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«Callarse en este momento es hacerse cómplice de lo que está pasando»

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Nota de la Redacción de la Revista "Reflexión y Liberación"
Con la autorización de su autor, entregamos esta emotiva Carta en que se expresan los motivos por la cual este eminente y respetado teólogo deja, después de años, la Compañía de Jesús.

Querido amigo ángel García (O.SS.T.):
Acabo de levantarme del sillón donde he dormido media horra de siesta, en este Domingo de Pentecostés, tan significativo para mí. Porque ayer mismo, en la vigilia de la fiesta del Espíritu de Dios-espíritu del hombre (ambas denominaciones fundidas en una sola), firmé oficialmente mi salida de la Compañía de Jesús
Acabo de leer la carta abierta que me has escrito. Y te aseguro que me ha emocionado, más de lo que seguramente imaginas. Quiero, por supuesto, agradecerte tu cercanía, tu aprecio, tu profundo respeto, tu humanidad inmensa, todo eso. Pero, además de eso, quiero decirte también que no me salgo de los Jesuitas para abandonar mi tarea de estudiar y escribir. Todo lo contrario, ahora lo voy a hacer con más empeño, con más tiempo y, desde  luego, con más ilusión. 
Lo que pasa es que, en una Orden religiosa, es muy complicado y, a veces, imposible decir lo que uno quiere y debe decir. La Compañía de Jesús se ha portado muy bien conmigo. No tengo ninguna queja contra los Jesuitas, que me han soportado y mucho! Pero, como sabemos, la Compañía está integrada y tiene que vivir integrada en una Institución mayor, cuya cabeza rectora y controladora es la Curia Romana. Y ahí es donde está el problema. El problema que a mi más me preocupa en este momento: Roma no tolera la libertad de pensar y hablar. Y en este momento hay cosas que se tienen que decir, pero que no se pueden desde una Orden religiosa o desde el Clero.
Me preocupa mucho la Iglesia, su bloqueo en la burbuja clerical, que le impide ver la realidad de muchas cosas y que no  le permite relacionarse con el dolor del mundo. La Iglesia vive para sí misma, no para los que sufren. Y eso no se puede dejar así. Al menos, nos queda la palabra. Callarse en este momento es hacerse cómplice de lo que está pasando. El silencio es la forma más brutal de violencia. Y no quiero ser violento, cómplice, y soporte de un sistema que poco tiene que ver con el Evangelio de Jesús. Por esto me salgo. Para tener una libertad que hasta ahora no he podido tener. No por mala voluntad de nadie, sino porque el sistema clerical no lo permite. En fin, querido Angel, ya sabes por dónde van las cosas. Tengo paz, tranquilidad, sosiego, y mucha esperanza. Cuenta siempre con mi amistad. Un Abrazo!

José M. Castillo / España.

Nota de la Redacción de PiensaChile

Si desea conocer más acerca de lo que opina José M. Castillo, le entregamos un par de link a artículos suyos publicados en Internet:
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