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Jazmín o el rumbo de las palabras

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-I-
(APe).- Hace poco entramos por el final en la vida de las dos mujeres que fueron a morir en un shopping de Quilmes. Hoy, todavía estamos en el largo “mientras tanto” de Jazmín. Tiene dos años y la vida intacta, tal como le ha sido dada, por delante.
Primero fueron las empresas privadas de medicina prepaga las que se negaron a afiliarla en nombre de la inmaculada libertad de contratación. Ejercieron sobre ella, de manera implacable, ese derecho de admitir y rechazar, como quien elige o descarta amigos, sin más razones que la propia conveniencia y el interés comercial.

Ahora es el Instituto de Seguridad Social de Neuquen, el organismo que en nombre del principio de solidaridad, intenta discriminarla. Ese principio, según los directivos del Instituto, se vería vulnerado si se obligara al resto de los afiliados a soportar la incorporación de una niña con síndrome de Down.

Uno cree que “solidaridad” es una palabra tibia y profunda como un abrazo. Pero el diccionario apenas nos dice: “Adhesión circunstancial a la empresa o a la obra de otros”. La definición es neutra, precisa, y hoy parece haber cambiado de sentido. Reversible según quién, cómo y cuándo, nos juega en contra y suena muy parecida, en sus efectos, al egoísmo más clásico y duro.

Cuando la rentabilidad y la libre empresa se apoderan del verbo para encarcelarlo en declaraciones de principios y contratos, terminan por cambiarle la dirección y el rumbo a las palabras, aún a las más compañeras y entrañables. Resulta que un buen día nos despertamos y en el momento de ir a usarlas descubrimos que ya no nos dicen lo que nos dijeron antes. Se han vuelto ajenas, lejanas, irreconocibles. Como si para nombrarlas tuviéramos que pagar peaje.

-II-
Ahora el caso está en la justicia. Una jueza de la provincia de Neuquen deberá determinar qué quiere decir “ser solidarios” y a partir de cuándo el ejercicio del derecho de elegir se convierte en un tajo en la carne del otro. 

A nosotros, si no queremos volvernos anémicos y mudos no nos queda más remedio que empezar a recuperar palabras. Resignarlas es también entregar banderas, ilusiones y deseos. Es cuestión de decírnoslas, de escribirlas y enviarlas; de buscarlas en los viejos poemas de Vallejo, en Gelman o Huidobro para hacerles retomar el rumbo y volverlas otra vez aliadas nuestras.

Hoy, en un día de julio de 2008, todavía estamos en el “mientras tanto”. Hay muchos “mientras tantos” pendientes y no podemos dejar que se nos conviertan en finales trágicos. Vayamos entonces por lo nuestro. Avancemos palabra por palabra y digamos sin vergüenza que sin Jazmines no hay solidaridad creíble, ni diccionarios, ni empresas, ni mundo que valgan la pena.
Si no lo hacemos hoy mañana nos estaremos preguntando qué queremos decir cuando decimos amor. Si el pan será el pan. Abrazo el abrazo. Si el beso será un beso o una bala perdida.  
10/07/08

Fuente de datos: Diario Río Negro On Line 04-07-08

* Fuente: Agencia de Noticias Pelota de Trapo

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