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«El Mercurio» y la matanza de Santa Maria de Iquique

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La matanza de Santa María de Iquique –de la que se conmemoró parcamente su centenario el 21 de diciembre pasado- fue distorsionada y justificada por el Gobierno y el conjunto de la derecha de la época. En esa labor desempeñaron un papel clave sus medios de comunicación; en especial, el que ya se consideraba el más serio e influyente: “El Mercurio”.

De este modo, se planteó que las autoridades se vieron prácticamente obligadas a efectuarla con el fin de salvar a la ciudad de Iquique y sus habitantes de una virtual destrucción, dado el ánimo violento y subversivo de los mineros. Con esto distorsionaron burdamente la realidad, puesto que tanto las demandas de aquellos y los métodos con que desarrollaron el movimiento fueron extremadamente moderados y pacíficos.

Además, la cifra oficial de las víctimas fue de 140, en circunstancias que diversas fuentes de la época o posteriores coinciden en cerca de 2.000: Alejandro Venegas, Elías Lafertte, Julio César Jobet, Eduardo Frei, Leopoldo Castedo, Federico Gil y Fredrick Pike.

En base a estas distorsiones, “El Mercurio” desarrolló una plena justificación de la masacre, al señalar que “es muy sensible que haya sido preciso recurrir a la fuerza para evitar la perturbación del orden público y restablecer la normalidad, y mucho más todavía que el empleo de esa fuerza haya costado la vida a numerosos individuos…el Ejecutivo no ha podido hacer otra cosa, dentro de sus obligaciones más elementales, que dar instrucciones para que el orden público fuera mantenido a cualquiera costa, a fin de que las vidas y propiedades de los habitantes de Iquique, nacionales y extranjeros, estuvieran perfectamente garantidas. Esto es tan elemental que apenas se comprende que haya gentes que discutan el punto” (“El Mercurio”; 28-12-1907). Y, poco después, frente a una amenaza de huelga general destinada –entre otras cosas- a “obtener del poder público la separación y castigo del general Silva Renard y del Intendente de Tarapacá”; planteaba: “¿Cómo podría el Gobierno acceder a un castigo de funcionarios que han cumplido su deber?” (“El Mercurio”; 4-1-1908).

Impactan aún más estos argumentos, cuando dicho diario no podía ignorar las tremendas denuncias efectuadas por el diputado Malaquías Concha, que había recalado en Iquique muy poco después de la masacre. Ante la Cámara, señaló que “sobre diez mil obreros inermes se disparó con ametralladoras, no por el espacio de treinta segundos, como dice el parte (del general Silva Renard), sino que esta espantosa carnicería ¡duró por lo menos tres minutos! ¡Se formaron montañas de cadáveres que llegaban hasta el techo de la Escuela Santa María! ¡Horrorícese la Cámara!”; e indicó que los sucesos de Iquique “son un estigma de vergüenza y oprobio para nuestra patria; acontecimientos que pasarán a la historia, señor vice-Presidente, en condiciones más ominosas que las legendarias matanzas que nos refiere la historia de los primeros cristianos, que el legendario incendio de Roma atribuido a Nerón, que la matanza de San Bartolomé atribuida a los católicos contra los protestantes…que las matanzas que hoy mismo se llevan a cabo en Turquía, contra los cristianos, en Rusia contra los judíos” (Boletín de Sesiones de la Cámara de Diputados; 30-12-1907).

Pero lo más notable es que cien años después, “El Mercurio”, en lugar de hacer un mea culpa o, al menos, dar alguna explicación de su complicidad centenaria; le quita toda relevancia a su conmemoración ¡y siga insistiendo en cifrar a las víctimas de manera completamente falsa!

Así, en una información interior (en la página C 7) de su edición del 19 de diciembre pasado, señala escuetamente que “mejoras económicas y sociales eran las peticiones que motivaron a miles de pampinos a marchar desde sus faenas salitreras hasta el puerto de Iquique, aquel 21 de diciembre de 1907. Ocuparon la Escuela Santa María, y en ese lugar irrumpió el general de Ejército, Roberto Silva Renard, con un grupo de soldados armados, quienes dispararon sus ametralladoras y dieron muerte a 300 personas” (“El Mercurio”; 19-12-2007).

Luego, en la edición del 22 (página C 13) reseña de manera aún más breve los dos actos recordatorios del mismo día del centenario. Y, por último, bajo el titular: “Severos daños sufrió escuela Santa María durante toma”; “El Mercurio” del 23 (página C 17) resalta escandalosamente los daños que se generaron luego de una toma de dos meses: “Todas las puertas de las salas y casilleros descerrajados, gran cantidad de basura y las paredes rayadas lucía en su interior la Escuela Santa María luego de terminar una toma de más de dos meses, la que impulsaron organizaciones sociales para conmemorar el centenario de la mantanza (sic) de salitreros”.

Además, en el marco posterior de la detallada información de los daños, se inserta como única información que “en la Escuela Santa María alojaron cerca de 500 estudiantes que participaron en el II Encuentro de Historiadores ‘A cien años de la matanza’” (“El Mercurio”; 23-12-2007). Sin ninguna mención de las ponencias ni de los historiadores presentes; ni del evento propiamente tal.

Todo indica que, luego de cien años, para el decano de nuestra prensa siguen importando mucho más las propiedades que la vida de las personas o el recuerdo de éstas…
Fecha de publicación: Sábado 5 de enero, 2008

* Fuente: Programa Interdisciplinario de Libertad de Expresión

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