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Quién Mató al Cabo Vera

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El 11 de septiembre de este año, en las ya tradicionales manifestaciones nocturnas en conmemoración y repudio del fatídico 11 de septiembre de 1973 que dio inició a la dictadura, un carabinero y una bebita de 21 días perdieron la vida; el primero por un impacto de bala, la bebita asfixiada por los gases lacrimógenos que lanzó la policía para dispersar a los manifestantes. Las autoridades aprehendieron al joven Eduardo Espinoza Bórquez, que aparentemente confesó su participación en el tiroteo, pero sin saber si salió de su pistola la bala de 9 milímetros que terminó con la vida del cabo Cristián Vera.

Resulta francamente inverosímil que la bala que lo mató haya salido de la pistola del joven que ha sido imputado por el crimen.
Ciertamente, como a muchos, me gustaría que el culpable fuese capturado y juzgado, pero creo que las autoridades se muestran demasiado ansiosas en mostrarnos a un culpable. Y es una prisa del todo innecesaria. Más tranquila estaría la ciudadanía si las autoridades juzgan al autor identificado sin equívocos, que montar un caso que parece inverosímil y que arroja dudas sobre las pesquisas policiales.

He leído y oído las declaraciones del padre del joven, que dice que en su vida como miembro de una banda de narcotraficantes aprendió todo lo que alguien en esos círculos debe saber en cuanto a balas. Y tiene la convicción de que una bala de 9 milímetros no puede hacer lo que hizo.

He preguntado a otras personas, también con experiencia en estos asuntos, que no son delincuentes, y me han confirmado que no es posible que esa bala provenga de esa pistola. Una bala de 9 milímetros a 72 metros de distancia no podría atravesar un escudo de fibra de cristal y luego el casco, de materiales igualmente resistentes, y luego las paredes del cráneo, para volver a salir por el casco. Es simplemente improbable.

Hay que destacar que Carabineros dijo inicialmente que pensaban que se trataba de un arma de grueso calibre que podría haber sido disparada por un rifle de asalto M-16 o AK-47. Posteriormente han insistido en que la bala salió de esa pistola.

No soy un experto en estos asuntos, pero, según la wikipedia, la bala de 9 milímetros es habitualmente usada por "civiles para la autodefensa y práctica de tiro, debido a su bajo costo y moderado impulso del disparo". Esta bala fue usada por la policía norteamericana en los años ochenta y noventa, pero fue reemplazada por sus bajos resultados en tiroteos por la bala .40. (Que fue exactamente lo que declaró el padre del acusado).

Igualmente, según declaró a la prensa [ver Noticias] un ex jefe del laboratorio de Criminalística de Investigaciones, "es muy difícil que una bala disparada por un arma nueve milímetros pueda hacer tanto daño, menos a 72 metros de distancia". En otra fuente, este mismo ex director señaló que "la bala que perforó la cabeza del cabo Cristián Vera puede ser una bala de fusil de 7 mm, de 7,62 mm o de 5,56 mm de una M-16" [ver Terra]. 

Según la transcripción de los agentes que se encontraban junto al cabo Vera, estos pensaban que estaban siendo atacados con metralletas Uzi [ver El Mercurio]. 

"La bala que atravesó el cráneo", según se informó originalmente, "era de gran tamaño y destruyó la masa encefálica, lo que produjo la posterior muerte del cabo", declaró la jefe de urgencias el Hospital de Carabineros, Patricia Nilo. 

No voy a mostrar las terribles imágenes que se encuentran en la página terra.cl, pero hay en ellas dos cosas que llaman la atención: el enorme agujero que dejó la bala en el cráneo del carabinero y el hecho de que este agujero se encuentra prácticamente en la parte superior de la cabeza.

