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Una historia argentina: ¡Yo podría haber sido una niña robada!

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Más de 400 chicos siguen siendo reclamados por sus abuelas. Militares regalaban a los niños como botín de guerra. Un fragmento de la historia argentina, ocurrida en la ciudad Rosario y contada en Caracas.

Mientras el sol caía vertiginosamente al horizonte, la tarde del 02 de enero de 1977, unos veinte hombres fuertemente armados y luciendo las perchas propias del ejército, desembarcan en la calle 2, número 626 del Barrio Gráfico, en Rosario, Argentina y, sin mediar razones, matan al diputado justicialista Leonardo Bettanin.
No se trataba de una operación aislada. 10 meses atrás, el 24 de marzo de 1976 las Fuerzas Armadas argentinas habían usurpado el gobierno constitucional de la república, asestándole un golpe de estado a María Estela Martínez de Peron. Jorge Rafael Videla, para ese entonces teniente general y Comandante en Jefe del Ejército -nombrado por la Isabelita, en 1974-, encabeza la acción golpista y de inmediato da inicio a lo que autodenominó el “Proceso de Reorganización Nacional”.
Proceso éste que se aplicó mediante una política de terror. La "desaparición", fue el método escogido para hacer frente a la disidencia política y unas 30.000 personas, entre las que ahora se cuenta al diputado Bettanin, fueron asesinadas, otros sometidos a la privación de su libertad y a la tortura. De esa cifra, una buena parte fueron niños secuestradas con sus padres o nacidos en los centros clandestinos de detención a donde fueron conducidas las jóvenes embarazadas. De eso, nadie tiene dudas en la Argentina.
En aquel operativo llevado a cabo una tarde de verano en Rosario, no sólo acaban con la vida del diputado justicialista. Un recuento periodístico, escrito por Carlos Del Frade se lee: “Al frente del operativo iba el comandante mayor de gendarmería retirado y jefe de la policía rosarina, Agustín Feced. Allí (en la casa) estaba María Inés de Bettanin (llevaba en su vientre a Cristina), Elba Ferraro de Bettanin, Jaime Colmenares, Roque Julio Maggio, Clotilde Tozzi y las niñas Paula Maggio, de dos años; Bárbara Tozzi, de un año; Mariana y Carolina Bettanin, de tres y un año, respectivamente”.


Año 2006

En Caracas, el jueves 28 de enero de 2006, llueve tristemente sobre el valle del ávila.  La ciudad se vuelve acogedoramente gris, como para darse un respiro. Durante la última semana un aluvión de personas llegó de diferentes partes del mundo para el Foro Social Mundial y las calles están inundadas de ganas de hacer “otro mundo posible”.

A los pies de una escalera, en la zona que circundada por museos es llamada “Bellas Artes” y, 29 años más tarde de lo ocurrido en Rosario, Cristina Bettanín (Titi, le dicen los amigos), sobreviviente de la dictadura militar argentina cuenta la forma en la que la dejaron sin padre y el resto de los hechos que recreó Del Frade.
Cae el ejército a la casa, matan a mi papá, a dos compañeros más. Luego matan a mi tía, secuestran a mi tío y también caen presas en ese mismo operativo mi mamá y mi abuela. Es el 02 de enero de 1977. Mi mamá, Mariainés Luchetti, estaba embarazada a termino, 14 días después me parió”, en el sitio a donde la llevaron detenida.
Mi abuela, dice Cristina, estuvo en lo que se llamaba el Servicio de Informaciones, que funcionaba en la misma manzana cívica, que era el sitio donde torturaban, y allí estaban juntos hombres y mujeres. Después, cuando mi mamá dio a luz, la pasaron a los sótanos de la alcaldía y allí estuvimos el resto de los 10 meses. Allí, en los sótanos, sólo estaban las mujeres. Siempre con el riesgo y el temor de que las llevaran en cualquier momento a torturarlas o a matarlas.

