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El Pingüino que se vino al norte

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Eran los primeros tiempos después del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973. Eran los tiempos más difíciles y dolorosos. Días en que muchos de los nuestros ya no estaban, por que se encontraban en cárceles y campos de concentración o, peor aún, habían sido asesinados.

Reorganizar los partidos políticos para luchar por restaurar la democracia en nuestro país no era tarea fácil. Quienes asumían responsabilidades en esas condiciones sabían que ponían en riesgo sus vidas.

Uno de los que asumió responsabilidades fue nuestro Pingüino.

Le llamábamos así porque venía de Punta Arenas y se había venido a estudiar nada menos que a Arica.

Rubén Alcides Báez Miranda, nació en la ciudad de Punta Arenas el 3 de octubre de 1951. Al año siguiente, 1952, su padre, miembro de la Armada nacional con la especialidad de carpintero, es destinado junto a otros tres funcionarios, con sus familias, a Puerto Luisa, en Isla Navarino, con la misión de establecer allí, la primera población naval que originará, primero, la base naval, luego el poblado y actualmente la ciudad de Puerto Williams, capital de la actual comuna de Cabo de Hornos.

De un extremo del país a otro
De origen humilde, Rubén soñaba con estudiar y formarse como profesional

Egresa de humanidades en la austral ciudad  de Punta Arenas y al año siguiente, debido a los bajos sueldos de entonces en las FF.AA., y para ayudar a costear sus aspiraciones universitarias,  trabaja algunos meses como ayudante de electricista y como jornalero, en empresas constructoras de la ciudad.
Caracterizándose por su tendencia humanista, postula a Pedagogía en Castellano a la Universidad de Chile de Valparaíso. En medio de su servicio militar y encontrándose en campaña, le dieron permiso para llenar los formularios de postulación, pero la escasez de tiempo y el apuro le hicieron la jugarreta de equivocar la ciudad de postulación y salió en el sexto lugar de la lista de aceptados, pero no en Valparaíso sino en Arica.

Y así fue como nos conocimos, soñando utopías, corriendo entre clases y asambleas sindicales, entre exámenes y charlas a pobladores. En esos años se abrió la universidad y se creó el DECAL (Departamento de Capacitación Laboral) formando a obreros para que pudieran aprender una profesión, aportando como técnicos al desarrollo que vivía el país.

Ocurrido el golpe militar, el partido Mapu-OC se reorganiza en la clandestinidad,  y Rubén, nuestro querido Pingüino, ocupa cargo en la dirigencia regional responsabilizándose de establecer contactos interpartidarios locales y con el nivel central en Santiago: Asume también las tareas de velar por la seguridad del funcionamiento interno.

No hay tiempo para sentir las desilusiones y la soledad, hay que seguir movilizando fuerzas para terminar el estudio, pero sin abandonar las tareas de la resistencia, los esfuerzo por unir mano con mano, para crear la fuerza que termine derribando al tirano. 

En 1975 Rubén y otros compañeros son detenidos por la DINA, interrogados y torturados. Quieren saber quien está detrás de lo que ocurre en la ciudad. Como la respuesta es el silencio, lo trasladan a Santiago y comienza el brutal y doloroso recorrido por Cuatro Álamos, Tres Álamos y Puchuncaví. Al final le ofrecen abandonar el país. Le ofrecen visas para exiliarse en la RDA, en USA y Venezuela, pero nada logra convencerlo para abandonar el país.

En 1977 vuelve a su ciudad natal, Punta Arenas, radicándose momentáneamente con sus padres, junto a su esposa ariqueña y a sus dos pequeñas hijas.

Hace unos días, en el Teatro Municipal de Punta Arenas, fueron despedidos con un homenaje un grupo de profesores del INSUCO, entre ellos nuestro “Pingüino ariqueño”. Al escuchar las palabras de despedida a Rubén, me he sentido lleno de orgullo por haber tenido la posibilidad de ser su amigo y compañero.