El primer hecho es aparentemente incompatible con el tamaño de una bala de nueve milímetros; lo segundo es difícil de explicar. Puede tratarse del impacto causado por el proyectil al salir del cerebro, o, igualmente, al entrar al cerebro, pero hay que insistir igualmente en la improbabilidad de ambas cosas, pues el imputado efectuó los disparos manteniendo la pistola en posición horizontal a más o menos un metro sesenta centímetros, o menos, del suelo. Para que la bala haya desviado hacia arriba su trayectoria, debe haber impactado previamente en otro objeto, que, según se dijo en su tiempo se trató del escudo del colega que estaba junto al cabo, que habría sido impactado y perforado por la bala, que continuó su trayectoria hasta volver a salir por el otro lado, impactando y perforando nuevamente el casco, lo que parece que es muy poco probable, según el análisis del ex jefe del laboratorio de criminalística que acabo de mencionar, Rubén Vilches Vega.
Que la bala lo haya impactado desde arriba es igualmente imposible.

Vilches Vega dice que una hipótesis es que "el disparo pudo haber sido efectuado desde altura, como en un segundo piso de un inmueble. Si iba inclinado avanzando, ofreciendo su flanco izquierdo, es probable que la bala haya sido efectuada a menor altura, a menos de un metro 60". 

Este mismo experto, por otro lado, duda que una bala de nueve milímetros haya podido penetrar el casco del carabinero, que está fabricado de kevlar, que es un material resistente utilizado frecuentemente en "la fabricación de cables, ropa resistente (de protección) o chalecos antibalas", según la wikepedia ,  pero que ofrece ciertamente menor protección que un blindado, resistiendo golpes y contusiones.

No conozco ese lugar y no sé si hay edificios en las cercanías.
Tampoco sé si había en esos momentos, cuando murió el cabo Vera, algún helicóptero de Carabineros.

El ex director del laboratorio de Criminalística dice además que la bala que perforó el casco tiene que haber sido una bala de gran velocidad, capaz de perforar un casco kevlar, "lo que no ocurre con una de 9 milímetros" [ver en Terra].

También conviene tomar en cuenta lo que agrega el ex director en cuanto a la velocidad y potencia de la bala: "Las fracturas que se aprecian en el cráneo se explican por la velocidad del proyectil. Era muy elevada y por lo tanto tenía mucha energía. Al perforar el cráneo a gran velocidad desplaza violentamente el contenido orgánico del cerebro, el que golpea contra las paredes del cráneo, generando las fisuras que se ven en las imágenes. En ellas se ve además que el cráneo estuvo a punto de explotar dentro del casco del carabinero" (misma fuente anterior). Esto es incompatible con el impacto de una bala de nueve milímetros a 72 metros de distancia.

Hay que señalar, sin embargo, que otros analistas dicen que es posible que esta bala pueda causar los estragos que causó, aunque la fuente (ver El Mercurio) es notoriamente dudosa. Según militares, dice el diario, esa bala puede causar esos daños, pese al casco del cabo (pero dejando completamente de lado el escudo que se dice que atravesó la bala previamente y el hecho de que la bala al salir volvió a perforar el casco). Señalemos de paso que la pistola de 9 milímetros es corrientemente usada por las fuerzas armadas chilenas y por Carabineros.

Hay que tomar en cuenta que pese a que el general director de Carabineros, José Bernales, declaró en entrevistas con la prensa que esa noche -el 11 de septiembre de 2007- la policía utilizó balines de goma y no balas de verdad, en ocasiones ha ocurrido que carabineros individuales, en desconocimiento o no de sus superiores, han utilizado durante disturbios armas de grueso calibre. El 11 de septiembre de 2005 un carabinero mató de un balazo en el corazón a un joven (Cristián Castillo Díaz) en la población Lo Hermida cuando este ayudaba a montar una barricada [ver en La Nación].
 

La muerte le fue ocasionada por una bala calibre 38. Durante meses negó Carabineros que uno de los suyos fuese el autor del mortal disparo; sin embargo, el propio carabinero autor de los balazos confesaría meses después que él había disparado, que lo había hecho con un arma propia (aparentemente no de la institución, pues dijo que la había comprado él en el mercado negro) y que era una práctica normal de muchos agentes cuando se trataba de disturbios en poblaciones consideradas peligrosas. Ignoro si está procesado o si ha sido encarcelado.