Cristina cuenta con detalles los hechos, lo lleva en la piel. Su mamá decidió no ocultarle ni un solo detalle para que ella misma elaborara su historia y, al mismo tiempo, se encontrara con otros que no tuvieron igual suerte, pero que forman parte de un capítulo de terrible de la Argentina.
Yo nací en cautiverio el 16 de enero de 1977, en un campo de concentración ubicado en la ciudad de Rosario en la Argentina. Estuve 10 meses con mi madre en ese campo. Y si bien a los 10 meses nos dan la libertad y nos exiliamos del país hasta la restitución de la democracia, puedo jurar que lo mío fue una cuestión de azar, digamos. Muchos otros niños pasaron a ser botín de guerra y fueron repartidos entre los militares y familias acomodadas de la época. A esos niños que fueron regalados y sus padres desaparecidos, son los que todavía busca la Asociación de Abuelas de Plaza de Mayo. Yo podría haber sido una niña robada”.

Botín de guerra

Los niños robados, explican las abuelas de Plaza de Mayo, como "botín de guerra" fueron inscriptos como hijos propios por los miembros de las fuerzas de represión, dejados en cualquier lugar, vendidos o abandonados en institutos como seres sin nombre, es decir “N.N”. De esa manera los hicieron desaparecer al anular su identidad, privándolos de vivir con su legítima familia, de todos sus derechos y de su libertad. ¿Y cómo no pensar en un plan sistemático de apropiación de niños? Son inocultables listas de familias de militares en "espera" de un nacimiento, así como el funcionamiento de maternidades clandestinas ubicadas en Campo de Mayo, en la Escuela de Mecánica de la Armada, el Pozo de Banfield y otros.

A mi me mataron a mi papá, 3 tíos”, cuenta Cristina. “Tuve que exiliarme, nací en cárcel, pero siempre supe la verdad, nunca se me ocultó la verdad, ni mi identidad, ni la de mi papá. Yo pienso que estos chicos fueron las peores víctimas de la dictadura”.
En Venezuela, durante el Foro Social, Cristina expuso su experiencia. Hace poco se recibió como Trabajadora Social. Durante su estadía por el Alma Mater se dedicó a establecer puentes entre su universidad y las abuelas. Investigó acerca de los hermanos de desaparecidos que construyeron el Archivo Biográfico Familiar, “que es un archivo que se arma con el fin de que el joven que restituye su identidad, se encuentre con todo un relato de todo su grupo familiar, y de compañeros de militancia o de escuela de sus padres desparecidos. Se encuentra la historia escrita para ir leyéndola y así acercarse a su historia que, por todos los impactos emocionales de la restitución, termina siendo muy duro”.
La historia de las dictaduras del Cono Sur, dirigidas por militares formados en la tristemente célebre “Escuela de las Américas”, habla de esquemas sistemáticos en toda América Latina con distintas particularidades en cada país. “El Plan Cóndor” argumenta Cristina, “mediante el cual te podían secuestrar tanto en Chile como en Uruguay, como en Brasil, porque los militares compartían la información y el seguimiento de los militantes".

Sigue siendo muy duro recordar estas cosas en nuestro continente, igual de duro que aún hoy en la Argentina, para muchos jóvenes resulta complicado preguntarse ¿Quiénes somos? Cristina cree que socialmente, en su país, no es posible responder a esta pregunta “porque falta por enc
ontrar unos 400 chicos… sólo se 89, de los cientos de casos denunciados, han sido resueltos
”.

Nosotros no hablamos de reconciliación… hasta que no exista verdad y justicia, no puede haber reconciliación posible. Desde allí se construye la verdad y la memoria”.
Artículo enviado a PiensaChile por su autor  
Fuentes:
  • Entrevista con Cristina Bettanin durante el Foro Social Mundial, Caracas
  • www.abuelas.org.ar
  • Carlos del Frade, El operativo cóndor, rosario y los últimos días de 1976
  • Biblioteca de Consulta Encarta.
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