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Terrorismo musulmán: ¿Estereotipo o realidad?

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1. Nuevo orden mundial
Con la caída de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, se regresó al pasado de confrontación que vivió Occidente en el marco del régimen bipolar, transformando un multilateralismo aparente en un unilateralismo confrontacional, basado no sólo en una superioridad tecnológica, militar y financiera, sino también en el sometimiento de las voluntades incluso de otros países poderosos.

La retórica política de EE.UU. adoptó tintes mesiánicos y absolutos “los buenos: defensores de la democracia- los malos: terroristas religiosos”. En este sentido, los medios de comunicación fueron y seguirán siendo la mejor herramienta de justificación y validación de esta tendencia revanchista de la política estadounidense, cuyo enemigo de turno es el Islam y todo lo que de él derive. Los medios han sido, hasta hoy, los encargados de ahondar en los estereotipos étnico-culturales, instalando en el imaginario de la opinión pública diversas ideas trastocadas y fragmentadas acerca del credo islámico, los árabes y los musulmanes.

La actual confrontación calificada de choque civilizacional es el disfraz de una serie de ambiciones e intereses político-económicos de Occidente. La profecía de Huntington, aparentemente autocumplida, más bien ofrece una legitimidad ideológica a esta nueva orientación estadounidense de supremacía total, encontrando en el desconocimiento acerca del Islam y sus seguidores grandes ventajas, al poder atribuírsele todo tipo de elucubraciones, calificativos y conductas.

Hoy se contabilizan 33 países con mayoría musulmana, en total, más de 1.200 millones de creyentes, una suma no despreciable que obliga a pensar en las implicancias de los conceptos simbólicos que se le quieren atribuir al conflicto. Los 12 millones aproximados de musulmanes en Europa y los 6 en EE.UU[1], han dado la alarma, al verse inmersos, por defecto, en este peligroso régimen de bandos étnicos, al ser relegados, discriminados, atemorizados y violentados en las que consideran sus propias naciones.

Nadie desconoce la ola de estigmatización y xenofobia en contra de los musulmanes de diversos países una vez ocurridos los atentados de Nueva York, Londres y Madrid. Estos brotes de ira inducida contra aquello denominado “diferente” -por ende antagónico para la mayoría-, fueron el germen de la gran revuelta que empezó en Francia a principios de 2006 y se extendió por varios países de Europa. Episodio que dejó al descubierto un tema aún más lamentable y de larga data: la triste fragilidad de la integración social, es decir, el fracaso absoluto de la igualdad y otros valores “universales” de los que tanto se jacta la civilización occidental.

Para poder profundizar en los elementos vinculados con la génesis y desarrollo de los denominados “terrorismos” de Oriente, es necesario dejar en evidencia la torpe relación entre ambos hemisferios, ambas culturas, ambas religiones. Las ambiciones de poder y supremacía traducidas en una consecutiva confrontación cultural han sepultado históricamente la posibilidad de una convivencia útil y beneficiosa entre Oriente y Occidente.

Episodios como el de las bulladas caricaturas de Mahoma asemejando a un terrorista suicida, en el diario danés Jylland Posten en septiembre de 2005, sólo empeoran el escenario; más aún cuando la libertad de expresión –argumento enarbolado por el medio que realizó las publicaciones– se desmorona al descubrirse que, en 2003, fueron vetados una serie de dibujos que hacían mofa de la resurrección de Cristo, para evitar conflictos con los feligreses católicos.

Este doble estándar es el que se luce permanentemente en la conducta que ostenta Occidente, de la cual es fácil deducir que no está dispuesto a trabajar la tolerancia como forma de lograr la paz. Post 11 de septiembre de 2001, es posible identificar 3 rasgos exacerbados en la actitud de EE.UU. que han sido trascendentales en la radicalización del conflicto: un creciente unilateralismo, la subversión a las normas internacionales y su militarización e intervención sistemática. éstas, lejos de lograr el sometimiento esperado han permitido el nacimiento de un sinnúmero de resistencias, todas invalidadas con el calificativo de terrorismo.