Recordemos también que en esa ocasión, tras los disturbios se encontraron numerosas vainillas de balas de nueve milímetros, que fueron disparadas por efectivos de Carabineros, pese a los desmentidos de la institución [léanse los testimonios de testigos en La Nación].
Carabineros de Chile usa revólveres 38 y pistolas de nueve milímetros (ver el foro Razón y Fuerza).

En cuanto al contexto en que ocurrieron estos incidentes, algunos han atribuido al Partido Comunista la convocatoria a protestar esa noche, lo que fue desmentido enérgicamente por sus dirigentes [ver Declaración del PC].
Las acusaciones de El Mercurio (que también he tratado en PiensaChile), de que los manifestantes habrían disparado con armas de guerra introducidas al país por el Partido Comunista, deben considerarse absolutamente infundadas. Tampoco se tienen evidencias de que esa manifestación, tradicional en Chile con ocasión del 11 de septiembre, haya sido convocada por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Sin embargo, Radio Cooperativa y algún canal de televisión recogieron declaraciones de vecinos del lugar que dijeron que en los días previos se habían repartido en el barrio panfletos anunciando que se mataría a un carabinero ("iban a matar a un paco"), aparentemente en relación con el asesinato de un niño de once años cometido en ese mismo barrio hace unas semanas por un carabinero de la misma comisaría del cabo Vera, que se encuentra hoy detenido y fue dado de baja de la institución. Esto no lo he podido verificar. (La mención del panfleto se encuentra en la entrada de Radio Cooperativa cuando se busca ‘crimen del cabo Vera‘; pero en la página no se vuelve a mencionar el asunto). Igualmente ese día 11 de septiembre una hora antes de los incidentes que terminaron con la vida del cabo Vera, murió una bebita de 21 días por efectos de la asfixia que le provocaron los gases lacrimógenos lanzados por la policía para disolver a los manifestantes. Igualmente poco antes del fatal incidente una niña de dos años y medio, de la misma confluencia de calles, fue llevada por Carabineros al hospital tras sufrir un paro respiratorio que le fue ocasionado por los gases lacrimógenos.

Que las autoridades hayan decidido dejar este caso en manos de la justicia militar es ciertamente un grave error, pues debido a su pasado de complicidad con la dictadura militar y su todavía actual postura de colaboración, encubrimiento y lenocinio con militares culpables de violaciones a los derechos humanos no puede la ciudadanía confiar en que el presunto autor disfrute del debido proceso al que tiene derecho como ciudadano chileno. En realidad, es este un caso más en la absurda y kafkiana situación en que se encuentra Chile por voluntad de su repudiada clase política. No es posible creer que la misma institución que perdió de este modo a uno de sus hombres deba ser, además, la misma que investigue el caso para, luego, procesar, juzgar y sentenciar al autor.

Considerando las dudas existentes en el caso, y lo que acabo de mencionar en cuanto a lo irrazonable que suena dejar el caso en manos de la justicia militar (Carabineros forman parte de las fuerzas armadas desde tiempos de la dictadura), lo más coherente sería pedir a alguna institución internacional, específicamente a alguna policía científica internacional (que pudiese ser europea o el propio FBI) que realizase las pruebas balísticas y otras necesarias para verificar si una bala de ese calibre puede efectivamente causar los daños que causó, describir la trayectoria que siguió, rebotar y volver a penetrar superficies resistentes, etc.

Sería insensato elucubrar ahora sobre otro posible autor del disparo o disparos, porque no contamos con todos los elementos que serían necesarios para ello. Si se probase que esa bala no pudo matar al cabo Vera, habrá que determinar quién y con que arma disparó y desde dónde, porque no se puede descartar que la bala mortal no haya provenido de disparos efectuados por los manifestantes, por más que de momento parezca la hipótesis más a mano.

* Publicado también en :  [mQh]
 

                                              [mérici
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