Palabras de despedida pronunciadas por el Subdirector del INSUCO

El 3 agosto de  2008  el Instituto Superior de Comercio cumple  72 años al servicio de la comunidad magallánica.

Hablar de la historia del Instituto Superior de Comercio, no puede estar completa si no se incluye en ella al profesor de Castellano, ex dirigente gremial y director de este centro educacional hasta el año recién pasado;   me refiero al destacado educador don Rubén Báez Miranda, ya que por más de tres décadas en forma continua, perteneció a él. Es necesario que los presentes, adultos y jóvenes alumnos y alumnas, no solo asistan a este acto de reconocimiento, sino que conozcan o recuerden al menos una ínfima parte de su vasta trayectoria.

Cuando nuestro país en los años setenta, se agitaba en la instauración del temor impuesto y la rebeldía como respuesta, Rubén Báez comenzaba a concretar su vocación de maestro. En sus clases, el diálogo es permanente y son muchas las generaciones de jóvenes magallánicos que se han nutrido de sus experiencias en el manejo de las ideas, en la concreción necesaria de las mismas, en el tejido denso y preciso de las palabras, construyendo, conformando, configurando secuencias, organizando sistemas, estableciendo analogías con estructuras  auditivas, convirtiendo en textos sensibles y sugerentes experiencias particulares en las cuales cristalizarán imperativos mayores para así contribuir a una sociedad más justa, más libre, más solidaria.

Los alumnos de tantas promociones recuerdan de él no sólo su peculiar claridad expositiva, sino también el hecho de ser uno de esos profesores dotados de una extraña virtud, cual es el saber transmitir los conocimientos enmarcados en unas vivencias y en un cariño que hacen que el receptor no pueda sentirse ajeno al discurso.

Rubén Báez estuvo estos últimos treinta y dos años activamente presente en todos los momentos importantes de la institución, ya sea desde su posición de docente, como dirigente, como subdirector y los últimos 7 años, hasta el 19 de febrero de 2008 de director, sorteando múltiples dificultades en su quehacer pero de manera innegable, posicionando al INSUCO como el Establecimiento Técnico Profesional de mayor prestigio y resultados educacionales de la región, guiado por su intenso amor por su Instituto.

Queda un largo trecho por recorrer para ser los mejores a nivel nacional y lo haremos con responsabilidad y entrega sobre los cimientos que bajo su dirección  se construyó.

Intentar lograr una exacta medida de lo aportado por él al INSUCO, renuncio a esta tarea; sin embargo no podemos por menos que reconocernos incapaces en estos momentos para valorar su gran aportación, su saber, su dimensión creativa y su rigor intelectual; de lo que es hoy el Instituto Superior de Comercio  con sus sueños, sus frustraciones, sus logros  y  avances, Rubén estuvo presente.

De su ejemplo hemos aprendido la entrega desinteresada, la sinceridad y el más extenso e intenso modo de relacionarnos con los colegas y con las personas en general. Nuestra deuda intelectual es inmensa, por ello nos impele a asumir un recuerdo como el reto con el bien hacer.

El reconocimiento que hacemos público en este momento se expresa en una gran deuda intelectual, afectiva e institucional; y que nos obliga en este día y desde esta tribuna, presentar nuestra más sincera gratitud por cuanto nos ha entregado.

Nuestra gratitud representa el reconocimiento y nuestra exigencia con la más honda dedicación a la verdadera docencia. Desde una Enseñanza Técnico Profesional urgida de modelos y proyectos cada vez más innovadores y que en su misión y proyección debemos dejar verdadera constancia asumiendo el largo camino que nos queda por recorrer.

Gracias Rubén por permitirnos ser tus colegas, gracias por permitirme ser tu amigo.

Te invito afectuosamente a subir a este escenario para recibir el reconocimiento de toda la comunidad institutana.

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