo que soy, un viejo campesino que no viste a la moda y  que apenas sabe expresarse. En las oficinas de esta repartición pública, donde las instituciones funcionan, no te toman en cuenta. Es un lugar donde reina el descuido, la falta de respeto a quienes somos de segunda categoría  y a estas personas sin contactos que están allí recluidas. Mi hijo me contó otros casos de verdad indignantes, inmorales. Y me indignan demasiado porque no me gusta la injusticia. En esta cárcel de Talca, hay gente que espera, por haber sido sorprendida en la calle con cervezas, o por haberse robado un chancho al vecino, o por participar en una gresca de curaditos, o por haberse robado un jeans en un mercado, esperan hace tres años que la Defensoría de Talca les mande abogado, y nada. Y los que esperan, deben saber que tienen hora para ir a juicio en marzo del año dos mil diez. Se trata de gente huasa, como yo, sin educación, que no saben defenderse por sí mismos, pero que son seres humanos.  En general me refiero a personas solas, que están abandonadas como parias. La defensoría de Talca se paga con plata del estado, o sea de todos los chilenos.

Les ruego, a través de esta carta, que publique mi problema de injusticia. No defiendo a los asesinos,  ni a violadores; defiendo a mi hijo, que cometió el pecado de no tener preparación, y de andar manejando sin licencia. ¿Por esta causa lo pueden tener más de tres  meses adentro? ¿Esto sucede porque nadie controla el funcionamiento de esta Defensoría? ¿Quién nos puede ayudar? ¿O tendré que asumir que por ser pobres somos los parias de Talca? ¿Qué son los derechos humanos, señor periodista? Yo no estoy diciendo que en la defensoría de Talca se haga todo mal. Ni que no cumplen con su pega. Lo que sí digo es que los defensores atienden sólo a las personas de primera categoría. Los parias (campesinos, gente sin contactos ni dinero) somos ignorados. Y las irregularidades se dan en todas las ciudades. Hoy se supo lo que pasó en la fiscalía de Concepción. Las Fiscalías y las defensorías, ¿son conformadas por personas de una casta intocable y que nadie fiscaliza en nuestra nación? Y ganan millones por discriminar?

Perdonen que no haya escrito yo, la  presente carta me la redactó mi sobrina, que estudia en la universidad. Ojalá ustedes nos tomen en cuenta y publiquen nuestra denuncia. Por mi esposa, mi hijo y toda mi familia. Tal vez reaccionen en la defensoría de Talca.

Les saluda con  afecto, a nombre de mi hijo, un temporero de tercera edad, que no ha sido escuchado por la Justicia de Talca.

Julián Ernesto Ramírez <ramirez2000@hotmail.com>

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