El terrorismo es un concepto abstracto, sin rostro, inteligente y minuciosamente personificado en seres de determinadas características físicas y culturales. Esta vez son los llamados “árabes musulmanes” aquellos elegidos, sin estimar con precisión los costos y resultados de tamaña empresa.

2. Islam-islamismos

Cabe desatar que las religiones han tenido su origen, como núcleo articulador de masas, a partir de momentos de crisis social. La religión como liberadora de los oprimidos, de la esclavitud, la pobreza, el hambre.

Es posible inferir, entonces, que los rebrotes religiosos o rigorismos se dan, principalmente, cuando hay ciertos hitos rupturistas o cambios de paradigmas.

Las religiones son alegóricas y están reveladas en metáforas, esta misma condición -argumento de su naturaleza sagrada- es también su mayor debilidad, porque motiva a su fácil instrumentalización como motor de sublevación, o bien, medio de control (opio del pueblo).

A esto se suma otra particularidad. El árabe es una lengua polisemática lo que implica que una palabra posea diversos significados y predispone a matices, con frecuencia contrapuestos, en la interpretación de escritos fundacionales como el Corán o la Sunna (dichos y hechos de Profeta Mahoma). Por ejemplo: Fitna significa Caos, Rebelión, Quiebre –político y/o social- y a su vez, Arte de Seducción Femenina . Lo anterior da cuenta de cómo opera el lenguaje en la cosmovisión de una cultura determinada. En este caso una cultura con una concepción holística, muy integral de su religión.

El Islam, fue la última de las tres grandes religiones monoteístas de la historia en constituirse, o sea, es la más reciente. Rescata mayormente la tradición de las dos primeras, tanto así, que el Corán cita como elegidos de Dios para trasmitir su palabra, a una serie de personajes históricos denominados profetas , destacando Abraham, Moisés y Jesús, entre otros, lista en la que Mahoma sería el último hombre portador del mensaje divino.

El Islam cuyo significado es Sumisión a Dios -considerando a Dios inconocible en su esencia- No tiene sacerdotes ni institución oficial como el Cristianismo. El imán define cómo los preceptos deben ser aplicados, pero es el creyente el que se vincula directamente con Alá.

Esta individualidad hace que el ejercicio y visión del Islam sea muy diferente según cada ser humano, influyendo su estrato social, su educación, su filiación política, incluso, su temperamento. Asimismo, esta característica ciertamente individualista en el ejercicio de la fe, se entrelaza con un segundo rasgo muy distintivo y aparentemente contrapuesto. Una dimensión muy colectiva y pública, que reglamenta gran parte de las conductas de la vida social y, sobretodo, los pequeños detalles de la vida familiar en favor del bienestar comunitario.[2]

Esta doble condición del Islam como guardián, garantía, seguridad y protección de la moral, tanto individual como colectiva, es lo que le ha permitido expandirse, por siglos, penetrando diversas estructuras sociales, desde el nomadismo al capitalismo.

Por siglos, este Islam como espectro de fascinación y nicho de crecientes focos de resistencia -hoy denominados terrorismos- ha llamado la curiosidad de muchos profesionales y pensadores, principalmente orientalistas[3], atribuyéndole una naturaleza específicamen
te política. El Islam es su génesis como germen de estancamiento, discriminación, fundamentalismo y violencia, obviando un análisis de causas exógenas o endógenas ligadas a los procesos históricos y no al Islam.

La autora es periodista de la Universidad de Chile.
Ha escrito diversos artículos y publicaciones relacionadas con Medio Oriente y es autora del libro Las Hijas del Islam.

1. Nuevo orden mundial  (ya presentado aquí)
2. Islam-islamismos (ya presentado aquí)
3. Factores y/o procesos endógenos (Accesible por este link)
4. Factores y/o procesos exógenos  (Accesible por este link)
5. Agravantes/ caldos de Cultivo  (Accesible por este link)
6. Ejemplos de rebrotes islamistas  (Accesible por este link)
Notas:
1. Existen alrededor de 1200 mezquitas en EE.UU.
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