Ahora resulta que los neoliberales que profesan la anarquía del libre comercio convienen en admitir la intervención del Estado cuando de salvar sus trapisondas financieras se trata.
“Dejar hacer, dejar pasar”, es bien venido cuando festinan los recursos de la economía en su beneficio propio. Pero cuando la burbuja hace pum, el Estado, ese Estado que redujeron a la impotencia a somatén de sus teorías del libre mercado debe salir ahora a socializar las pérdidas mientras ellos se retiran a sus cuarteles de invierno a disfrutar sus réditos mientras las aguas vuelven a sus cauces.
Muchos ejemplos han pasado en estos aciagos años del neoliberalismo cuando las crisis financieras de México, Argentina, Brasil y Colombia, los gobiernos de la época, neoliberales por supuesto, salieron al rescate de la banca que una vez saneada, volvieron a entregar a los tiburones del mercado a precios de gallina vieja, como en Colombia, por ejemplo, con los bancos de Colombia, Granahorrar, Popular, Bogotá, Megabanco y Ganadero, entre otros que recuerde a vuelo de pájaro y que hoy están de nuevo en manos privadas después de consumir más de 12 billones del presupuesto nacional en su salvamento.
Los neoliberales detestan al Estado, pero al Estado Benefactor que así le dicen peyorativamente, cuando buena parte de su presupuesto se destina a la salud, la educación, la vivienda, a promocionar el empleo o proveer alimento a los más pobres.
Produce asco intelectual ver hoy a pontífices universales y criollos del libre mercado clamando a gritos la intervención del Estado en la crisis financiera de Estados Unidos que como diría el presidente Chávez, lanza su mierda a todas las economías del mundo.
Y un pontífice de la economía del libre mercado, al que le han elevado altar en Colombia en los últimos 40 años, Rodrigo Botero, precursor de los ‘Chicago Boys’ en Suramérica y padre intelectual de quienes nos introdujeron el neoliberalismo en el país, y entonces para refrescar la memoria hablamos del ex presidente César Gaviria y de su nefasto ministro de Hacienda, Rudulf Hommes, nos dice en una columna de El Colombiano de Medellín que… “Para que los mercados cumplan su función, los gobiernos deben intervenir de manera eficaz y crear la estructura institucional apropiada”.
Yo espero que esta crisis financiera de Estados Unidos definitivamente abra los ojos de los gobiernos socialistas que se han venido instalando en Latinoamérica, y especialmente me refiero a Argentina, Chile y Brasil, que han dado en consentir y convivir con ese modelo neoliberal sin tener en cuenta que, como lo dice el mismo Botero en esa columna antes mencionada (…) “La inestabilidad financiera es inherente al sistema capitalista”.
Si el Imperio venía de capa caída por la criminal política intervencionista de sus halcones; si su Patio Trasero se le ha tornado contestatario, gracias a la desnudez del Rey que redescubrió Chávez en Venezuela, y que asienten Correa en Ecuador, Evo en Bolivia, Ortega en Nicaragua y Lugo en Paraguay, sin olvidar la larga y tenaz lucha de la gran Cuba de Fidel, este colapso financiero mundial que viajará como las ondas hertzianas por todo el mundo marca el fin de un nuevo embate capitalista por dominar el mundo tras la caída del Muro de Berlín.
Al bate llega ahora el Socialismo del Siglo XXI. Ojalá no pierda su cuarto de hora. Ojalá haya aprendido que el poder es para poder. Hay que contener la última arremetida del mercado con sus TLC y rescatar al Estado de las manos privadas, especialmente aquellos servicios públicos que en la era neoliberal se festinaron al capital extranjero, incluyendo este sector financiero que como lo dice la urraca de Botero debe ser intervenido para que cumpla la función social que hábilmente ha eludido en toda su historia precisamente porque no hemos podido los de abajo quitárselo a los de arriba a pesar, y por paradoja, que trabaja con la plata de los de abajo para acrecentar las riquezas de los de arriba.
25-09-08
* Fuente: Aporrea
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